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REPORTAJE

Salud comunitaria, un viaje de vuelta al origen

Centro de Salud en Albacete

José Iván Suárez

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Desde hace decenas de miles de años, cuando una persona de la tribu enfermaba o sufría algún percance de salud, el resto de la comunidad le cuidaba. Arqueólogos y científicos han demostrado este comportamiento humano en numerosos yacimientos como la Sima de los Huesos, en Atapuerca. La supervivencia de los propios grupos humanos dependió de esta solidaridad entre todos sus miembros. Es más, según investigadores de la Universidad de Durham en el Reino Unido, el hecho de cuidar a los enfermos permitió a los primeros hombres controlar la propagación de enfermedades. Y esta idea, tan intuitiva, tan puramente humana, está en las entrañas de un movimiento sanitario cada vez más en auge: la Salud Comunitaria.   

Para recorrer este viaje de vuelta al origen, no nos marchamos muy lejos. En la provincia de Albacete encontramos ejemplos de una dinámica muy presente. “La Salud Comunitaria podría definirse como la respuesta o la expresión de salud que tiene un territorio o barrio determinado, tanto a nivel individual como grupal y en la que influyen, además de los factores que determinan la salud de cada una de las personas que viven en ese territorio o barrio, las condiciones de vida de esas personas; desde factores ambientales, socioeconómicos o culturales”, explica Miguel Ángel Sáez, enfermero en el Centro de Salud Hellín 2.  

El profesional lleva años atendiendo a los vecinos de los barrios de Calvario y Ribera. Trabajando en este lugar de la ciudad de Hellín ha podido comprobar el valor de la Salud Comunitaria. El enfermero ofrece un matiz que centra el estado de la cuestión: “Siempre hemos pensado que los estilos de vida eran lo que nos van a marcar el nivel de salud de cada persona, pero hay una serie de condicionantes que van a marcar esos estilos de vida”.

Apunta que “el hecho de que tengamos un parque o zonas verdes cerca de casa, que podamos desplazarnos en bici con nuestros hijos, las condiciones de la vivienda en la que habitamos o que estemos en situación de desempleo; todo esto es lo que nos va a determinar nuestra salud tanto a nivel individual como colectiva de todas las personas que viven en un barrio”.  

Mesa de Salud

Desde hace más de una década, este barrio de Hellín es un emblema en las iniciativas basadas en la participación ciudadana para una mayor salud. De hecho, con la implicación de profesionales, asociaciones y administraciones públicas, funciona la Mesa de Salud Comunitaria que se reúne con periodicidad y promueve numerosas actividades como el intercambio de fruta por cigarros, los paseos saludables o las charlas formativas.

Miguel Ángel Sáez recurre a la expresión del médico Rafa Cofiño quien suele decir que el código postal influye más en la salud que el código genético. Con sus años de experiencia, el enfermero albaceteño ha sido uno de los profesionales encargados de la elaboración de la 'Estrategia de Salud Comunitaria de Castilla-La Mancha', la hoja de ruta de nuestra comunidad autónoma para “dotar de gobernanza a esta actividad, orientar en un objetivo común, hacer sistemático este trabajo y promover la orientación comunitaria en las políticas sanitarias de nuestra región”. O lo que es lo mismo, las personas, las familias, los grupos de población deben formar parte de la responsabilidad en la mejora de la salud individual y colectiva.  

La enfermera rodense Juani Vinuesa también aportó sus conocimientos al documento de la Consejería de Sanidad donde se conjugan esfuerzos y esperanzas para esta transformación. Cuenta que “en los centros de salud atendemos a la enfermedad, curamos, hacemos analíticas, pruebas diagnósticas, todo gira alrededor de la enfermedad, y la Salud Comunitaria es la oportunidad que tenemos para sacar la salud fuera del centro y poner nuestros conocimientos, como sanitarios que somos, a disposición de la población y que tomen conciencia del papel que ellos tienen que jugar para mantener su salud y prevenir la enfermedad”.

La ciudadanía tiene un papel principal en su propia salud. Vinuesa lo expresa de otra manera: “Debemos crear una conciencia colectiva para que las personas sean conscientes de que la salud está en todo lo que les rodea y cómo pueden tener esta conciencia colectiva”.

