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En tiempos del coronavirus los pisos turísticos buscan cura en el alquiler tradicional

“De las 275 viviendas para alquilar que han aparecido en los últimos días en Sevilla, la práctica totalidad están en la zona turística y alrededores”, publicaba en sus redes sociales el Colectivo-Asamblea Contra la Turistización de Sevilla (CACTUS). Desde el inicio del estado de alarma por la crisis del coronavirus, el grupo ha detectado un trasvase de pisos turísticos al mercado del alquiler convencional.

“Se calcula que de media, en los últimos días, hay entre 40 y 50 apartamentos que se han subido a diario Idealista”, apunta a este diario el geógrafo e investigador experto en temas de turismo, Jaime Jover. Este profesor de la Universidad de Sevilla además incide en que estas viviendas “tienen toda la pinta de ser de Airbnb”: de una habitación, recién renovadas y con “mucho mueble de IKEA”.

A pesar de la complicada tarea, se hallan coincidencias. En la calle San Pablo, en el centro de Sevilla, se anuncia un piso en Airbnb por 49€ la noche. Con los gastos de limpieza (15€) y la tarifa del servicio (11€), la estancia mínima sale a 75€. El mismo apartamento se alquila en Idealista por 700€ al mes. En la boyante situación turística que vivía la ciudad sólo hace unas semanas, Eduardo - nombre ficticio porque prefiere guardar el anonimato - sólo necesitaba 10 días de estancia para superar esa cifra.

¿Cambio de tendencia?

Eduardo optó por Airbnb debido a la rentabilidad y gracias a la modificación de las regulaciones urbanas que facilitaba la venta de su propiedad en cualquier momento. Ahora prefiere un alquiler de larga duración, pero duda de que se mantenga esta tendencia. “No creo que la gente vaya a aprender la lección”.

Para Jover, la situación es muy volátil. Habrá propietarios que vuelvan al alquiler convencional aunque ha habido mucha inversión en el alquiler turístico. “Dudo que se escarmiente ya que hay gente se puede permitir esperar unos meses a ver cómo evoluciona todo esto”. Si se produce un alza de los turistas, aunque no sea inminente, el profesor cree que muchos arrendatarios harán las cuentas y quizás les convenga seguir en las plataformas de pisos turísticos.

Desde Idealista informan que “probablemente muchos propietarios estuvieran ya valorando la opción de trasladar su vivienda de vacacional a residencial y la pandemia les ha ayudado a tomar la decisión”. Milagros Moreno lo tenía pensado antes de la crisis del coronavirus. “Este piso estaba en Airbnb por una situación personal. Tenía un pufo que pagar”, reconoce. La falta de visitantes no ha motivado, en este caso, su cambio al alquiler. “Prefiero ganar un poco menos y que la gente de Sevilla viva en Sevilla”, dice la propietaria que pide 850€ al mes por su piso en el barrio de la antigua Judería. Esta vivienda se paga a 61€ la noche en Airbnb. A una estancia mínima de dos noches, incluyendo limpieza y servicio, el importe asciende a 166€. “Había dejado el anuncio porque venía la Semana Santa y la Feria”, apunta.

A pesar de los indicios, todavía es pronto para hablar de un trasvase de pisos turísticos a alquileres a largo plazo, según expone el jefe de estudios de Idealista, Fernando Encinar. “El número de nuevos anuncios de viviendas en alquiler en el centro de las principales capitales, como Barcelona, Madrid o Sevilla, se mantiene estable desde antes de que se declarara el estado de alarma”. Encinar también puntualiza que la cifra de propiedades ofertadas en el portal inmobiliario a principios de esta semana fue menor a la registrada en la semana anterior.

Descenso de precios

En una búsqueda por Idealista proliferan pisos cuyos alquileres han bajado. La inmobiliaria Green Consulting, que no quiso atender a este diario, anuncia un dúplex en la Puerta de la Carne con un alquiler mensual de 750€. El precio se ha reducido a la mitad. Otra de las ofertas de la misma compañía es un “exclusivo apartamento” en San Vicente cuya mensualidad se sitúa ahora en 700€ después de una caída del 26%. Un particular, Óscar, en la trianera calle Alfarería, disminuye el alquiler de su piso un 33% y lo sitúa en 800€ al mes.

“Esas bajadas de precios son seguramente de gente que de verdad necesita una renta para poder vivir. Pero todavía el impacto en el mercado de la vivienda no se ha visto”, explica Jover. Si la crisis se alarga, el profesor prevé un repunte de la oferta que conllevará una bajada de precios. “Aquellos fondos de inversión que han comprado viviendas para Airbnb, ahora mismo pueden aguantar, pero si no hay recuperación, le verán las orejas al lobo”.

Regreso a los inicios

“Parece que cuando Airbnb ya no es rentable, volvemos al mercado convencional. Y todavía lo llamarán economía colaborativa”, apuntaban desde CACTUS. Los defensores de la plataforma se escudan en este discurso, pero Jover lo tiene claro: “Esto es un negocio y en el momento en el que no hay rentabilidad, porque no hay turistas, no hay economía colaborativa que valga. Se cambia del uso turístico al residencial según convenga”.

El profesor calcula que el 85% de la oferta de Airbnb en Sevilla eran residencias completas. Así, la paralización del turismo afecta a aquellos que jugaron a hacer de la vivienda un negocio. Sin embargo, hay ciudadanos que dependían económicamente de las plataformas de pisos turísticos. “Hay mucha incertidumbre porque hay gente cuya única fuente de ingresos era la de compartir sus casas con visitantes y turistas”, dice Carlos Ramos del grupo de Vecinos y Anfitriones (VEAN) de Andalucía.

Esta asociación reivindica un turismo sostenible y quieren una Sevilla acogedora, “pero no a cualquier precio”. Son propietarios que residen en la vivienda y que “abren sus casas y sus barrios” para que se conozcan las otras caras de la ciudad. VEAN colabora con Airbnb y Booking porque les facilita ofertar sus domicilios, pero son conscientes de su discurso ambiguo. “Se pervierten en el momento en el que permiten que sean usadas por grandes empresas hoteleras”.

En un mercado donde el alquiler turístico está mucho mejor pagado que el convencional, Ramos cree que la alternativa para sortear esta crisis reside en volver a los inicios y que sean los ciudadanos locales o aquellos que vienen a la capital para largas temporadas los que se interesen por esas habitaciones libres. “Sería algo bueno que se tomara conciencia de esta situación y se limitase la creación de apartamentos turísticos indiscriminada en la ciudad”. Quizás es el momento, como plantea Jover, de que se surja una plataforma basada en un proyecto cooperativo, llevado por los propios propietarios, que tribute en España y donde no quepan las multinacionales.