No pienses en la pancarta

'No pienses en un elefante' es el título de un conocido libro del filósofo estadounidense George Lakoff... y lo que le ha ocurrido esta semana en primera persona al consejero de Fomento de Cantabria, Roberto Media. Empeñado en menospreciar a sus adversarios políticos, en ridiculizarlos hasta la náusea e intentar restar valor a sus acciones reivindicativas desde una débil oposición extraparlamentaria -que, sin embargo, le saca de quicio descaradamente-, uno de los hombres fuertes del Gobierno de María José Sáenz de Buruaga ha caído de lleno en el marco mental que propone Cantabristas, una joven y emergente formación política que está sabiendo conectar de manera bastante hábil con una sensibilidad social muy vinculada al territorio y a la defensa del patrimonio medioambiental y cultural de nuestra tierra.

En este caso, la frase más precisa que le deberíamos aplicar a Roberto Media -y por extensión, a todo el Partido Popular de Cantabria- no tiene tanto que ver con el elefante que menciona expresamente el investigador y lingüista californiano en su obra, en referencia explícita al símbolo oficial del Partido Republicano en Estados Unidos y a sus políticas neoliberales y ultracapitalistas. Para ser exactos, lo que le ha ocurrido al verborreico consejero cántabro ha sido algo así como: 'No pienses en la pancarta'. Y es que, ni en los mejores sueños de Cantabristas cuando diseñaron esta protesta en la cima de Peña Labra contra la hipotética carretera Reinosa-Potes que impulsa el PP, podrían haber imaginado Paulu Lobete y los suyos que iban a tocar tanto la fibra al máximo responsable de esta obra faraónica, hasta convertirse por méritos propios en los protagonistas principales del debate social y político de Cantabria durante toda la semana.

'Nuestras montañas se defienden', decía la pancarta de 30 metros que mostraron en esa cima tan emblemática para los cántabros y cántabras, con el telón de fondo del Pico Tres Mares y toda la zona natural protegida de los valles altos del Nansa, del Saja y Alto Campoo. A primera vista, un mensaje bastante neutro que casi cualquiera puede compartir. Era una acción efectista, bien organizada, que daba para ocupar algunos titulares y circular bien en redes un par de días. Con un poquito de suerte, para viralizarse entre un núcleo reducido de convencidos para la causa, para seguir progresando políticamente en un sector de la izquierda y el regionalismo cántabro más nacionalista que está huérfano de alternativas políticas solventes. Con algo más de fortuna incluso, para afianzarse a largo plazo en el imaginario colectivo y sembrar la semilla de un futuro movimiento crítico contra esa infraestructura valorada en cerca de 100 millones de euros y que no estará acabada en ningún caso hasta dentro de una década, en las previsiones más optimistas. 

Sin embargo, se ha convertido en la mejor campaña de promoción posible para Cantabristas, a la altura de la manifestación en la que movilizaron a cerca de 10.000 personas en Loredo hace unos meses contra el autodenominado proyecto turístico de la 'Ibiza del Norte'. Entrevistas en radio, prensa y televisión, un manifiesto firmado ya por cerca de medio millar de expertos e investigadores de diversas disciplinas científicas, artículos para explicar qué es Cantabristas o para profundizar en el proyecto de construcción de esa carretera que el PP reivindica como una promesa electoral cumplida, pero que levantará mucha polvareda si sigue adelante. Misión cumplida, por tanto. Y sin menospreciar el gran trabajo estratégico y político de Lobete y su núcleo duro, no podemos obviar que han tenido un colaborador necesario e imprescindible, que no ha sabido callarse a tiempo, evitar el charco y ahorrarse problemas. Es de primero de política: no entres en el marco de tu adversario, no le compres su relato, no lo menciones siquiera, ignóralo. Ya pasará el chaparrón. 

Es lícito que en Cantabristas sueñen con obtener representación parlamentaria en la próxima legislatura. A partir de entonces no van a necesitar una pancarta para comunicarse con el consejero. Aunque Roberto Media siga pensando en ella

Pero no. Roberto Media no desperdicia una ocasión como esta: “¿Quiénes son esta gente? ¿Se les conoce en algún sitio? ¿A quién representan? Yo creo que hay que ser un poco más serios… Está muy bien que uno el fin de semana quiera subir a Peña Labra o alguna otra montaña de Cantabria a poner un cartel que supongo que tardaron un tiempo en colocar porque no habría gente suficiente para aguantarlo. Ya está bien de hacer el idiota, vamos a decirlo así... Igual tendrían que dedicar los fines de semana a cosas más productivas. Los cuatro que suben a hacer turismo los fines de semana no nos van a hacer dar un paso atrás”. Créeme, leído pierde un poco de fuerza. La ira y el desprecio que destilan estas palabras se aprecian más escuchadas de viva voz y pronunciadas por el consejero. Creo que las risas y los aplausos en la sede de Cantabristas se habrán escuchado desde Potes hasta Reinosa, por lo menos. Todo el trabajo previo ha sido recompensado ampliamente gracias a un miembro del Gobierno que no supo contar hasta diez.

Con el PRC en horas bajas y con una refundación pendiente que será imprescindible tras la salida definitiva de Miguel Ángel Revilla de la primera línea política después de casi medio siglo; con el PSOE lamiéndose las heridas después de sus turbulentas primarias y con un liderazgo por contrastar; con una izquierda alternativa -llámese Podemos, Sumar, Izquierda Unida o el nombre con el que bauticen a su próximo artefacto electoral- que ni está ni se la espera en nuestra comunidad autónoma, la autopista despejada que tiene Cantabristas por delante puede ser una oportunidad histórica para consolidar un proyecto político que se está cociendo a fuego lento, tocando las teclas oportunas y centrando muy bien su discurso en cuatro o cinco temas que generan un consenso bastante amplio y transversal: la turistificación y los problemas que genera a los cántabros, con la vivienda como eje fundamental, la defensa del patrimonio y el respeto por el entorno natural. Si además se encuentran con regalos inesperados como el que les han hecho esta semana desde el PP poniéndoles el altavoz y saben abrirse a la sociedad para llegar a capas más amplias de la población, es lícito que sueñen con obtener representación parlamentaria en la próxima legislatura. A partir de entonces no van a necesitar una pancarta para comunicarse con el consejero. Aunque Roberto Media siga pensando en ella.