Por qué llamaban antiguamente “agua de vida” al whisky en Escocia

Un salón en el Museo del Whisky de Buenos Aires (Argentina).

Alberto Gómez

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Quizás muchos no lo sepan, entre ellos los más aficionados a pedirlo en vaso bajo, ancho y sin hielo. Pero el origen de la palabra whisky, su nombre, proviene de “uisce beatha”, una expresión en gaélico irlandés que, traducida al latín, sería “aquavitae”. O lo que es lo mismo: Agua de vida. 

Fue sobre 1492 cuando, mientras Colón y los suyos llegaban a América, se produjo la primera mención histórica del whisky, misma época en la que se inventa la destilación a manos de los monjes irlandeses. Y es así como los escoceses, principalmente los del norte del país, crearon el “agua de vida”. Desde entonces este país no solo lo bebe, sino que lo exporta, botellas por valor de unos 25 mil millones de dólares al año.

Hay, sin embargo, otros escritos que atestiguan que los mencionados monjes irlandeses ya destilaban whisky en 1405, aunque parece que ya se conocía cuando los soldados del rey Enrique II invadieron Irlanda, en el siglo XII.

La destilación, patentada

Por entonces y según algunos historiadores, los soldados locales consumían la “uisce beatha”, la misma agua de vida que, con el paso del tiempo, pasó de pronunciarse “whishkeyba” a, simplemente, “whisky”. 

En todo caso, uno de los grandes precursores fue Robert Stein, el inventor de una columna de destilación de funcionamiento continuo, invento que en 1832 fue patentado por Aeneas Coffey.

A partir de ahí, aquella bebida originariamente vinculada a los monjes comenzó a distribuirse entre la sociedad como una medicina, como una auténtica y reparadora “agua de vida”.  Con el aumento de su popularidad llegó también, lógicamente, el aumento de su precio y su consiguiente contrabando. Un negocio ilegal que, tras concederse las pertinentes licencias a muchas destilerías, fue desapareciendo.

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