La huella del hidrógeno verde en Aragón: solo el proyecto Catalina exigirá el 10% del agua anual de toda la comunidad

El hidrógeno verde es una tecnología emergente que precisa de energía y agua para poder producirlo. Mediante un proceso de electrólisis, que separa el hidrógeno del agua utilizando electricidad proveniente de fuentes renovables, se obtiene este combustible. Sin embargo, este proceso supone un alto consumo energético y de recursos hídricos, por cada kilogramo de hidrógeno producido se requieren unos nueve litros de agua, aunque esta cantidad varía en función de la tecnología utilizada.
Aragón es uno de los territorios elegidos para desarrollar proyectos con los que obtener este combustible. Al igual que ocurre con los centros de datos, el consumo eléctrico e hídrico que suponen genera dudas sobre su sostenibilidad. A este respecto, la Fundación Renovables ha elaborado un informe en el que pone el foco en la dimensión de estas instalaciones para evaluar su viabilidad: 'Proyectos de H2, ¿El tamaño importa?'.
Actualmente, en España, el 82% del agua se destina al riego, mientras que el sector industrial consume solo un 5,8%. La producción de hidrógeno podría aumentar esta demanda. La provincia de Teruel va a ser escenario de una de estas plantas, cuya instalación principal estará en Andorra: el proyecto Catalina. Según recoge el informe de la Fundación Renovables, esta instalación consumiría entre el 8% y el 10% del abastecimiento total de Aragón.
Los pliegos determinan que el sistema de aguas que alimente la planta tendrá un caudal de 614 m³/h que se destinarán a los sistemas de desmineralización del agua y de refrigeración. Por tanto, el proyecto prevé que anualmente se consuman 5.246.000 m³ de agua. Si se compara con el dato de consumo para sectores económicos, el consumo previsto es del 20,7% del total para esas actividades productivas y del 3,7% del total de abastecimiento de agua para Aragón. Sin embargo, desde la Fundación calculan que en la fase 2 aumentaría “notablemente el consumo de agua de la zona, ya que sería necesario entre el 21% y el 42% del abastecimiento de agua a los sectores económicos”.
La previsión es que empiece a funcionar en diciembre de 2027 y su objetivo es conectar los electrolizadores de Andorra con una planta de amoníaco de Sagunto a través de una tubería de hidrógeno que aún no forma parte de los proyectos presentados. Se trata de un megaproyecto liderado por un consorcio formado por Copenhaguen Infraestructure Partners (CIP), Enagás Renovable, S.A. y Fertiberia, con una inversión total de capital asciende de 2.350 millones de euros.
Según denuncia la Fundación Renovables en su informe, en los pliegos no aparece qué tecnología de electrolizador se implantará, lo que afecta al consumo eléctrico de la planta. Para hacer frente al consumo eléctrico necesario, tendrán que “instalar más capacidad renovable en la zona, la suficiente como para que las energías limpias supongan el 90% de electricidad de la red, de acuerdo con la normativa, o la planta se verá obligada a realizar acuerdos de compra de electricidad”.
La fase 2 está prevista en 2030 y aumentaría en cinco o seis horas el tiempo de funcionamiento de la planta, lo que supondría “en el mejor de los casos, las tecnologías renovables tendrían que estar funcionando prácticamente todas las horas del año (8.342 h de 8.760 h) y en el resto de los casos las exceden, lo que hace que resulte imposible que los electrolizadores funcionen únicamente con la energía proporcionada por estas plantas”. En el informe consideran que sería necesario “hacer un acuerdo de compra de energía o instalar más renovables con sistemas de almacenamiento” y, si se mantiene la misma proporción de energía eólica y solar con la que cuenta el proyecto actualmente, “supondría la instalación del equivalente al 20% de la potencia eólica y fotovoltaica actual en España, para un único proyecto de producción de hidrógeno”.
La Fundación Renovables compara este proyecto con otro que se va a desarrollar en Zaragoza, el Pillar. Ubicado en los municipios de El Burgo de Ebro, Fuentes de Ebro, Quinto y Azaila, su objetivo es generar 8.800 toneladas anuales de hidrógeno renovable en su segunda fase, con una inversión total de 179,7 millones de euros.
