Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
La 'ley mordaza' cumple diez años sin derogación a la vista tras recaudar mil millones
Los familiares de las víctimas en residencias que plantan cara a Ayuso en la Fiscalía
OPINIÓN | 'La pandemia de los sentimientos', por Enric González
Sobre este blog

Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.

Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.

La guerra es un negocio, la paz es resistencia

Una niña palestina en el interior de su casa destrozada por la guerra, en la Ciudad de Gaza el 24 de febrero de 2025.

0

“Solo le pido a Dios

que la guerra no me sea indiferente,

es un monstruo grande y pisa fuerte,

toda la pobre inocencia de la gente“.

Nos han enseñado a llorar algunas guerras y a ignorar otras. Nos han entrenado para indignarnos selectivamente, para marchar contra los conflictos que ocupan las portadas, mientras cerramos los ojos ante aquellos que no aparecen en las noticias. ¿Quién llora por Yemen? ¿Quién se moviliza por Sudán del Sur? ¿Dónde están las banderas en los balcones por la tragedia en la República Democrática del Congo? En Occidente, algunos conflictos son utilizados como moneda de cambio política, mientras que otros quedan enterrados bajo la indiferencia. Pero cada bomba, sin importar dónde caiga, arrasa con los mismos sueños. Cada guerra deja los mismos huérfanos, las mismas ciudades en ruinas, la misma pobreza, el mismo dolor.

Sin embargo, la hipocresía de los gobiernos y de muchos otros y otras establece qué guerra merece atención y cuál debe ser olvidada. Así se manipulan las emociones colectivas, así se fabrican aliados y enemigos, así se perpetúa el sistema de violencia global que nos han impuesto. La guerra no es inevitable, es una decisión política, una industria que necesita alimentarse constantemente de nuevos conflictos. Y mientras sigamos permitiendo que la indignación se administre según los intereses geopolíticos del momento, seremos cómplices de su perpetuación.

“La guerra nos trae paz”: el engaño que nos mantiene sometidos

“Solo le pido a Dios,

que el dolor no me sea indiferente,

que la reseca muerte no me encuentre,

vacío y solo, sin haber hecho lo suficiente“.

Nos han vendido la guerra como un instrumento para alcanzar la paz, pero la historia nos demuestra lo contrario. Cada conflicto armado deja cicatrices profundas que no se borran con tratados. Detrás de cada guerra hay intereses económicos, ambiciones de poder y una industria armamentista que necesita guerras para seguir funcionando.

Las y los políticos nos hablan de “guerras preventivas”, de “intervenciones humanitarias”, de “defensa de la democracia”. Pero, en realidad, la guerra es un negocio. Yemen lleva casi una década desangrándose en un conflicto patrocinado por potencias extranjeras. Sudán vive una guerra civil olvidada, con millones de desplazados. La República Centroafricana sigue en guerra mientras el mundo mira hacia otro lado. Estas guerras no tienen portadas, no generan declaraciones de emergencia en las cumbres internacionales, porque no son rentables para la narrativa occidental.

Si la guerra fuera realmente un camino hacia la paz, ya viviríamos en un mundo sin conflictos. Pero la realidad es que la paz no se consigue con más armas, sino con justicia social, con acceso equitativo a los recursos, con políticas que prioricen el bienestar de los pueblos y no los intereses de los grandes conglomerados económicos.

“Invertir en defensa es invertir en seguridad”: la gran estafa global

“Solo le pido a Dios,

que la injusticia no me sea indiferente,

que no me abofeteen la otra mejilla,

después que una garra me arañó esta suerte“.

Mientras los gobiernos justifican presupuestos militares multimillonarios, las escuelas cierran por falta de fondos, los hospitales colapsan y la pobreza sigue creciendo. Nos han hecho creer que la “seguridad nacional” depende de ejércitos y de armamento, cuando en realidad la verdadera seguridad radica en sociedades sin hambre, sin desigualdad, sin violencia estructural.

Cada euro invertido en la guerra es un euro robado a la educación, a la salud, a la investigación científica. Pero a los gobiernos no les interesa la seguridad real de sus pueblos, sino la estabilidad del sistema económico que permite a la industria armamentista seguir acumulando riqueza. No se trata de proteger a las naciones, sino de garantizar que la maquinaria de guerra nunca deje de funcionar.

Y es que el negocio de la guerra no conoce fronteras. Mientras la ONU lanza llamamientos por la paz, sus propios miembros venden armas a dictaduras y regímenes represivos. Mientras nos escandalizamos por algunos conflictos, financiamos otros con nuestro silencio.

Si la guerra no nos es indiferente, hay esperanza

“Solo le pido a Dios,

que la guerra no me sea indiferente“.

La canción de León Gieco es un grito de resistencia, un himno que no deja de sonar en la voz y en el corazón de miles de personas. No es solo una melodía, sino un compromiso con la paz, una denuncia contra la injusticia, una exigencia de un mundo sin guerra. “Solo le pido a Dios” ha trascendido fronteras, generaciones y contextos históricos porque sigue siendo dolorosamente actual, porque el monstruo de la guerra sigue pisando fuerte.

Es una canción de necesaria esperanza, un recordatorio de que la lucha contra la guerra no es en vano. Cada vez que resuena, despierta conciencias, une voluntades, sacude la indiferencia. Es la voz de quienes han perdido todo en los conflictos, pero también de quienes se niegan a aceptar la guerra como destino inevitable.

Si la guerra no nos es indiferente, significa que todavía hay corazones que laten con indignación. Que hay voces que se alzan contra la violencia. Que hay personas que entienden que la paz no es solo un deseo, sino una lucha política.

Porque el día que la guerra nos deje de ser indiferente, la historia dará un giro. Y entonces, por primera vez, los que fabrican la violencia sabrán lo que es sentir miedo.

Sobre este blog

Palabras Clave es el espacio de opinión, análisis y reflexión de eldiario.es Castilla-La Mancha, un punto de encuentro y participación colectiva.

Las opiniones vertidas en este espacio son responsabilidad de sus autores.

Etiquetas
stats