Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La crisis de seguridad cambia el paso a Sánchez, sin una mayoría estable
El Constitucional evidencia las maniobras del PP para instrumentalizar el Senado
Opinión - El problema es que Ayuso sigue gestionando Madrid. Por Rosa María Artal

¿A qué está jugando Feijóo?

Pedro Sánchez recibe a Alberto Núñez Feijóo en Moncloa este jueves.
13 de marzo de 2025 22:24 h

22

El pretendido rearme de las fuerzas de defensa españolas no va a provocar grandes efectos políticos a corto ni probablemente tampoco a medio plazo. Todo sugiere que Pedro Sánchez va a optar por la prudencia en este terreno. En primer lugar, para evitar la ruptura de la coalición de gobierno que llevaría a adelantar las elecciones. Y, en segundo, para esquivar el pacto con el PP, que sería la única vía para aprobar un aumento significativo del gasto militar que, por otra parte, podría ser electoralmente desastroso. La pregunta es cómo queda Alberto Núñez Feijóo si también en este frente deja de contar para algo.

Superadas, cuando menos por ahora, las tensiones con Junts, a cambio de concesiones no particularmente gravosas, y gozando de una cierta sintonía, también provisional, con Esquerra, el mayor problema de Pedro Sánchez está a su izquierda. Sumar atraviesa una crisis que se agrava cada día que pasa, Yolanda Díaz ve cada vez más cuestionado su supuesto liderazgo a manos de Izquierda Unida y de Compromís, y Podemos ha emprendido un camino de ruptura sin paliativos con el Gobierno. Como colofón de todo ello, Sumar no deja de caer en los sondeos, sin que sus rivales en la izquierda mejoren sus posiciones. Si los resultados de hoy se repitieran en las futuras elecciones, la izquierda perdería irremisiblemente el gobierno.

Una política decidida de rearme podría provocar situaciones de signo totalmente opuesto en este contexto. De un lado, podría reforzar el discurso radical en los partidos situados a la izquierda del PSOE y hasta facilitar una cierta vía hacia el entendimiento entre todos ellos contra las intenciones de los socialistas. Pero, por el contrario, podría sumir en el desconcierto a todos esos partidos –no digamos si Sánchez pacta con Feijóo esa política– porque su fuerza de reacción no sería ni de lejos suficiente para alterar el camino del rearme y eso tampoco beneficiaría ni a su unidad ni a sus perspectivas electorales.

De ahí que lo más probable es que Sánchez evite toda suerte de compromisos tajantes en materia de aumento de los gastos militares y opte por salidas poco comprometidas en las formas, lejos de las grandilocuencias, pero reales en términos financieros. De hecho, es lo que ha venido haciendo en los últimos años. Porque, y sin que ningún titular de los medios informativos lo haya destacado, el gasto militar no ha dejado de crecer con el Gobierno de coalición y, según algunos cálculos, supondría ya un 1,94% del PIB español. No muy lejos del 2% al que Sánchez se ha comprometido con las instancias europeas y de la OTAN.

Un gobierno tiene muchos instrumentos para hacer que esas cosas ocurran y no se sepan muy a las claras hasta que alguien se pone a estudiarlas a fondo. Seguramente también los tiene para seguir aumentando los gastos militares en la medida suficiente para no caerse del carro de las potencias que hoy mandan en Europa y que empiezan a delinear una política para hacer frente al desafío histórico que supone la política de Donald Trump hacia el continente. Sánchez quiere jugar en ese tablero que está llamado a ser uno de los escenarios prioritarios de la política internacional. Y si sabe moverse bien, puede conseguirlo. Cuando menos, todo indica que está en condiciones de garantizar que los problemas de la política interior española no van a condicionar sus movimientos en ese terreno.

Núñez Feijóo debería saberlo. La escasa relevancia política de su reunión del jueves en La Moncloa –esa media hora “sólo” que el PP ha denunciado– le debería indicar la importancia muy relativa que Sánchez da a sus tratos con la oposición en el diseño de su política internacional.

El líder del PP no lo tiene precisamente fácil. No le van a llamar para grandes pactos. Su imagen no atraviesa su mejor momento y su incapacidad para encontrar una solución al drama que para el PP supone que Carlos Mazón siga en el cargo no hace sino deteriorarla aún más. Y Vox no deja de subir en los sondeos. Poco a poco, pero lo suficiente para impedir cualquier movimiento político significativo por parte de Feijóo que pudiera ser criticable por las gentes de Santiago Abascal. Ese es su principal límite político y el motivo que explica mejor que cualquier otro la agresividad sin límites que el primer partido de la derecha tiene para con los socialistas.

En ese panorama tan negativo, la situación que ahora vive su primera rival interna puede suponer un cierto alivio para el presidente del PP. Porque todo indica que Isabel Díaz Ayuso está en serias dificultades. A pesar de haber intentado hasta lo innombrable, la presidenta de la Comunidad de Madrid y su cerebro gris, Miguel Ángel Rodríguez, no han conseguido que el novio de la señora Ayuso se libre de la presión judicial que persigue sus desmanes y algunas fuentes jurídicas opinan que el caso haría eclosión en los tribunales antes de que se celebren las futuras elecciones regionales. En las que no se puede descartar que el PP pierda poder y quién sabe si la presidencia misma. El escándalo de las muertes en las residencias de ancianos durante la pandemia no haría sino agravar esos problemas.

Etiquetas
stats