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La operación Lezo enfrenta a Cifuentes con Marhuenda y Casals, los principales apoyos mediáticos de Rajoy

Mariano Rajoy, Alberto Ruiz-Gallardón, y el presidente de La Razón, Mauricio Casals.

Gonzalo Cortizo / Andrés Gil

Los problemas judiciales para el director de La Razón, Francisco Marhuenda, y el editor de ese diario, Mauricio Casals, suponen un golpe en la línea de flotación construida por Mariano Rajoy para maniobrar en el mundo de la comunicación. Además de su condición de imputados, ambos periodistas comparten la de ser las personas de referencia para el presidente en materia de medios. A los dos el juez les imputa posibles delitos de coacción contra la presidenta madrileña, Cristina Cifuentes.

El enfrentamiento entre Cifuentes y los dos dirigentes del diario La Razón supone una crisis épica en el epicentro del PP: el testimonio ante el juez de la presidenta madrileña podría arrastrar a prisión a dos de los principales apoyos de Rajoy.

Las apariciones televisivas de Marhuenda han hecho del director de La Razón un personaje muy conocido pero el verdadero poder reside en las manos de Mauricio Casals, quien se ha ganado a pulso el apodo de “príncipe de las tinieblas”.

Según publicó el diario El Mundo en septiembre de 2013, Rajoy encargó a Casals la intermediación con Luis Bárcenas para organizar el “despido en diferido” que noqueó durante meses la carrera política de Cospedal.

La confianza entre el editor de La Razón y la cúpula de Moncloa es tan estrecha que ha permitido al periodista la realización de extraordinarios servicios para el Grupo Planeta, propietario del rotativo –y accionista de referencia del grupo Atresmedia–.

“No sé a ciencia cierta quién acuñó el apodo de el príncipe de las tinieblas para referirse al presidente-editor del diario La Razón, Mauricio Casals Aldama”, escribía José Sanclemente –presidente de eldiario.es–, “sé que lo oí hace muchos años y al poco de que el Grupo Planeta adquiriera al Grupo Zeta el diario madrileño. Tenía fama, y él la alimentaba, de ser un personaje algo tétrico, oscuro, reservado con sus fuentes y contactos, que manejaba y cuidaba con tesón como el máximo garante de su poder negociador. Un poder que iba creciendo con el tiempo y hasta con los cambios de signo de los diferentes gobiernos”.

Marhuenda y Casals han tenido que ir declarar este jueves a la Audiencia Nacional por las coacciones a Cifuentes: la presidenta regional, uno de los principales activos para el futuro del PP, queda retratada como víctima y enemiga de los dos principales terminales mediáticos del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

Fuentes de la investigación apuntan a que ambos directivos del periódico conservador trataron de extorsionar a la presidenta de la Comunidad de Madrid, al portavoz de su Gobierno, Ángel Garrido, y a su jefa de gabinete, Marisa González, para evitar que prosperase su denuncia presentada ante la Fiscalía Anticorrupción sobre presuntas prácticas fraudulentas en el Canal de Isabel II durante el mandato de González.

Según consta en el sumario, Edmundo Rodríguez, a quien jueces y fiscales sitúan en el centro de la trama, mantuvo frecuentes charlas telefónicas con sus compañeros del consejo de administración en La Razón en las que mostraba su preocupación por las informaciones que empezaban a asomar en los medios sobre su implicación en onerosas operaciones del Canal.

En una de esas charlas incorporadas al sumario, Marhuenda narra su conversación con Marisa González, jefa de gabinete de la presidenta : “Me ha llamado la zorra de Marisa por la leche que le hemos dado hoy. Le ha hecho mucha pupa. Marisa quiere saber si es una campaña. Evidentemente he dicho que no, no hace falta reconocerlo, no es tonta. Le dije: ‘hombre, si hacéis las cosas mal, pues nosotros...’. Mañana le damos otro viaje a Cifu [Cifuentes]”.

Si el poder de Mauricio Casals se ha alimentado en los últimos años de su cercanía a Rajoy, en el caso de Marhuenda habría que hablar de una vida pegada al poder del PP desde la década de los 80.

Como publicó la revista Mongolia, “cuando [Marhuenda] se deshace en elogios hacia Mariano Rajoy, convendría recordar que fue su jefe de Gabinete entre 1996 y 2000. Cuando ensalza a José María Aznar, que fue su director general de Relaciones con las Cortes, en 2001. Cuando defiende al PP en todo, que fue número dos de su lista electoral en Cataluña en 1995, y que está vinculado al partido –ya sea como fichado o no fichado– desde que a mediados de la década de 1980 empezó a colaborar con Eduardo Tarragona, exdiputado a las Cortes franquistas y luego de Alianza Popular, antes de integrarse al núcleo duro regional, comandado por Jorge Fernández Díaz, [exministro del Interior]”.

“Casals es el auténtico poder en la sombra. Y Marhuenda pone música a las partituras que le va entregando su patrón. El periodismo está, obviamente, en crisis. Pero la apariencia de periodismo es todavía una vía muy útil para hacer grandes negocios”, concluía Mongolia.

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