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A Moreno Bonilla y Marín les toca mover ficha

Juan Manuel Bonilla y Juan Marín

Fernando Vicente

Los andaluces han hablado y lo han hecho con un mensaje que está muy claro. Rechazan el pacto de Juan Manuel Moreno Bonilla con la extrema derecha de Vox. Un mensaje que también afecta a Juan Marín, que no debería esconderse tras el indudable éxito que supone que en Andalucía Ciudadanos sí que se haya convertido en segunda fuerza política al superar en votos al Partido Popular.

Es cierto, al actual presidente de la Junta de Andalucía no le quedó otra que seguir la deriva hacia la extrema derecha de su jefe de filas Pablo Casado. No olvidemos que antes que el todavía líder del PP nacional, fue él el primero que hace cinco meses obtuvo uno de los peores resultados de su partido en unas elecciones autonómicas, llevando al PP andaluz a pozos electorales tan profundos como los de la Alianza Popular de Manuel Fraga. Que sólo la inesperada apertura de la puerta de la Junta de Andalucía lo salvó de las garras del ex ministro Juan Ignacio Zoido, que aguardaba impaciente su fracaso para ocupar su sillón al frente del PP andaluz.

Pablo Casado prometía trasladar a la Moncloa su Gobierno con Ciudadanos y Vox, la “fórmula andaluza”. Una perspectiva que ha devuelto miles de votos perdidos al PSOE, es cierto, pero que también se ha traducido en una masiva huida del voto del ala moderada del PP. Es como si Moreno Bonilla hubiera pedido a sus votantes un refrendo de su Gobierno de coalición. La respuesta no deja resquicio a duda alguna. El presidente de la Junta de Andalucía, pues, está obligado a actuar en consecuencia, si es que pretende ser algo más que una anécdota, una nota a pie de página de la historia de Andalucía.

Devolver el partido a la moderación

Inevitablemente implica romper su alianza en Andalucía con los extremistas de Vox, y, por tanto, renegociar sus acuerdos en Andalucía. Lo cual, a su vez, supone también alejarse lo más posible de los más exaltados de su partido, encabezados por Pablo Casado. En la inevitable batalla que se avecina por el control del PP, Moreno Bonilla debería ser protagonista activo para devolver el partido a la moderación sobre la que llegó a auparse con mayorías absolutas.

Lo mismo cabe decir del vicepresidente de su Gobierno, el líder andaluz de Ciudadanos Juan Marín, que desde el principio ha hecho cuanto a podido para separarse de Vox ante el electorado. Pero tras el estruendoso rechazo electoral a su alianza de Gobierno ya no bastará con colocar siempre al PP entre ambos para evitar salir junto a Vox en la foto. Entre otras cosas, porque a Moreno Bonilla los electores ya le han dejado bien claro que no lo quieren ver en esa foto. Desde el 28 de abril los intereses de Moreno Bonilla y Juan Marín van a ser muy difíciles de conciliar.

También al PSOE de Pedro Sánchez le toca repensar la postura de su partido en Andalucía. Y deberá hacerlo teniendo en cuenta su necesidad de no fracasar en la formación de un Gobierno nacional. Es él quien puede abrir puertas ahora cerradas que a su vez conduzcan a acuerdos en otras cámaras parlamentarias. Es la vuelta de la política de la ‘geometría variable’, un complicado juego de ‘Do ut des’ (doy para que me des) en el que la moneda que representa la actual líder socialista en Andalucía, Susana Díaz, tiene todo que perder si no juega muy bien sus cartas ante unos dirigentes de su partido con los que tiene muchas deudas pendientes.

Lo único que está claro ahora mismo es que, tras las elecciones de este domingo, el actual Gobierno PP, Ciudadanos y Vox en Andalucía tiene un futuro político inmediato muy incierto, porque la certidumbre electoral futura de dos de sus socios depende de su capacidad para alejarse de la extrema derecha que los sostiene en el Gobierno. Sólo han pasado cinco meses, pero a Moreno Bonilla y a Marín les ha llegado la hora de demostrar su valía o su incapacidad.

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