El hidrógeno producido se destinará a la industria química, a la movilidad sostenible con autobuses de hidrógeno y a la inyección en la red de gas natural. Su consumo eléctrico representará entre el 4% y el 7% de la demanda de Zaragoza.
Con los valores estimados por la Fundación Renovables, la entrada en operación de la fase 1 del proyecto supondría un 5% (495 GWh) de la que se consumió en Aragón en 2023 (10.064 GWh). Si se compara con los datos de Zaragoza, estaríamos hablando del equivalente al 4% de la demanda para la fase 1 y el 7% para la fase 2, tomando valores medios. La electricidad renovable supondría entre un 2% y un 4% de lo que se genera actualmente para abastecer a toda la provincia y exportar al exterior.
En cuanto al consumo de agua, los pliegos del proyecto recogen que está previsto que la operación de la capacidad instalada de electrolizadores conlleve una captación de agua del Canal Imperial de Aragón de 900.000 m³ (0,9 hm³) y un rechazo de 70.000 m³. El impacto de este proyecto es mucho menor, supondría el 3,4% del consumo de Aragón en los sectores económicos.
Planes del Miteco y de Enagás
La Fundación Renovables pone el foco en su informe en el tamaño de los proyectos de hidrógeno verde que se van a desarrollar en España. Considera que el país está “sobredimensionando sus objetivos para la producción de hidrógeno a nivel nacional y regional”.
El Ministerio de Transición Ecológica (Miteco), según el análisis, proyecta a través del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) instalar 12 GW de electrolizadores a finales de década, “sin dar cifras de la demanda a cubrir”. Exponen en el informe que para cumplir esta meta sería necesario “instalar hasta cinco veces más potencia renovable de la actual”.
Este objetivo supondría destinar 51.000 hectáreas de territorio a instalaciones renovables para producir H2. Además, haría falta usar 13 hm3 de agua al año, un dato que equivale al consumo diario de agua urbana en toda España.
Si consideran las proyecciones del PNIEC “sobredimensionadas”, los datos de Enagás “están alejados de toda realidad”. La empresa –que es la gestora de todo lo relativo al hidrógeno en España– pronostica un potencial máximo de 74,3 GW de H2 en España para 2030. Para llegar a cumplir este objetivo, “España debería destinar más del 100% de la potencia renovable instalada en la actualidad únicamente a producir hidrógeno”.
Con estos datos, habría que destinar entre 396.000 hectáreas y 552.000 hectáreas a instalaciones renovables destinadas a producir H2, lo que equivale a ocupar hasta un 2,3% del territorio español para producir hidrógeno. Por lo que se refiere al uso de agua, se emplearían anualmente 176 hm3, el equivalente al consumo anual de agua de todo el País Vasco. Destacan también las diferencias en las proyecciones con los países vecinos, Francia y Portugal, que planean una capacidad de 6,5 GW y 5,5 GW respectivamente. Ambos países suman juntos la misma capacidad instalada de H2 para 2030 que la prevista por España en el PNIEC.
Conclusiones del informe
Desde la Fundación Renovables se plantean si tiene sentido esperar a que el hidrógeno se convierta en una tecnología madura o “continuar electrificando los consumos, ya que la electricidad es más competitiva, en términos económicos, con sus competidores fósiles que el hidrógeno verde. Además, no parece muy lógico realizar una gran inversión para instalar una infraestructura de transporte de la producción de electricidad renovable para después hacer otra en producir hidrógeno y transportarlo mediante hidroductos. La primera ya es un vector maduro en el mercado, seguro, fácil de transportar y más eficiente”.
Consideran que la producción de hidrógeno en grandes plantas como el proyecto Catalina requeriría “un sobredimensionamiento del sistema eléctrico debido a las significativas pérdidas energéticas asociadas con su transporte y almacenamiento”. También plantean que la transición energética pasa por “establecer un cambio” que “empieza con las renovables y continúa con la electrificación, dejando el hidrógeno para aquellos casos en los que no se puedan electrificar los consumos”.
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