Un nombre provisional y una mano con anillo: así fue el descubrimiento de los rayos X

Una tarde de un viernes de noviembre de 1895, Wilhelm Röntgen estaba en su laboratorio de la Universidad de Würzburg probando un nuevo experimento en su trabajo con tubos de rayos catódicos cuando unos pequeños cambios dieron lugar a la aparición de un nuevo tipo de rayos, los conocidos ahora rayos X y que han servido de gran aplicación en la medicina, pero también en otros sectores como la historia del arte.
El descubrimiento casual de los rayos X
Wilhelm Röntgen nació el 27 de marzo de 1845 en Lennep, ciudad cercana a Düsseldorf, aunque pasó su infancia en Países Bajos, donde estudió en la Escuela Técnica de Utrecht, en la que fue expulsado por realizar una caricatura, para acabar con un doctorado en la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, en Suiza.
Cuando descubrió los rayos X, por casualidad, se encontraba en el departamento de Física de la Universidad de Würzburg trabajando con los tubos de rayos catódicos en su laboratorio, con los que investigaba los efectos externos de los diversos tipos de equipos cuando se pasa una descarga eléctrica a través de ellos.
El descubrimiento de los rayos X se dio sin buscarlo Röntgen porque realizó un pequeño cambio al añadir una delgada ventana de aluminio para que los rayos catódicos salieran del tubo, para lo que se puso una cubierta de cartón para proteger de los posibles daños por el fuerte campo electrostático que se producía.
Se fijó que los rayos catódicos invisibles causaban un efecto fluorescente en la pequeña pantalla de cartón, pintada con platinocianuro al colocarse cerca del aluminio. Quiso probar su experimento con una placa negra de cartón, y oscureció el laboratorio para probar la opacidad de esta. Sería entonces cuando notó un resplandor blanco, y efectuó varias descargas más que también lo repitieron.
Röntgen no quiso patentar los rayos X
Wilhelm Röntgen se centró en este tipo de nuevo rayo y repitió experimentos en este sentido para comenzar a escribir notas, sobre todo al darse un viernes y tener todo el fin de semana por delante, en el que permaneció en su laboratorio.

Al tener que dar un nombre a su nuevo descubrimiento, decidió establecer uno temporal, de rayo X, para seguir el sentido de las matemáticas de aplicar x a todo lo que es incógnita, pues no quería que su apellido quedara vinculado ni tampoco rechazó registrar patente por ética. A pesar de esto, en algunos idiomas como japonés, ruso y alemán si llevan el apellido de su descubridor, dando lugar a palabras como Röntgenstrahlen en la lengua germana.
La primera aplicación de este nuevo tipo de radiación lo hizo en la mano de su mujer Anna Bertha, que en ese momento portaba un anillo y que quedó visible junto a los huesos de la mano, siendo esta la primera fotografía de rayos X de la historia.
Wilhelm Röntgen no buscó el descubrimiento de los rayos X, pero esto le valió para ganar el Premio Nobel en 1901, un año después de haberle sido otorgada la catedra de física en la Universidad de Múnich, ciudad en la que fallecería en 1923 a los 77 años de un cáncer colorrectal.
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