Esto ya te lo arreglo yo: de cómo agilizar la sanidad pública cuando conviene

Los neologismos eufemísticos son un recurso fácil en política para ponderar o denostar algo proporcionándole un determinado bautismo. Si queremos aliviar una connotación negativa, por ejemplo, los lobos ahora ya no se matan, se 'extraen', lo que sin duda suaviza mucho el concepto. Funciona en el sentido contrario. Si queremos endurecerlo, llamamos 'okupa' a un moroso o a un pobre desahuciado e inmediatamente lo adscribimos prácticamente a la categoría de delincuente. Qué decir del acrónimo MENA convertido en infame término para denigrar a personas menores de edad sin familiares que se hagan cargo de ellos.

Es una estrategia que trata de imponer nuevos sustantivos que blanqueen u oscurezcan la realidad a conveniencia, por lo general, del político de turno. El último en aplicarse en Cantabria es el absentismo laboral. En esencia se define como las ausencias voluntarias del trabajo. Incluso podríamos extenderlo al hecho de ir, pero no hacer nada, para estar prácticamente de brazos cruzados.

Pero ahora el absentismo ha cobrado una nueva dimensión. En esta legislatura, desde el Gobierno llaman absentistas a los trabajadores que están de baja médica y se lo reprochan vivamente a los docentes en medio de una negociación salarial para que aparezcan ante la opinión pública como unos vagos tunantes que no merecen más sueldo. Extrañamente nada se dice de quienes firman esas bajas médicas, certificadas por profesionales públicos de la salud.

Una cosa es que los ciudadanos protesten porque no tengan médico y otra distinta es que protesten los empresarios porque a sus empleados tardan mucho en atenderles en el hospital

Lo cierto es que la Consejería de Salud tampoco ha hecho mucho por mejorar la atención sanitaria. El consejero, César Pascual (PP), se limita a explicar que todo va mal y que va a ir a peor el próximo verano porque no hay ni médicos suficientes ni soluciones. Tanto predicar el apocalipsis, además, está contribuyendo a incrementar -no vamos a malpensar que de forma interesada- el número de pólizas de seguros médicos privados. Renunciamos a exigir una sanidad pública de calidad y empezamos a pagar por una privada donde, al parecer, no escasean tanto los médicos.  

Pero una cosa es que los ciudadanos protesten porque no tengan médico y otra distinta es que protesten los empresarios porque a sus empleados tardan mucho en atenderles en el hospital.

Resulta que, en esta coyuntura, a la presidenta de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga (PP), no le parece “razonable” que haya tantas demoras para consultar u operar a las personas que están de baja porque perjudican a los intereses de los empresarios. Es decir, la preocupación no es en términos humanitarios, sino económicos, y ha dicho que hay que agilizar las inspecciones médicas y poner más psicólogos.

Así que el otro día, tras este compromiso adquirido con los responsables de CEOE, tuvimos la fugaz impresión de que Buruaga mostraba cierta compasión. Pero resultó que no era hacia los enfermos, sino hacia sus jefes. Al Gobierno de Cantabria solo le preocupa nuestra salud cuando los empresarios protestan.