El Banco de València es Caixabank
“Catalunya tiene un sentido de trabajo y de progreso que le permite tener una primacía económica en España. Si al lado de esta gran cualidad no tuviera un espíritu individualista, rayano en la anarquía, tendría un gran banco, y de Catalunya dependerían buena parte de los grandes negocios de España, pero desgraciadamente el individualismo es un defecto muy difícil de curar, y por esta razón, a pesar de la gran riqueza de Catalunya, yo creo que los presidentes de los grandes bancos de España tenemos más influencia en las cosas de Catalunya que cualquier catalán, cualquiera que sea su posición”.
Entrevista, a Ignasi Villalonga, ‘Actualidad Económica’,13/enero/1968
Sin autonomía financiera no hay autonomía política. La guerra de bancos genera idas y venidas. La vuelta del Banc Sabadell, en plena opa del BBVA, a su sede, desde Alicante al carrer Sant Roc, 20 en Sabadell, descubre las aristas políticas que acompañan al devenir de las entidades financieras. Los bancos no representan un poder aséptico en la península Ibérica, Donde las principales entidades de servicios bancarios provienen o se sitúan en la periferia: CaixaBank, BBVA, Santander, Banc Sabadell, Bankinter (vinculado al Santander). ¿Qué hará CaixaBank? El banco que lidera Isidre Fainé se siente cómodo con su sede social en València. Dominando la columna vertebral del sistema financiero en el País Valenciano, que va desde la plaza mayor de la ciudad hasta la estatua ecuestre de Rei en Jaume I en el Parterre de los Magnolios.
Corporación financiera
La Caixa ha conseguido conformar de facto la Corporación Bancaria y Financiera del País Valenciano(sic) que en 1978 no pudo ser, mandando la Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez, con marcado signo político. De haber fructificado la preautonomía , regida entonces por el Consell del País Valencià el autogobierno habría sido más verdad. Dos protagonistas señalados de la política valenciana, Emilio Attard Alonso y Manuel Broseta Pont, lideraron la operación más significada ocurrida tras la Transición a la democracia, para dotar a los valencianos de poder económico al formar la amplia alianza de las principales entidades financieras autóctonas: Banco de València (vinculado al Banco Central), Caja de Ahorros de València presidida por Marcelino Alamar y pilotada desde la secretaría general por Manuel Broseta (después Bancaixa), Banco de la Exportación que presidía Emilio Attard junto a bastantes apellidos que emprendieron la etapa autóctona del Banco de Valéncia, el banco industrial Promobanc. y el Banco de Alicante. El proyecto fracasó por la oposición frontal de la plana mayor de UCD y especialmente de Fernando Abril Martorell, vicepresidente plenipotenciario en los gobiernos de Adolfo Suárez, que hacía las veces de “virrey” en el País Valenciano. La tesis que dominaba en las esferas de poder en Madrid consistía en evitar que los perfiles identitarios valencianos no se convirtieran en problema territorial en paralelo a Euskadi y Catalunya: “ya tenemos bastante con los vascos y los catalanes para que ahora vengan los valencianos…”. Tras esta tentativa se produjo desde Bancaixa, cuando la presidía José María Simó Nogués (1989-1997), un movimiento aglutinador de la propia caja de Ahorros que anexionó la Caja de Ahorros de Castelló y la de Sagunt, adquirió un paquete de acciones del Banco de València (24%) que le permitía controlarlo y fracasó con el Banco de Alicante porque se le adelantó el Banco Exterior de España, entonces en la órbita de la banca pública. A raíz del acceso del Partido Popular al gobierno de la Generalitat, decayó de la presidencia, José María Simó Nogués y ya con la toma de la presidencia por un político, José Luís Olivas, expresidente de la Generalitat del PP (condenado a prisión por estafa y malversación) se hundió Bancaixa. Con Olivas en una maniobra inexplicable, pasó a formar parte de Bankia a la sombra (fusión fría) de Caja Madrid–Miguel Blesa, amigo de Aznar que después se suicidó–, feudo asimismo del PP madrileño de Esperanza Aguirre. De ahí a la debacle fraudulenta encabezada por Rodrigo Rato, expresidente del PP con José María Aznar, tras la huida a ninguna parte para entrar en el mercado bursátil, en una campanada esperpéntica que nadie olvida en el mundo económico.