 

El concepto de Salud Comunitaria empezó a escucharse con mayor fuerza en 1978, cuando en la conferencia internacional celebrada en la antigua Unión Soviética se emitió la declaración de Alma Ata que interpelaba a los gobiernos a preocuparse por la equidad y que la salud llegara a toda la población.

A partir de 1984, comenzó a aplicarse en España cuando se sentaron las bases de la Atención Primaria. Recuerda Juani Vinuesa: “Nació con este espíritu, de conseguir que la salud llegara a todas partes, a las zonas rurales, que estaban abandonadas en ese momento; luego, poco a poco, se nos ha ido olvidando. Yo llegué en el 2000 a Atención Primaria y no había nada sobre Salud Comunitaria”.

Entre algunos profesionales sanitarios existe la idea de que este tipo de actividades es algo voluntario y no lo tienen asumido como parte del trabajo. Sin embargo, en las nuevas generaciones de profesionales en Familiar y Comunitaria, la mentalidad de 'Salud Comunitaria' late con mayor intensidad. Para muestra de esta nueva tendencia, apenas tres píldoras con enfermeras como protagonistas.

Liderazgo de la Enfermería

Rosario Sánchez Rama impulsó en el Consultorio Local de Fuentealbilla el proyecto 'Los viernes comunitarios' que ha sacado a los vecinos a caminar por el pueblo y a disfrutar de charlas sobre distintas materias. En Isso, pedanía de Hellín, Toñi Vélez ha realizado una intervención comunitaria educativa para mejorar la convivencia de personas con necesidades paliativas y que, además, le servirá como estudio para ver la efectividad de este tipo de actuaciones.

Y, por último, en Nerpio, Sara del Olmo Romero ha venido desarrollando un estudio, publicado en una revista internacional, en el que ha demostrado cómo la soledad y el aislamiento de las personas en la zonas rurales afecta a la salud. Con una muestra de 310 pacientes, ha puesto sobre el papel la importancia de los factores ambientales en el síndrome metabólico.

 No son propuestas aisladas. Ni son las únicas, pues en Lezuza, Tarazona de la Mancha, Chinchilla o La Roda, profesionales de Enfermería también dedican parte de su tiempo a este tipo de iniciativas que promueven la salud en la comunidad. Para que esta buena ola alcance a más profesionales, recientemente el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha ha impartido una formación de 45 horas a profesionales de Atención Primaria para aumentar esta capacidad en Salud Comunitaria, generar sinergias y ampliar la red de colaboración.

En cualquier caso y visto lo visto, de este movimiento está tirando mucho la Enfermería. Dice al respecto Miguel Ángel Sáez: “La enfermera especialista en Atención Familiar y Comunitaria, sin duda alguna, por formación, desarrollo de competencias y capacidad, creo que es la que debe liderar el cambio tan necesario en nuestra Atención Primaria; este cambio debe producirse desde dentro, ojalá haya valentía”. El crecimiento de la profesión ha sido exponencial desde que esta formación adquiriera rango universitario en 1977.

De la misma opinión es Juani Vinuesa. La Enfermería está liderando el cambio también a través de la redacción de guías de buenas prácticas, prevención del suicidio o dando un paso al frente ante la escasez de profesionales médicos. La enfermera de la Gerencia de Atención Integrada de Albacete recuerda una anécdota personal que explica el impacto de una sencilla iniciativa de Salud Comunitaria: “Un miércoles, impartí un taller sobre lavado de manos en el Colegio de Quintanar del Rey, con la luz ultravioleta y los geles de bacterias. Solo dos días después, cortaron las clases por la pandemia, tuvieron una información muy fresca para todo lo que vino después”. A esas edades, los niños asimilan los conocimientos con gran facilidad.  

En los últimos años, en toda la provincia de Albacete se han intensificado las charlas en centros educativos. Fruto de esta voluntad destacan los proyectos de la Semana Saludable o Clases sin Humo, en los colegios del área Integrada de Albacete y Salud Joven Hellín, con desarrollo en los institutos de esta ciudad. Alcohol, bebidas energéticas, alimentación, tabaquismo, higiene postural o primeros auxilios son las materias que los profesionales sanitarios acercan a los menores.

Para los mayores, Castilla-La Mancha viene impulsando igualmente las distintas escuelas de salud y cuidados para que los propios pacientes se empoderen sobre sus patologías. Otra de las iniciativas que se ha ideado desde la Consejería de Sanidad para promoción de los hábitos saludables y el ejercicio es el programa '7000pasosX'.

