Toledo, esa gran roca sobre la que dormita un reptil, en la obra de Luis Béjar, “uno de los mejores narradores del país”

“Luis Béjar tenía mucha, muchísima literatura en la cabeza. También en su biblioteca y existen decenas de poemas inéditos. Fue un profesor de Literatura al que sus alumnos adoraban. Parecía un ogro y jugaba ese papel. Su voz imponía, pero era una especie de coraza”.
Al editor toledano Antonio Pareja se le iluminan lo ojos cuando describe a uno de sus grandes amigos durante una entrevista en un céntrico local de Toledo. Fue el “maestro”, el poeta, dramaturgo y novelista e incluso el político. De esos que se implican para cambiar las cosas y si no pueden hacerlo, lo dejan.
Luis Béjar (Toledo, 1943-2011) es uno de los mejores (y quizá más desconocidos) escritores en nuestro país. “Era un toledano, muy toledano, con una relación de amor-odio por la ciudad que era de libro. No era capaz de salir de ella y de soltar amarras. Eso le perjudicó mucho”, apostilla el editor, al recordar que fue amigo de grandes escritores como Luis Mateo Díez o Manuel Longares y del cineasta José Luis García Sánchez... “Si se hubiese ido a Madrid su obra hubiera tenido otra proyección, aunque su obra ha sido muy reconocida y de hecho tiene muchos premios”.

“Fue uno de los mejores narradores del país, un escritor como la copa de un pino”, añade Antonio Pareja.
Acaba de publicar ‘El sueño del Reptil’ (Los libros del rinoceronte, 2025). Fue la última novela de Béjar y se convierte en su segundo libro póstumo. El manuscrito lo había dejado listo poco antes de su muerte. “La portada del libro viene a expresar cómo veía él a Toledo, como una gran roca sobre la que dormita un reptil”.
Me entregó el manuscrito la misma tarde en la que murió a causa de la leucemia. Lo estaba corrigiendo y era ya la tercera de las correcciones. Por eso me he atrevido a publicarlo. No podía quedarse en el cajón, hubiera sido una cabronada por mi parte no hacerlo
“Es una novela cien por cien toledana pero no toledanista”, escribe el periodista Enrique Sánchez Lubián en la contraportada de un libro que sitúa al lector en el Toledo de la II República, una ciudad donde no ha sido especialmente reconocido, más allá de recibir el título de 'concejal honorario'.
Toledo es mío, mío, mío… y de nadie más. El blog que publicaba sigue colgado en internet, anclado en el año de su muerte, como fiel reflejo de lo que era y de su relación con la ciudad, su historia y sus personajes, de presente o de pasado. “Si uno lee lo que escribía, era incendiario. Ahí salen sus ‘cosas’ contra Gregorio Marañón, contra José Bono, contra la presidenta no se cuántos, como llamaba a Cospedal y en general, sobre el papanatismo en la sociedad y otras muchas cosas, pero convivía con cualquiera”, comenta Antonio Pareja, al recordar cómo una vez anunció a su grupo de habituales comensales que una tarde se iba a sumar el entonces alcalde, José Manuel Molina, del PP. “Iba, como otros, sabiendo que alguna se iba a llevar”.
Para Sánchez Lubián fue “con diferencia es el mejor autor contemporáneo porque recoge la herencia literaria de Galdós, Bécquer, Urabayen… En sus obras, Toledo es un personaje más con el que se muestra muy crítico. Y lo es porque la ciudad le duele al estar tan ensimismada en su pasado, sin ver más allá. Hacía una literatura muy crítica”, explica el periodista que le conoció como redactor del diario Ya, un medio con el que mantenía un abierto enfrentamiento.
La novela sin embargo no fue su primera opción literaria. Antes había apostado por el teatro y la poesía, dos de sus grandes pasiones. “Fue una de las personas más pudorosas que he conocido. Me costó años que me dejase un poemario para publicarlo. Su calidad era excepcional”, recuerda Antonio Pareja. Fue la obra Donde viven las cosas, que vio la luz en 1998.
El político
Béjar fue profesor de Literatura en Secundaria, pero también uno de los impulsores del sindicato CCOO que militó en el PCE. De hecho, fue concejal en Toledo en las dos primeras legislaturas de la vigente democracia.
En 1979 las elecciones las ganó la UCD con el economista toledano Juan Ignacio de Mesa al frente, uno de los que, a la postre, sería uno de grandes amigos del escritor. El nuevo alcalde ofreció un pacto al PSOE y al PCE. Béjar pudo implicarse entonces en iniciativas como la restauración de La Posada de la Hermandad, una antigua prisión, para ser destinada a usos culturales o evitar el cierre del emblemático Teatro de Rojas que había sido clausurado por orden gubernativa debido a su mal estado. “En el Partido Comunista pensaron, y lo debatieron incluso: tenían que proponer exactamente lo contrario de lo que querían que saliese adelante en el Pleno municipal”, comenta el editor.
Es conocido por su interés en impulsar la cultura en Toledo y proteger su patrimonio y en este aspecto también tuvo malos tragos en esa etapa. El diccionario biográfico de Castilla-La Mancha recoge su “emblemática” campaña junto al socialista Martín Molina para mantener abierto el desaparecido Café Español de la plaza de Zocodover, cuyo edificio había sido adquirido por la Caja Postal para instalar oficinas.
Allí se habían rodado algunas de las escenas de Tristana, la película de Luis Buñuel. Pese a conseguir el apoyo de personalidades e intelectuales destacados como el arquitecto Fernando Chueca, los filósofos Julián Marías y José Luis López Aranguren o el escritor Juan García Hortelano, no pudo evitarse el cierre del café en 1991. Luis Béjar dijo entonces que había triunfado “el poder avasallante del dinero de los bancos”.

