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Sobre este blog

Este blog pretende servir de punto de encuentro entre el periodismo y los viajes. Diario de Viajes intenta enriquecer la visión del mundo a través de los periodistas que lo recorren y que trazan un relato vivo de gentes y territorios, alejado de los convencionalismos. El viaje como oportunidad, sensación y experiencia enlaza con la curiosidad y la voluntad de comprender y narrar la realidad innatas al periodismo.

'East London', vida rural en plena ciudad

Desde Greenwich Park, lugar de salida del maratón, se divisan los rascacielos de Canary Wharf / N. R.

Noelia Román

Londres es una de las mejores ciudades del mundo para correr. Y no precisamente porque, en un fin de semana como éste, sus calles congreguen a los mejores maratonianos del orbe.

Ellos, los Dennis Kimetto, Wilson Kipsang Mo Farah o Mary Keitany acuden a la capital británica atraídos por la cuantía de los premios del evento, los más generosos del continente. Y su presencia, luego, arrastra la de miles y miles de corredores amateurs que no quieren perderse la oportunidad de marchar a cola de las grandes estrellas del maratón.

Pasada, sin embargo, la fiebre que siempre genera un evento así, Londres sigue siendo una excelente ciudad para quienes desean conocer nuevos mundos sin tener que renunciar a un hábito tan común como el correr.

Es difícil encontrar en Europa parangón a los parques londinenses, tan numerosos y tan grandes, que cuesta creer que se encuentren en el mismo lugar que cobija a los mayores tiburones financieros del planeta y a la vanguardia artística mundial.

Ése, precisamente, es uno de los rasgos más fascinantes de Londres: su heterogeneidad. Todo parece tener cabida en este templo del cosmopolitismo que acoge y exporta las más diversas tendencias.

Un paseo por Victoria Park, uno de sus parques más extensos, permite ver de todo: desde corredores que se entrenan a ritmos muy decentes hasta grupos de ancianos que practican yoga, pasando por la congregación de mamás primerizas que, carrito en mano, se ejercitan o simplemente charlan.

En el mismo parque, no es extraño encontrarse a alguna banda de amigos intentando abrirse camino en el complejo mundo de la música, mientras unos malabaristas ensayan su último número y centenares de manifestantes protestan por alguna causa.

Victoria Park –que, durante la Segunda Guerra Mundial albergó en su interior un campo de prisioneros– es sólo uno de los muchos parques que ofrece Londres, pero su situación, en el este de la ciudad, le da un carácter especial.

El otrora peligroso East London ha dejado atrás su mala fama –la leyenda cuenta que Jack el Destripador arrancó unas cuantas entrañas por el barrio de Whitechapel- para convertirse en una de las zonas de mayor y más creativo ambiente, más allá del ya clásico Brick Lane.

Hace ya un tiempo que, expulsados del centro de la ciudad por la irracionalidad de los precios, emprendedores y jóvenes creadores decidieron fabricar su propio mundo desde esta parte de la urbe, que aún conserva retazos de un pasado un poco más lejano.

En Kingsland road, calle central del emergente barrio de Hackney, las viejas tiendas de muebles de los inmigrantes turcos, conviven con los colmados regentados por árabes, y con algunos de los locales preferidos por los hipsters londinenses. Entre todos ellos, la amplia comunidad negra asentada en esta parte de la ciudad mantiene sus ritos religiosos y la peculiar elegancia con la que los observa.

A las puertas de las iglesias, grupos de mujeres ataviadas con tocados y brillantes y coloridos trajes ni se inmutan ante los barbudos ciclistas con camisa de leñador que circulan justo a su lado. Todos conviven en aparente armonía, pese a la evidente gentrificación de la zona, cada vez más prohibitiva para el bolsillo de la población original.

Muchos de los que llegaron en los últimos años o se instalan ahora son 'lumbersexuales', o sea, miembros de la tribu urbana que reivindica la vida rural en plena ciudad.

De ahí, la proliferación de lo orgánico entre la oferta comercial de esta zona y el éxito de mercados callejeros como el Broadway Market. Cada sábado, entre nueve de la mañana y cinco de la tarde, puestos de comida orgánica, asiática, africana y caribeña, entre otras, se convierten en los reyes de la calle que va desde London Fields hasta el Regent’s Canal, en Haggerston.

Vecinos y gente de los aledaños presumen de hacer en este viejo mercado reinventado un consumo más responsable con los productores y el entorno, al tiempo que disfrutan del placer de comer al aire libre, al ritmo de alguno de los músicos que habitualmente animan el ambiente.

El éxito del Broadway Market, que poco tiene que ver con los popularísimos mercados de Portobello, Candem Lock o Covent Garden, se ha ramificado y a su alrededor proliferan ahora locales del mismo corte: comidas y jugos ecológicos, productos de comercio justo, tiendas de ropa y productos vintage, cafeterías y bares de estética retro con ‘free wifi’.

Algunos de ellos ya pertenecen a Netil Market, una de las ramas surgidas del Broadway Market que, sin olvidar la imprescindible comida, ofrece artesanía y también varias barberías donde los lumbersexuales cuidan su aparentemente desaliñada barba.

Al abandonar la butaca del barbero, el Netil360 y su terraza son un excelente lugar para compartir charla y copa con artistas, diseñadores y artesanos locales que, rebuscando en lo viejo, proponen lo que está por venir.

En Londres, como en Nueva York, tras la pátina anacrónica se esconde la modernidad más absoluta.

Vueling ofrece vuelos diarios desde Barcelona a Londres.

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