Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Crónica

Ahora empieza todo: las 24 horas que cambiaron el rumbo del PSOE en Cantabria

El ganador de las primarias a la Secretaría General del PSOE de Cantabria, Pedro Casares, celebra el triunfo junto a los militantes.

Olga Agüero

Santander —

1

“Si la campaña electoral llega a durar más, hay heridos”, ironizaban el domingo por la noche en el frenesí de un recuento sin sobresaltos ni sorpresas, en el que solo parecía interesar cuánta diferencia iba a haber entre los dos candidatos a la Secretaría General del PSOE de Cantabria. Había, además, cierto alivio generalizado porque al fin hubiese acabado todo. Sobre todo, en relación al espectáculo poco edificante de descalificaciones, acusaciones y mensajes cruzados, constantes y subidos de tono, especialmente agresivos en las redes sociales, en los que ha derivado un proceso interno que deja muy tocada la reputación del partido.

Ambas partes asumen que la propuesta del debate interno entre Pedro Casares, el flamante nuevo secretario general de los socialistas cántabros, y Pablo Zuloaga, el líder saliente, fue un error mayúsculo, cuando no hay programas políticos alternativos que confrontar y la cita naufragó en el fango de un rifirrafe de cierto infantilismo que desmereció la propia marca socialista y generó bastante incomodidad entre los propios equipos de los candidatos.

La noche electoral en el PSOE de Santander -siguen sin integrarse en la sede principal del partido a unas calles de distancia- nadie dudaba de la victoria de su líder, que no apareció por allí ni presenció el recuento junto a sus partidarios. El local de la calle Ruamayor estaba lleno de 'casaristas' y probablemente allí el único que había votado a Pablo Zuloaga era el exdiputado nacional Luis Clemente, que ejercía de apoderado. Aunque nadie dudaba de la victoria de Pedro Casares, los corrillos seguían comentando presuntos agravios del adversario con cierta vehemencia y acaloramiento.

Cuando se cerró la urna de Santander estallaron algunos aplausos, una euforia deslucida por la ausencia del triunfador. Los militantes recibieron un mensaje en sus móviles animándolos a acudir a la sede para celebrarlo aunque no había aún resultados oficiales. Pero cuando ya se estaban colocando los altavoces para la fiesta de la victoria llegó la contraorden y todos ellos se encaminaron a la sede autonómica de la calle Vargas, después de una llamada del equipo de Zuloaga para invitarles a celebrar allí la victoria.

Una columna de militantes eufóricos ascendió, ya de noche, por el centro de la ciudad, atravesando la calle Burgos, y esperó en el exterior de la sede de la calle Tres de Noviembre la llegada de Casares, que escenificó su aparición, como ya se ha hecho habitual, desde el inicio de la cuesta de acceso entre vítores, aplausos, gritos de “Pedro, Pedro” y “Ximo, Ximo” -su jefe de campaña, a quien también aclamaron con enérgica alegría-.

Las primeras palabras de Casares fueron para reconocer el trabajo de Zuloaga que hasta el día anterior había criticado con dureza. Su equipo más cercano, que incluye a aquellos que cambiaron de bando en las últimas semanas, como Javier Incera o Zoraida Hijosa, subió a la tarima sobre la que Zuloaga acababa de anunciar unos minutos antes su derrota acompañado por su mujer y la todavía secretaria de Organización, Noelia Cobo. “A partir de ahora soy un militante más”, proclamó.

En su primer discurso, el nuevo secretario general de los socialistas cántabros colocó a su lado a la alcaldesa de Castro Urdiales, Susana Herrán, y al alcalde de Cartes, Agustín Molleda. Son dos de las personas que habían estado al lado de Pablo Zuloaga hasta que dieron un sonoro portazo. Un gesto que algunos ya están tratando de interpretar, ahora que han empezado las quinielas para ver quiénes compondrán la próxima Ejecutiva del PSOE de Cantabria a partir del Congreso que se celebrará en el mes de marzo.

Finalmente, se produjo una victoria de Pedro Casares con el 52% de los votos, que evidencia un PSOE de Cantabria partido en dos y que complica el fortalecimiento de la marca después de un proceso de notorio desgaste públic durante la campaña de primarias.

Aunque el vencedor sumó 130 votos más en Santander, se produjo un ligero descenso en porcentaje de votos a su favor (de 73% a 70,7%) respecto a la votación anterior de las listas federales con Susana Herrán como cabeza de lista. Mientras que en Castro Urdiales, el 75% de los votos fueron para la lista vencedora. En Colindres, cuyo máximo dirigente, Javier Incera, cambió de bando en el último momento y, a la vista de los resultados (83 para Casares y 19 para Zuloaga) logró contagiar al 80% de sus militantes. En Piélagos quedó practicamente en empate. Zuloaga, por su parte, ganó en Laredo, Torrelavega, Bezana o Reinosa.

Nuevo escenario

La resaca de la noche electoral en el PSOE deja abiertas más incógnitas de las que se perciben a primera vista. Una de ellas es cómo se negociará la transición, si cesarán las hostilidades y a pesar de las enormes heridas abiertas se podrá iniciar un proceso integrador o, por el contrario, comenzarán algunas purgas. Ese es precisamente el mayor reto, impedir que la euforia derive en una revancha.

Otro de los frentes es liderar un proyecto en el que han confluido personas de diferentes sensibilidades que en un pasado han tenido también sus rencillas personales y políticas con el propio Casares. La misión común de echar a Zuloaga, cuya mayor debilidad ha sido perder el Gobierno y no poder repartir cargos esta legislatura, ha unido a sectores que no tienen nada en común y que hasta ahora se miraban con desconfianza. También hay muchos egos que reclamarán protagonismo, por lo que será imprescindible negociar con mucho tiento los espacios de responsabilidad de cada uno, según reconocen algunas voces desde la candidatura ganadora.

Por el momento, el mayor foco de atención es el escaparate del grupo parlamentario. Pocas horas después de la derrota comenzó el Pleno semanal. Zuloaga estuvo en el inicio junto al resto de diputados autonómicos. La noche anterior solo estaban a su lado Jorge Gutiérrez y Joaquín Gómez, dos personas de su máxima confianza. Dicen que “Pablo no quiere hacer lo que le hicieron a él”, en alusión al comportamiento que en su día tuvieron la exsecretaria general Eva Díaz Tezanos y su equipo cuando perdieron las primarias en 2017.

En cualquier caso, este lunes era un día amargo para él y sus más cercanos. Zuloaga enseguida se ausentó del hemiciclo para acompañar a su padre en el hospital, que el domingo fue a votar en ambulancia a Bezana para apoyar a su hijo.

Etiquetas
stats