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Más allá de las primarias ¿es hora de compartir el poder?
![¿Son las primarias la única manera de escoger a los líderes?](https://static.eldiario.es/clip/fb1b2b9d-7948-4676-a669-ae9039525243_16-9-discover-aspect-ratio_default_0.jpg)
Recientemente hemos sabido que María Jesús Montero, vicepresidenta primera del Gobierno de España y ministra de Hacienda, ha sido proclamada secretaria general del PSOE en Andalucía sin que medie un proceso de primarias. Ello ha estado favorecido por la retirada de otros posibles aspirantes, bien porque no han obtenido los avales necesarios, bien porque han valorado una retirada a tiempo, lo cual hace intuir que el partido ha querido evitar a toda costa este embolado que suponen las primarias. Aunque este tipo de fórmulas buscan la democracia interna, la transparencia, la renovación del liderazgo y mejorar la imagen externa, entre otras pretensiones, lo cierto es que en la práctica han supuesto un desgaste para los partidos. Termina generando divisiones internas, dificultando la integración de los perdedores, asumiendo costes logísticos elevados y escasa participación, poniendo con ello en cuestión la legitimidad del resultado.
En muchos casos, las primarias en España han fallado debido a falta de transparencia, manipulación interna, polarización y baja participación. Aunque el sistema busca democratizar los procesos, si no se implementa correctamente, puede ser fuente de conflictos y divisiones.
Se observan ejemplos en todos los partidos: el PSOE de 2017 protagonizó una campaña dura y tensa entre “sanchistas” y “susanistas”; el Podemos del mismo año en Vistalegre II dejó al partido polarizado entre “iglesistas” y “errejonistas”, provocando con el tiempo la constitución de un nuevo partido político por este último, Más País; las primarias de Ciudadanos en 2019 estuvieron mediatizadas en Andalucía por los rumores de manipulación para favorecer a Juan Marín, el candidato oficialista, frente a Fran Hervías; en 2018, Casado y Sáenz de Santamaría compitieron por el liderazgo del PP con una campaña marcada por acusaciones personales que dejó al partido más fragmentado; hasta en EQUO, partido que ha promovido tradicionalmente un modelo de liderazgo compartido y horizontal, las primarias evidenciaron las limitaciones de este mecanismo en partidos pequeños. Se crearon tensiones personales y políticas, que no siempre pudieron resolverse y algunos militantes y líderes que no fueron elegidos en las primarias se distanciaron o abandonaron el partido, debilitando su estructura organizativa.
En la mayoría de los partidos existe una estructura jerárquica tradicional donde el poder está concentrado en el líder o en un grupo reducido, y hay poca flexibilidad para experimentar con modelos alternativos
Y es que la forma en la que se practica la política, en general, y las primarias en particular, fomentan la competitividad frente a la cooperación, los personalismos, el individuo más que el proyecto colectivo. Nos cuesta cooperar en lo político, preferimos la unilateralidad del líder y su equipo, a tener que ponernos de acuerdo para tomar decisiones consensuadas a través de posibles liderazgos compartidos. Nos cuesta tomar conciencia y valorar que cada persona representa una mirada, un matiz, una perspectiva diferente que contribuye a enriquecer cualquier tipo de proyecto; el político también.
La falta de cooperación política y de liderazgo compartido dentro de los partidos políticos es un fenómeno relativamente complejo que tiene que ver, entre otros, con factores culturales y también históricos. En la mayoría de los partidos existe una estructura jerárquica tradicional donde el poder está concentrado en el líder o en un grupo reducido, y hay poca flexibilidad para experimentar con modelos alternativos. Además, nuestra sociedad premia más los logros individuales que los colectivos y los medios de comunicación amplifican más los primeros. Arrastramos también una inercia histórica, figuras como Churchill, De Gaulle o Kennedy crearon la idea de que el liderazgo efectivo es unipersonal, la idea del “carisma” suele estar muy presente en la elección del líder. Tanto en las campañas electorales como en la dinámica interna de los partidos, el sistema fomenta la idea de “ganar o perder” más que la de construir consensos.
Cabe pensar si no convendría explorar otras vías para elegir a los que terminarán tarde o temprano decidiendo sobre el devenir de nuestras vidas. Propuestas donde se coopere más que se compita, integradoras y no excluyentes, con responsabilidades compartidas que primen la deliberación dirigida a facilitar el consenso.
Ahí van algunas sugerencias que ya están siendo experimentadas:
- En el liderazgo compartido o colectivo en lugar de elegir a un solo líder se elige un equipo o un grupo de personas que compartan el poder y la responsabilidad. Partidos verdes y ecologistas en Alemania han optado por este modelo.
- La Rotación de Liderazgo permite rotar entre diferentes personas durante períodos determinados. Esto ayuda a repartir el poder y evita que una sola figura concentre todo el control del partido. Movimientos sociales como Occupy Wall Street o el 15 M adoptaron desde sus inicios este tipo de liderazgo rotativo.
- Los Sistemas de Deliberación Participativa, en lugar de centrarse solo en las primarias, permiten que los miembros del partido tomen decisiones sobre la selección de líderes y políticas a través de consultas abiertas y discusión conjunta, lo que puede favorecer el consenso en lugar de la confrontación. Un ejemplo de ellos son las consultas ciudadanas que se realiza en países nórdicos como Islandia.
- En la Elección por Votación Ponderada o “Voto Combinado” los miembros del partido no solo votan por un líder, sino que pueden ponderar sus votos según la importancia que le dan a cada candidato, o incluso elegir un equipo de liderazgo de manera cooperativa.
- Los Sistemas de voto de preferencia permiten a los electores ordenar a los candidatos según su preferencia, y no solo votar por uno, lo que tiende a generar un resultado más inclusivo y representativo.
- La Elección mediante procesos de Consenso Constructivo estimula la deliberación sobre los mejores candidatos o líderes sin que se trate de una competencia directa. El objetivo es alcanzar un consenso más que una votación estricta, minimizando la confrontación y maximizando el acuerdo entre miembros.
- Por último, en el Liderazgo por Sorteo no se elige al líder por elecciones competitivas, los miembros del partido pueden elegir a los candidatos mediante un proceso de sorteo aleatorio entre los miembros que reúnan los requisitos establecidos. Se favorece con ello la igualdad de oportunidades, al mismo tiempo que se da voz a personas menos conocidas o fuera de los círculos tradicionales de poder, generando una renovación constante de líderes y evitando el desgaste de figuras muy populares. En 2016 los miembros de la Asamblea Ciudadana de Irlanda fueron seleccionados por sorteo entre los ciudadanos para discutir reformas constitucionales, incluida la legalización del aborto. El Partido Pirata de Alemania ha utilizado también esta vía, aunque no es un método común en la elección de altos cargos políticos.
Quizás aún estamos lejos de llevar a la práctica estas propuestas, pues nos falta lo principal: educarnos para cooperar y no para competir.
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