“¿Tú a qué vienes, a limpiar?” o “Bastante cobras para ser tía”: cómo es ser mujer en el sector de la construcción
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“¿Tú a qué vienes, a limpiar?” o “Bastante cobras para ser tía” son algunos de los comentarios que ha tenido que escuchar Verónica Cano, mujer que se dedica a la construcción, un sector donde la presencia femenina es minoritaria y los prejuicios abundan. Desde pequeña, la obra le había llamado la atención, influenciada por el trabajo de su madre, que se encargaba de limpiar en casas recién construidas. Cano recuerda cómo, tras el instituto, acompañaba a su madre y observaba con curiosidad a los albañiles, carpinteros y fontaneros, lo que le hizo ir aprendido poco a poco sobre herramientas y técnicas.
A pesar de su pasión y destreza, el camino no ha sido sencillo. Cuando decidió profesionalizarse como albañila —término aceptado por la Fundéu desde 2019, aunque todavía no por la RAE—, realizaba trabajos por cuenta propia y más tarde entró a una empresa de construcción. Allí, Cano enfrentó la desconfianza de sus compañeros, quienes inicialmente se resistieron a compartir cuadrilla con ella. “Con el tiempo eso cambió y ahora me tratan como a una igual”, comenta. Sin embargo, el reconocimiento de sus compañeros no ha logrado silenciar los comentarios discriminatorios de algunos clientes. “¡Anda, te traes a la mujer!”, le dijeron a uno de sus colegas, dando a entender que su presencia solo podía ser la de una acompañante.
Comentarios como este, explica, requieren hacer oídos sordos, pero reconoce que no siempre es fácil. “Es triste, pero luego muchos te piden perdón cuando terminas el trabajo. Aunque soy de pensar que en ese momento ya es tarde. Solo espero que la próxima vez que se topen con una mujer en un trabajo donde somos minoría no hagan ese tipo de comentarios, porque hay gente a la que les puede afectar negativamente y llegar a abandonar algo que realmente les gusta y les hace feliz”, reflexiona.
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Según el informe Mujeres en el Sector de la Construcción de 2023 del Observatorio Industrial de la Construcción, solo el 11,2% de las personas trabajadoras en este ámbito son mujeres. Las barreras estructurales y culturales persisten: estereotipos de género, desconfianza de los empleadores, prejuicios sobre la capacidad femenina, dificultades para conciliar la vida familiar y laboral, e incluso discriminaciones relacionadas con la posibilidad de embarazo, según el análisis.
Me costó que me aceptaran y vieran que podía trabajar igual que ellos
Inma López, quien contrató a Cano para reformar su cocina, entiende perfectamente esa realidad. Ella también ha enfrentado discriminación en su entorno laboral. Trabaja en un servicio de limpieza urgente que interviene en situaciones excepcionales, como cuando un árbol cae y bloquea una carretera. Es un trabajo duro y se requiere fuerza, explica López, quien añade que, aunque inicialmente eran solo cinco mujeres, hoy son muchas más: “Me costó que me aceptaran y vieran que podía trabajar igual que ellos”, confiesa.
Formación para el cambio
En este contexto de desigualdad surgió la iniciativa Ella Construye, para facilitar la integración de mujeres en el sector de la construcción. La empresa fue fundada por Laura Baquero, arquitecta que desde 2009 dirige su propio estudio en Madrid, donde realiza proyectos de edificación de nueva planta, obras y reformas de interiores.
Baquero recuerda que el momento clave fue en el año 2017, cuando contrató por primera vez a una albañila para esas reformas: “Los clientes comenzaron a pedir específicamente que fueran mujeres quienes trabajaran en sus obras porque les transmitían mayor confianza”, explica. Sin embargo, el mayor desafío fue encontrar trabajadoras especializadas en oficios. A pesar de ello, la empresa llegó a contar con un equipo diverso de ocho mujeres y personas trans desempeñando distintas funciones: electricistas, carpinteras, albañilas y pintoras.
Consciente de la necesidad de fomentar la presencia femenina en el sector, Baquero decidió ir más allá y comenzó a organizar talleres gratuitos de iniciación a la construcción exclusivamente para mujeres. Estos talleres abarcan múltiples especialidades: construcción en ladrillo, revestimientos, sistemas de aislamiento térmico exterior (SATE), alicatados, electricidad, fontanería y carpintería, entre otras. Las actividades varían en duración, desde un día hasta un mes, y son eminentemente prácticas, permitiendo a las participantes aprender haciendo.
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El perfil de las asistentes es variado. Según Baquero, han participado mujeres desempleadas, mujeres en situación de vulnerabilidad, empleadas que desean cambiar de sector, arquitectas, técnicas o interioristas que quieren mejorar sus competencias en obra, así como amantes de las reformas y el bricolaje, y mujeres del sector que buscan colaborar en proyectos específicos.
El camino hacia la igualdad en la construcción es todavía largo, no ha hecho más que empezar. Cano anima a todas las chicas que no se atrevan a 'meterse' en la obra: “Es un trabajo donde te sientes super realizada. Cada día se aprende algo nuevo”, asegura. Para derribar techos de cristal hay que derribar también muros de cemento.
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