Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
España tiene más de un millón de viviendas en manos de grandes propietarios
La Confederación lanzó un ultimátum para aprobar parte del proyecto del Poyo
OPINIÓN | Aldama, bomba de racimo, por Antón Losada

Estudiantes españoles de Erasmus se rebelan contra el ministro Wert

Grupo de estudiantes españoles de Erasmus en la Università degli Studi di Foggia

Miguel A. Ortega Lucas

Con “premeditación y alevosía”, “carácter retroactivo” y “a dos meses de haber empezado el curso lectivo en la mayoría de países de la Unión Europea”: ésas han sido las formas utilizadas por el Ministerio de Educación para cambiar las reglas del programa Erasmus en nuestro país. O así es, al menos, como lo denuncia todo un colectivo de estudiantes españoles becados este año, que ya han reunido a más de 7.000 estudiantes a través de Facebook, a través de un comunicado al que ha tenido acceso eldiario.es/Andalucía. En él expresan su “profundo malestar e incredulidad para con el Gobierno de España y más en particular con el señor [ministro] José I. Wert”.

En lo que consideran otro “ataque al sistema educativo español”, y “por consiguiente a los intereses” de los estudiantes –esta vez a los favorecidos con esta beca de movilidad para el curso 2013/14–, el Boletín Oficial del Estado sufría una sutil pero alarmante modificación el pasado 29 de octubre en la Orden ECD/1997/2013, de 24 de octubre, “por la que se establecen las bases reguladoras de la aportación complementaria del Estado” a este programa europeo: que sólo puedan disfrutar de dicha aportación quienes “a su vez hayan sido beneficiarios de una beca de las denominadas de carácter general concedida por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte durante el curso 2012/2013”.

Lo cual supone que miles de estudiantes españoles, ya instalados en sus destinos para este curso, puedan perder una de las tres partidas presupuestarias con que contaban (la del Ministerio: en torno a los 100 euros mensuales; las otras dos proceden de las comunidades autónomas –272 en el caso de Andalucía– y de la Comisión Europea –130 euros de media–) y que conforman su beca. Una dotación total ya precaria de por sí, conocida popularmente en algunos entornos universitarios como las becas de los padres; porque sin una cuarta partida presupuestaria, procedente del organismo familiar –o de un trabajo con que compaginar los estudios–, difícilmente se puede vivir un mes en una ciudad europea. Para el ministro Wert, sin embargo, las cuantías percibidas por los estudiantes españoles son “de las más altas de Europa”.

Nos parece una aberración (…)”, puede leerse en la carta, así como “indignante e ilógico que sea a fecha de 29 de Octubre (dos meses después del comienzo del curso lectivo en la mayoría de países de la Unión Europea ) su publicación en el B.O.E”; “más aún” por “el carácter retroactivo” que aplica. “El Gobierno español”, aseguran, “ha decidido dejarnos abandonados a nuestra suerte y prácticamente sin la posibilidad de realizar ninguna acción legal contra tal desorbitada Orden, exceptuando la interposición de un recurso contencioso-administrativo”.

“Habrá que buscar trabajos precarios”

“Indignación, rabia e impotencia. Eso es lo que se siente cuando un sábado por la noche te enteras, por pura casualidad, de que no vas a tener un dinero con el que habías contado para poder sobrevivir de una forma medianamente decente en el extranjero. Más aún, cuando te enteras a través de las redes sociales….”. Esto es lo que Ana María Ruiz Sánchez, ciezana de 21 años, relata desde Bruselas (Bélgica), en donde recaló el pasado octubre para proseguir sus estudios de Traducción e Interpretación.

“Se escudan [el Gobierno] en que las cláusulas dicen que la cuantía dependerá de los requisitos que ponga cada una de las tres fuentes de financiación que componen la ayuda (Europa, el Gobierno central y el Gobierno regional). Desde mi universidad, la de Granada, parecen haberlo recibido con total normalidad cuando ellos fueron los que nos aseguraron que dinero había para todos y que nos acabaría llegando”. “Ahora –continúa Ana–, después de dos meses en mi destino echando números e intentando no ser una carga excesiva para la economía familiar, me dicen que, como no tengo beca de carácter general porque no cumplo los requisitos (ya que todos sabemos que tener padres funcionarios en España te hace rico instantáneamente), tampoco me merezco vivir en el extranjero a costa del Estado”.

“Pero –asevera– ya estoy aquí y es para un año. No me puedo volver a España porque corro el riesgo de perder un año entero y, por si fuera poco, tener que pagar segundas matriculaciones el año que viene. Y como yo, miles de jóvenes. Habrá que buscar trabajos precarios que podamos compaginar con nuestros estudios, porque aunque haya tanta leyenda urbana sobre lo que un Erasmus hace o deja de hacer, nosotros también estudiamos, como los que más. No somos gente que ha venido a pegarse unas vacaciones a costa de nadie. Hemos venido a dar el callo y a demostrarle al mundo, a nuestras familias y a nosotros mismos de lo que somos capaces. Queremos labrarnos el futuro que nos están quitando en nuestro país y queremos hacerlo lo más dignamente posible. Sólo pedimos lo que es nuestro y lo que nos corresponde, porque las partidas de dinero están ahí”.

En muy parecidos términos, con idéntica frustración pero también con una misma determinación a no rendirse ante el varapalo, se expresa desde Tournai (Bélgica) Rafael Écija, malagueño de Ronda y estudiante de Fisioterapia, quien ha querido subrayar, sobre ese súbito requisito de recibir la beca del ministerio para seguir percibiendo esta partida, que “muchos de los que no recibimos beca MEC no es porque seamos ricos, sino porque nuestros padres no estafan a hacienda, por ejemplo. Yo tengo amigos becados con la beca del ministerio y sé que la necesitan muchísimo, y gente que necesitaría más dinero del que le dan, y entiendo que haya que beneficiarlos más, pero el beneficiarlos no debe implicar quitar dinero a los demás”, razona.

“Ah, que ¿tú contabas con un dinero para este curso? –ironiza, amargo, remedando al Gobierno–: Me da igual, yo te cambio todos los planes una vez que lleves ya dos meses de Erasmus, ¡para eso estamos!... Ah, pero no te vayas a querer volver, ¡eh! Porque entonces estarás incumpliendo el contrato que firmaste y estarás penalizado para el curso que viene, y no podrás intentar irte de Erasmus de nuevo. Tú debes aprobarlas todas, pero yo puedo no pagarte. Tú debes traer todos los papeles correctamente y dentro de los plazos, pero yo puedo no pagarte…”

Rafa dice considerarse “optimista” a pesar de todo; a pesar de que “quizás tenga que buscar un trabajo para ayudar y no hacer que mis padres me paguen todo el Erasmus”. “Tenemos un gobierno que nos ningunea”, sentencia: “Han jugado con nuestros sentimientos y con el dinero de nuestras familias”.

¿Qué es lo que dicen familias como la de Rafa, ante este cambio del panorama?: “Pues que estudie y que no me preocupe, que harán lo que sea para que siga aquí”.

Etiquetas
stats