Tu perro probablemente nunca se ha preocupado por cazar para sobrevivir. Puede que su mayor problema sea elegir entre una pelota chirriante o un peluche deshilachado. Pero, hace miles de años, sus ancestros se enfrentaban un mundo completamente diferente, uno donde la supervivencia dependía de la caza, la astucia y, sorprendentemente, la capacidad de adaptarse a los humanos.
La historia de la domesticación de los perros es un relato complejo que comenzó hace entre 30,000 y 15.000 años, mucho antes de que alguien pensara en la palabra mascota. Curiosamente, no fue un proceso lineal ni exclusivamente controlado por humanos. De hecho, la teoría más reciente sugiere que los lobos pudieron haber tomado la iniciativa.
De depredadores a compañeros: el origen de los perros
Aunque pueda sonar descabellado, ellos mismos dieron el primer paso hacia la domesticación. La hipótesis de la autodomesticación sostiene que algunos lobos, menos agresivos y más tolerantes, aprovecharon una oportunidad única: alimentarse de los restos que dejaban los asentamientos humanos prehistóricos.
Esto no significa que un lobo de repente decidiera quedarse como vigilante de una cueva humana. Fue un proceso evolutivo lento y sutil. Los lobos más dóciles tenían menos adrenalina, lo que los hacía menos agresivos y más propensos a merodear cerca de los humanos.
Así, lograban acceder a una fuente de alimento más estable que la que ofrecía la caza salvaje. Con el tiempo, estos lobos se reprodujeron entre sí, transmitiendo sus rasgos más tranquilos a sus crías y, eventualmente, dando lugar a los primeros perros primitivos.
Modelos matemáticos respaldan esta teoría, pero no la confirman
Para algunos, este argumento suena a ciencia ficción, sobre todo porque desafía la creencia de que los humanos orquestaron la domesticación desde el principio. Sin embargo, investigadores de la Universidad de Valparaíso en Indiana han respaldado esta teoría con modelos matemáticos.
Al simular la evolución de la tolerancia hacia los humanos en los lobos, demostraron que la selección natural pudo haber actuado con suficiente rapidez como para que la autodomesticación ocurriera en un lapso de 15.000 años. Según el estudio, publicado en Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, “nuestros resultados indican que la hipótesis de la [autodomesticación] no puede ser rechazada sobre la base de restricciones de tiempo”. Es decir, no hay pruebas concluyentes en contra de que los lobos se acercaran a los humanos por su cuenta.
Aunque suena convincente, este planteamiento tiene detractores. La principal objeción radica en la llamada restricción de tiempo, que sugiere que la selección natural no habría sido lo suficientemente rápida sin la intervención humana. Para abordar esto, los investigadores utilizaron modelos computacionales que simularon cómo los lobos más dóciles podían elegir libremente a sus parejas, permitiendo que algunos aún se cruzaran con individuos más agresivos.
Este detalle es importante, ya que demuestra que la evolución hacia la domesticación no necesitó un control humano estricto, sino simplemente la preferencia natural de ciertos lobos por una vida más tranquila y segura cerca de los asentamientos.
Sin embargo, aunque los modelos matemáticos son prometedores, no prueban de forma definitiva que así fue como ocurrió. Después de todo, son simulaciones y no reflejan necesariamente la realidad exacta de hace miles de años. Además, quedan preguntas sin resolver, como si los humanos prehistóricos realmente generaban suficientes desechos para mantener a una población de lobos o si toleraban su presencia cerca de sus campamentos.
Otra teoría en juego: la adopción de cachorros por humanos
Existen otras teorías igualmente interesantes sobre cómo comenzó la domesticación de los perros. Una de ellas es la hipótesis de la adopción de cachorros, que sugiere que los humanos criaban lobeznos y los integraban en sus comunidades.
Aquellos que no se adaptaban eran sacrificados, mientras que los que demostraban ser más dóciles se convertían en compañeros valiosos. A diferencia de la autodomesticación, esta teoría implica una intervención humana mucho más directa y deliberada.
A día de hoy, la verdad absoluta sobre cómo los lobos se convirtieron en perros sigue siendo esquiva. Lo que es indudable es que, ya sea por la inteligencia evolutiva de los lobos o por la astucia de los humanos del pasado, esta alianza cambió el curso de la historia. Y así, de merodeadores salvajes, pasaron a ser los leales compañeros que hoy duermen plácidamente en nuestros sofás.