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Las eternas desagradecidas

28 de octubre de 2024 21:35 h

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¿Sabes quiénes son las eternas desagradecidas? Las personas adoptadas y acogidas. ¿Y por qué? Para este artículo voy a utilizar la palabra adoptadas para recoger ambos procesos, que lógicamente tienen sus diferencias. Las personas que hemos sido sujeto pasivo en alguno de esos sentidos sabemos cómo se nos percibe a nivel general, pero se dan matices y variables necesarias para hablar de este tema como personas adoptadas.

La percepción social, aún mayoritaria, sigue siendo la de Anne Igartiburu, quien comparó la adopción de un niño con la compra de un coche de segunda mano. Con esa caridad imperante, las personas que adoptan son el epítome de la bondad porque se han quedado lo que otros no han querido, ¿no?.

Si te estás queriendo tirar de los pelos leyendo esto, imagínate a la persona adoptada en cuestión cada vez que cualquier persona (conocida o no) le exige saber “su historia” para recordarle que debe estar agradecida con que “alguien se haya querido quedar contigo”. Y con esto, amiga lectora, puedo minimizar o justificar situaciones de abuso que se estén dando. Os pongo algunos ejemplos:

Isa Pi ha denunciado algunas violencias en sus intervenciones y parece que el hecho de que la famosa Isabel Pantoja sea su madre adoptiva, y haber ido a buenos colegios, debe justificar supuestos malos tratos durante su niñez porque no era de la familia, porque no compartía la sangre.

Mientras transcurría la investigación del caso Asunta no era difícil escuchar tertulianos decir “no sería descabellado que la hubieran asesinado porque al final no era su hija de verdad”, según se recoge textualmente en la docuserie de Netflix a través de un personaje del jurado.

Nunca seremos sus hijas de verdad pero, ¿de quién somos hijas de verdad? ¿Es solo la sangre lo que hace falta para cuidar y criar?

Otro ejemplo más es la activista Alimsa quien, a través de su cuenta de TikTok, aborda desde su perspectiva de adoptada lo complejo y traumático que es la adopción. Al no ser su perspectiva la de una persona que dice que está agradecida, constantemente le dicen que debería haberse quedado en el orfanato chino donde la abandonaron sus padres. El tema es que ni ella es china ni sus padres la abandonaron activamente.

¿Cómo podemos ser taaaaaaaaaaaaaaaaan desagradecidas de no decir que es todo fantástico y endiosar a las personas que decidieron que nos quedábamos con ellas? ¿Acaso no tenemos derecho a romper la relación con nuestra familia adoptiva si queremos?

Con esto podemos ver lo perverso de ese agradecimiento que se solicita, pues se basa en la ilegitimidad de ser parte de esa familia. Somos agentes extraños, especialmente si hablamos de adopciones interraciales y/o internacionales.

El acabose. ¿Cómo podemos ser taaaaaaaaaaaaaaaaan desagradecidas de no decir que es todo fantástico y endiosar a las personas que decidieron que nos quedábamos con ellas? ¿Acaso no tenemos derecho a romper la relación con nuestra familia adoptiva si queremos? Si la familia tradicional es un espacio jerárquico y patriarcal, en estos casos la sociedad agudiza la jerarquía, siendo las adoptadas las que estamos más guapas calladas.

Y esta percepción genera un conflicto latente en las familias adoptadas porque impide tener conversaciones y relaciones honestas y necesarias. En el caso de que quisiera conocer mis orígenes, porque tengo todo el derecho a no querer conocerlos, se genera la traición porque les debemos lealtad a nuestros adoptantes. Y lo sé porque, aunque en mi caso particular mis padres han sido muy transparentes con mis orígenes y han querido que tuviera la información para poder decidir, no te voy a mentir: me costaba abrir la conversación por miedo.

Pero esa visión de las desagradecidas no es más que la perversión de la naturaleza y objetivo de la adopción, que es la creación de una figura para protección de la infancia que, por diferentes causas, necesita un tejido de seguridad y protección para su desarrollo que en su contexto no puede recibir. Pero, como vemos, no estamos cuidando la seguridad mental y emocional cuando seguimos siendo señaladas como lo que nadie quiere.

Creo que hace falta mucha pedagogía social sobre las adopciones centrada en las personas adoptadas, no sólo en el proceso (tedioso, por qué no decirlo también) que transitan las personas adultas y que, en muchos casos, realizan dando palos de ciegos sintiéndose poco acompañadas por las instituciones encargadas de realizar y supervisar.

Si rompemos el estigma sobre las personas adoptadas y desnaturalizamos la épica con la que vemos a quienes adoptan podremos tener conversaciones honestas que abran procesos sanadores y reparadores para quienes transitamos estos procesos vitales.

¿Sabes quiénes son las eternas desagradecidas? Las personas adoptadas y acogidas. ¿Y por qué? Para este artículo voy a utilizar la palabra adoptadas para recoger ambos procesos, que lógicamente tienen sus diferencias. Las personas que hemos sido sujeto pasivo en alguno de esos sentidos sabemos cómo se nos percibe a nivel general, pero se dan matices y variables necesarias para hablar de este tema como personas adoptadas.

La percepción social, aún mayoritaria, sigue siendo la de Anne Igartiburu, quien comparó la adopción de un niño con la compra de un coche de segunda mano. Con esa caridad imperante, las personas que adoptan son el epítome de la bondad porque se han quedado lo que otros no han querido, ¿no?.