Más de 30.000 personas de toda la comunidad autónoma han salido a caminar en cientos de municipios y lo han hecho de una manera muy sana, es decir, en familia y con amigos. Porque más allá de poner a prueba las piernas o disfrutar de las riquezas naturales y patrimoniales de la región, las rutas han propiciado momentos de charla, risas y convivencia. Esencia de una salud pura.  

'Yo soy Franciscanos'

 El sendero hacia la Salud Comunitaria no sería posible sin la participación de colectivos implantados en el territorio, implicación de profesionales de distintos ámbitos y la existencia de una ciudadanía atenta a los cambios que se operan a nuestro alrededor. En la ciudad de Albacete, existe un proyecto que cumple estos parámetros. 'Yo soy Franciscanos' es más que el nombre de un proyecto, es una auténtica experiencia. Detrás de esta iniciativa tiene un peso fundamental la Asociación IntermediAcción.

Este colectivo funciona en Castilla-La Mancha desde 2006, cuando inició su andadura en Toledo. En 2016, amplió sus actividades en Hellín y desde 2020 viene trabajando en la ciudad de Albacete y también lo hace en Tobarra. Aunque de manera puntual, a través de formaciones o procesos de asesoramiento, interviene en otros puntos de la región.

La coordinadora del proyecto de intervención comunitaria en el barrio de Franciscanos, Vanesa López Peñarrubia, comenta que “llevamos años trabajando en la región bajo la idea de promover sociedades más inclusivas y sostenibles, con mayores niveles de convivencia y participación”. La trabajadora social afirma que el trabajo comunitario consiste en poner en valor todo lo existente en el barrio (vecinos, asociaciones, recursos, comercios, etc), visibilizar, conectar intereses comunes, “con el fin de poder afrontar de manera eficaz y positiva respuestas conjuntas y creativas a retos que el propio barrio irá consensuando y considerando”. De alguna manera, hay que romper la vieja idea de la intervención comunitaria ligada con lo pobre, marginal, con lo excluido.

Cuenta López Peñarrubia que “vivimos cada vez en sociedades más individualizadas que se caracterizan por dar lugar a individuos desvinculados y a prácticas sociales atomizadas; cada vez, nos sentimos menos conectados con lo que nos rodea. Necesitamos redes, necesitamos a los demás, necesitamos lo comunitario para vivir mejor y sentirnos más parte del lugar en el que estamos”.  

Esta es la esencia de 'Yo soy Franciscanos', un proyecto que según la trabajadora social, “podría funcionar en cualquier barrio o territorio, ya que responde a una necesidad cada vez más actual y vital”. Una de las estructuras fundamentales para el funcionamiento de la iniciativa es la Mesa de Salud Comunitaria que lleva un tiempo trabajando de la mano de 14 recursos técnicos y 26 profesionales de los centros de salud Zona 5A y 5B, Zona 3, Unidad Docente de la Gerencia de Atención Integrada de Albacete del SESCAM, Facultad de Enfermería, IntermediAcción, Asprona, Teléfono de la Esperanza, Asociación In Genero, AFAEPS, Médicos del Mundo, Fundación Atenea, Servicios Sociales de Atención Primaria del Ensanche y Delegación Provincial de Sanidad.  

Una de las primeras acciones que desarrollaron los profesionales en colaboración con ciudadanos fue la creación de un mapa de activos en salud del barrio. Gracias a este trabajo se identificaron y localizaron aquellas riquezas y recursos que generan salud entre los vecinos.

En total, en el mapa se han incluido más de 200 recursos de diferentes tipos: servicios públicos, recursos técnicos, entidades del tercer sector, asociaciones, plataformas ciudadanas, iniciativas, equipamiento e incluso patrimonio y activos urbanísticos. El mapa ha sido elaborado de forma cooperativa entre más de 90 profesionales y vecinos y puede consultarse de forma online, no solo para los 21.464 habitantes del barrio de Franciscanos sino también para quienes deciden venirse a vivir a este barrio albaceteño que tomó su nombre de la construcción de la parroquia en 1972.  