Formó parte del Gobierno local allá por 1983, tras dar su apoyo a la que sería la primera legislatura del socialista Joaquín Sánchez Garrido. Dimitió meses después alegando motivos personales. “Tenía una cierta aversión al PSOE, pero entendía que, si se querían hacer cambios, había que estar en el poder. Llegó a la política para trabajar e intentar cambiar una ciudad, como decía Galdós, muerta, muerta para no renacer jamás”, cuenta Antonio Pareja.
Siete novelas, teatro y poesía
Luis Béjar escribió siete novelas. Se estrenó en 1976 con El coleccionista de agujeros, con la que obtendría cinco años después el Premio Eulalio Ferrer de Novela concedido por el Ateneo de Santander.
Antes, en 1978, su segunda novela, Aquello es lo que llamábamos Berlín, había obtenido el premio Sésamo, un trampolín para escritores noveles, que también recibieron autores tan conocidos hoy como Juan José Millás, Eduardo Mendicutti o Soledad Puértolas. Había sido instaurado por el conquense Tomás Cruz, propietario de las Cuevas de Sésamo, en Madrid.
La tercera novela vio la luz en 1989. El manuscrito de París fue Premio de Novela de Castilla-La Mancha. En 1995, con El viejo sonido del arco iris se hizo con el Premio Francisco Ayala que concede el Ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes.
No fue hasta 2010 cuando se publicó Un error de cálculo y entre ambas noveles prologó La catedral, la novela de Blasco Ibáñez publicada por Antonio Pareja, una de las cuatro del editor para las que Béjar se prestó. “En esos prólogos se desnudó mucho sobre sus gustos literarios. A veces se autodenominaba Zalacaín, el aventurero, y dejó clara su pasión por Galdós, aunque después apartase de su propia obra el realismo galdosiano. Se sentía más cerca de Cortázar”.
Su muerte, en julio de 2011, le impidió a Luis Béjar ver publicada la novela que ya tenía acabada, La razón de las piedras, que llegó a las librerías en septiembre de ese mismo año.

Dejó también inédito el manuscrito de ‘El sueño del reptil’ para el que manejó varios títulos hasta llegar al definitivo. Eso puede apreciarse en la edición del libro que cuidadosamente ha preparado Antonio Pareja y que ahora ve la luz. “Solíamos hablar mucho de la muerte. Él se agarró mucho a la vida. A su nieto. Me entregó el manuscrito la misma tarde en la que murió a causa de la leucemia. Lo estaba corrigiendo y era ya la tercera de las correcciones. Por eso me he atrevido a publicarlo. No podía quedarse en el cajón, hubiera sido una cabronada por mi parte no hacerlo”.
“Él quería hacer una crónica que abarcase desde 1934, con el famoso crimen de Moraleda, hasta 1945, cuando se produjo una redada al PCE”, explica Lubián. “Este libro podría haberse enclavado en cualquier lugar, el paso de la II República, la llegada de la guerra civil en la que todos perdieron de alguna manera, y lo que ocurrió después en unas atmósferas que son muy toledanas”.
La última obra de Béjar navega entre una parte muy personal e íntima, comenzando por las reflexiones en torno a la muerte de su padre, las surrealistas andanzas de los integrantes de la conocida como Orden de Toledo, fundada entre otros por Dalí, Lorca o Buñuel y el famoso crimen de Moraleda, ocurrido en 1934, con la muerte del propietario del bar Toledo.
El propio Enrique Sánchez Lubián dedicó uno de los capítulos de su libro 'Crónica negra de Toledo. Truhanes, pícaros, asesinos y otras gentes de mal vivir' a este episodio, en el que se vio involucrado como testigo uno de los camareros del local, Raimundo Cabrera, abuelo de la jefa de Cultura de elDiario.es, Elena Cabrera, quien en el que fue su primer ensayo, Algunas lagunas (La Imprenta, 2021), citaba precisamente al propio Bejár y a este libro póstumo.
‘El sueño del reptil’ se presenta en la Sala capitular del Ayuntamiento de Toledo este miércoles 2 de marzo, a las 19 horas.
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