Emprendimiento social en equipo en Cantabria. Con liderazgo femenino y principalmente rural. La nueva manera de hacer economía. Por Sandra Castañeda Elena.
The Social MBA: emprendimiento social desde los Valles Pasiegos
Nada más regresar a Cantabria, hace ahora un par de años, me puse las lentes de ver personas valientes dedicadas a generar valor social en y desde la comunidad. Uno de los nombres que más se repitió en las conversaciones iniciales con mis contactos locales fue el de Óscar Pérez Marcos, quien con su esposa y socia Olga Lucía (Lulú) Escobar Mejía creó, en plena pandemia, The Social MBA. Se trata de un programa de formación referente en emprendimiento e innovación social en el que han colaborado más de 150 profesionales y por el que han pasado ya más de 350 estudiantes.
Lejos de ser un máster de administración de empresas al uso, The Social MBA es un viaje de transformación personal y, por tanto, no se asemeja a las formaciones exprés típicas de los programas ejecutivos. “No se trata de consumir un MBA sino de ir generando un modo de vida a través de un proceso interior, desde el ser. Porque el emprendimiento social va de eso: de ver el mundo de la empresa y del trabajo de otra manera”, aclara Óscar mientras compartimos un café en su centro de operaciones, en el corazón de los Valles Pasiegos.
Desde aquí coordinan este postgrado en formato de microaprendizaje online que se complementa con diversos encuentros cara a cara que enriquecen el proceso. “El online es lo que abre la conversación, pero luego la gente se conecta en el espacio físico. Unas veces de manera autoorganizada, en grupos por zonas geográficas o en encuentros de a dos. Otras, lo facilitamos nosotros. Por ejemplo, una vez al año promovemos un encuentro global, de toda la comunidad, en un entorno rural y sin una agenda detallada ni estricta, para poder conectar con los ritmos de la naturaleza, crear, compartir y disfrutar”.
Organizado en tres módulos -desarrollo personal, transformación organizacional, e innovación social-, el máster se puede empezar en cualquier momento y suele llevar entre seis y doce meses. Se recorren todos los temas importantes que ayudan a despertar, proyectar y pasar a la acción, a cada persona desde el momento vital y profesional en el que se encuentre. En esa comunidad de la que nos hablaba Óscar, que se va creando orgánicamente y que, en realidad, es el centro del programa, se encuentran profesionales que no acaban de estar a gusto en sus trabajos “de 9 a 5” porque no encajan con sus valores personales, intraemprendedores de grandes compañías que buscan complementar su formación y también hay quienes alguna vez han pensado en hacer la transición hacia el sector social y quieren aprovechar su bagaje en el mundo de la empresa. “Soñamos con, de aquí a 20 años, formar a la próxima generación de agentes de cambio de España y Latinoamérica”, subraya Óscar desde esa visión a largo plazo que le hace de brújula.
Lulú explica que, dentro del llamado ecosistema de impacto o de emprendimiento social, existen aceleradoras, incubadoras, fondos de inversión e instituciones de apoyo, pero hay pocas organizaciones que inviertan en la primera fase, la de sensibilizar y despertar conciencias. “Nosotros queremos ser esa semilla o primera base que permite que alguien conecte con el impulso vital de servir al bien común. Esta fase no es típicamente rentable; donde hay retorno financiero es en la de aceleración o cuando hay inversiones. Y no solo queremos situarnos ahí, sino que queremos que sea inclusivo y democratizar el acceso a educación de calidad en emprendimiento e innovación social. Lo que legitima nuestro programa no es la cantidad que pagas por él, sino la calidad de las y los profesionales expertos con los que contamos”.
Frédéric Laloux (Reinventing Organizations), Gloria Gubianas (Hemper), Christian Felber (Economía del Bien Común) o Johana Bahamon (Acción Interna) son algunos de los nombres más conocidos. “Todos los meses tenemos invitados e invitadas fascinantes con las que entablamos conversaciones muy especiales que te permiten ver que hay personas ahí fuera en las que te quieres convertir”, remata con la ilusión de quien lo ha vivido en primera persona.