Para Vanesa López Peñarrubia es un “privilegio poder trabajar en mi barrio” y añade que “me siento contenta de la gran oportunidad de poder ser testigo de la belleza y de la magia que surge cuando las personas nos conectamos unas a otras; y los problemas son menos problemas por que los compartimos y las soluciones van saliendo solas”. La cohesión social y la inclusión se están fortaleciendo en Franciscanos, en Albacete y también en Hellín, en los barrios de Calvario y Ribera. Dos botones de una muestra significativa. El poder de la participación ciudadana, la energía positiva que genera la convivencia ciudadana, el potencial del trabajo en comunidad. Unas ideas que tenazmente comienzan a abrirse paso. Porque, aunque el concepto de Salud Comunitaria surgió hace más de un siglo, es ahora cuando el término parece adquirir relevancia con aromas de modernidad.  

En plena transformación

Y en la transformación estamos. Desde la Consejería de Sanidad de Castilla-La Mancha se está impulsando la Estrategia regional de Salud Comunitaria para implementar todas las medidas que influyan en este cambio. Mediante esta guía, en cuya elaboración participaron más de veinte profesionales de origen multidisciplinar, se quiere avanzar en los mecanismos de coordinación entre los distintos ámbitos como la Atención Primaria, la Salud Pública, las entidades locales y otros sectores, teniendo como aspiración mejorar el bienestar de la comunidad proporcionando un marco de trabajo común a la propia realidad de Castilla-La Mancha. La idea es sencilla pero contundente: trabajar con las personas antes de que enfermen.

 El documento se presentó en octubre de 2023 y para aunar estas voluntades y compartir experiencias, el pasado mes de noviembre se celebró en la región la primera jornada de Salud Comunitaria a la que asistieron más de un centenar de personas. Fruto de este análisis, se han determinado tres objetivos estratégicos básicos: aumentar la prevención primaria, basada en las actividades de promoción y educación para la salud en todas las etapas y en todos los entornos de la vida; fomentar la participación ciudadana y avanzar en su corresponsabilidad y, por último, potenciar el papel de la Atención Primaria como eje principal del sistema.

Según cuenta Carmen Encinas, directora general de Planificación, Ordenación e Inspección Sanitaria y Farmacia, “en estos primeros meses de andadura, hemos trabajado intensamente dos objetivos fundamentales; implementar las medidas organizativas necesarias para difundir la estrategia en todos los niveles de la organización y crear estructuras y mecanismos de coordinación para trabajar con un sistema de gobernanza definido, con un denominador común e igual para todas las gerencias y para todos los equipos asistenciales”.

La Dirección General que gestiona Encinas es la responsable de la coordinación de la estrategia y quien está organizando al grupo de trabajo conformado por catorce personas “muy comprometidas, referentes de salud comunitaria” en la región. Este equipo, que ya trabaja con los referentes designados en cada gerencia, ha iniciado dos líneas de cambio fundamentales.

La directora general avanza que “estamos promoviendo, en primer lugar, cambios necesarios en nuestra historia clínica de salud digital que tiene que albergar dos nuevas concepciones; por un lado, incluir información sobre los determinantes para la salud de las personas, así como mecanismos formales que permitan al profesional sanitario de Atención Primaria proporcionar a ciertas personas recomendaciones o prescripciones de acciones de promoción en la salud y ofrecer, en un contexto terapéutico, alternativas que no sean clínicas sobre la salud”.

En el futuro, los profesionales dispondrán de una herramienta que permita recomendar estos activos existentes y mapeados en la comunidad y su registro para incrementar las recomendaciones entre los ciudadanos. Entre tanto, y adicionalmente, afirma Carmen Encinas, “estamos implementando, en colaboración con estructuras del SNS, un intenso plan formativo para facilitar la necesaria formación en abordaje biopsicosocial y acción comunitaria de profesionales para potenciar las habilidades y competencias necesarias y tenemos que establecer un marco de investigación como corresponde a una disciplina tan robusta, la atención comunitaria en salud, y darle el nivel que merece también en el ámbito científico”. 

Las bases ya están puestas. La inquietud de los profesionales, en auge y en el ambiente, una tendencia a hablar más de salud y menos de sanidad. La madurez de una sociedad también se mide por su capacidad para cuidarse. Es una misión trascendental y colectiva. Si algo tiene nuestro tiempo confuso, es la certidumbre de que nuestra supervivencia dependerá de este viaje de vuelta a los orígenes: consumir alimentos de cercanía, uso responsable de las energías, trabajar por la convivencia y llevar una vida saludable. Rasgos de una democracia sana, la que debemos legar a nuestros hijos.

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