Cuando, en uno de nuestros encuentros, Óscar y Lulú me contaron que para poderte certificar tienes que hacer 10 actos de bondad y generosidad “en tu metro cuadrado” -esto es, tu casa, empresa, barrio o comunidad-, me quedé atónita y quise saber más. Efectivamente, esta inusual pareja mitad cántabra, mitad colombiana, no da puntada sin hilo y sabe que ofrecer sin esperar retorno va cambiando a las personas, generando abundancia a su alrededor y así, poco a poco, transformado el mundo.
Ellos son un ejemplo vivo y genuino de esta filosofía de vida. La generosidad se percibe desde el primer contacto en aspectos sutiles que tienen que ver con desde dónde te hablan, pero también en señales explícitas como las invitaciones a comer y conversar en su propia casa que, de hecho, es un continuo trasiego de amistades y familiares. “Yo llevo viviendo así años, tratando de generar círculos de abundancia: te enfocas en dar y generas una inercia. Para ello, una de las claves es la confianza; la otra es vivir de manera ligera”, explica Óscar, a quién recorrer el Camino de Santiago le aportó la lucidez definitiva para realizar en su propia vida el mismo cambio que opera en el alumnado de su MBA. “Hacer esa peregrinación es tener 30 días para ti, que es algo que no te dejan hacer desde la infancia. Si todos y todas tuviéramos esos espacios para nosotras, tendríamos un mundo lleno de personas comprometidas, emprendiendo o no, pero en todo caso haciendo cosas más conectadas con ellas mismas”.
La llamada “economía de la generosidad”, con la colaboración de su principal promotor, Nipun Mehta, vertebra The Social MBA, el programa estrella, pero no el único de la comunidad The Social Circle. Esta marca, creada también por esta pareja de emprendedores, da cabida a diferentes proyectos, incluyendo iniciativas internacionales que han conseguido traer a Cantabria, como The Break, para emprendedoras europeas, o Regenera Local, un encuentro de tres días que tendrá lugar en la comunidad a mediados de noviembre.
Un estilo de vida conectado con lo rural y con la naturaleza ayuda a humanizar los negocios digitales
La pregunta que les guía desde que volvieron juntos a Cantabria hace casi tres años es: ¿Será posible desarrollar y consolidar una start up digital desde un entorno rural y con un enfoque más humano? Venían determinados a crear una empresa global y, a la vez, generar impacto local y disfrutar a fondo de la crianza de su hija Lucía. Parecía rizar el rizo. “Un estilo de vida conectado con lo rural y con la naturaleza, ayuda a humanizar los negocios digitales. Tuvimos una experiencia similar en un pequeño pueblo de Asturias, pero allí yo trabajaba sin parar”, explica Lulú mientras damos un paseo por el huerto para preparar la sesión de fotos.
Óscar termina de razonar la idea: “El desafío es cómo vivir un proceso de start up sin caer en su ritmo frenético típico, sin perseguir esos patrones de éxito que pasan por levantar una ronda de inversión o vender por un dineral. Nosotros no queremos vender nuestro proyecto de vida, lo que queremos es desarrollarlo y hacerlo crecer en la dimensión que sea adecuada, de manera coherente con nuestra forma de estar. Si alquilo una oficina en un coworking en Santander y me paso allí 12 horas al día, ¿para qué he venido a Cantabria?”.
Esta última reflexión me resuena tanto aun días después de mi cita con Óscar y Lulú, que me da la sensación de que alguno de los dos se ha colado en mi cabeza. Más local, más natural, más horizontal, eran mis tres guías de futuro cuanto dejé mi trabajo en un banco europeo, poco después del traslado al pueblo en el que vivo. Quizá por eso conecto tan bien con Óscar y Lulú, almas de The Social Circle, y ejemplo de que sí, se puede.
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Emprendimiento social en equipo en Cantabria. Con liderazgo femenino y principalmente rural. La nueva manera de hacer economía. Por Sandra Castañeda Elena.
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