Seny
El regreso de Banc Sabadell a Catalunya tras la crisis independentista de 2017 supone el éxito normalizador de la Generalitat de destino, presidida por el socialista Salvador Illa y un duro golpe al gobierno valenciano de Carlos Mazón con doble impacto: el Sabadell se va del País Valenciano y de Alicante, reducto político del presidente valenciano conocido por su provincialismo alicantinista activo. La primera empresa relevante que se reubicó en Catalunya fue Cementos Molins. Tras el repliegue a tierras catalanas del Sabadell y en plena opa hostil del BBVA contra el banco presidido por Josep Oliu (junior), queda señalado el carácter territorial del envite y su significación político-empresarial. Banc Sabadell se caracteriza por su especialización en financiar y en servicios preferentes a las empresas de pequeña y media dimensión (pymes) afincadas sobre todo en Catalunya, País Valenciano –donde absorbió la Caja de Ahorros del Mediterráneo(CAM)-- y amplias zonas de Aragón y del arco mediterráneo.
Guerra de bancos
El País Valenciano perdió las entidades financieras de primer nivel a raíz de la crisis económica de 2008 con la quiebra de Bancaixa, Bankia y del Banco de València que acabaron integrados en el primer banco español, CaixaBank. El banco que salió de Barcelona y de Catalunya, amenazado su negocio en el ámbito español, para situar la sede social – ni en Madrid ni en Euskadi–, en el País Valenciano, en el edificio corporativo de lo que fue Banco de València, en el carrer Pintor Sorolla,2. CaixaBank desde un ángulo estratégico preside el mayor despliegue de instalaciones y oficinas que un banco ha detentado en la ‘City’ financiera valenciana, al ocupar las antiguas sedes y oficinas principales de Barclays Bank, Bancaixa y las iniciales de Caixabank, situadas en el carrer Barques. La sede social de Caixabank reside en el edificio ecléctico representativo del neobarroco valenciano elevado sobre visibles columnas de mármol – visualizan la solidez de la entidad– y coronado por templete. Se escogió por sus refundadores– Villalonga, Reig, Noguera– la esquina enfrentada a lo que fue el mítico Café Royalty, centro de negocios y de transacciones comerciales– con piano de cola– en València y después sede del Banco de la Exportación.
No en Madrid
Falta la respuesta de CaixaBank de cara al regreso– que ya han iniciado Cementos Molins y Banc Sabadell– de las empresas que huyeron de Catalunya por razones políticas en respuesta al desafío soberanista. Su salto inicial pudiera interpretarse como colaboracionismo tácito ante un riesgo que perjudicaba a sus oportunidades de negocio ya arraigado en la geografía española. Ni Caixabank ni Banc Sabadell ubicaron sus sedes en la capital madrileña, aun cuando hacia Madrid se desplazaban los profesionales y las empresas que pretendían progresar con posibilidades de éxito. La última declaración de intenciones de Caixabank descarta que vaya a dejar València para volver a tierras catalanas donde tienen sus servicios centrales operativos.
Espina clavada
La burguesía catalana guarda en la recámara y en su memoria cuatro fracasos bancario-financieros destacados: el del Banco de Barcelona(1845-1920), el Banc de Catalunya (1948), el del Banco Hispano Colonial (1950) y el posterior intento de crear un amplio consorcio financiero con la absorción de otros bancos: Banca Catalana y Banco Industrial de Catalunya, que en 1983 acabaron en la órbita del BBVA, periférico con vocación centralista. Banca Catalana fue concebido como instrumento bancario concebido para dar cobertura a la aventura política de Jordi Pujol (Convergència Democràtica de Catalunya, después Convergència i Uniò). La era de veintitrés años que Pujol presidió la Generalitat en la que Catalunya alcanzó el mayor nivel de autosuficiencia y de influencia en las coordenadas políticas que parten de Madrid y se irradian por el resto del Estado. De los cuatro reveses financieros catalanes, el más doloroso fue el del Banco Hispano Colonial, teóricamente independiente y el más importante de Catalunya desde que lo creó el marqués de Comillas junto con una notable representación de la burguesía catalana en 1876, hasta que lo absorbió el Banco Central, presidido por el político y banquero valenciano, Ignasi Villalonga Villalba en marzo de 1950.
De gobernador a banquero
El financiero valenciano, Villalonga, se apoderó del Banco más emblemático de Catalunya y lo integró en la órbita del Banco Central–a la que pertenecía el Banco de València–, en connivencia con el Banco de España. Al confirmar la absorción desde la sede del Banco Hispano Colonial, en el paseo de Gracia de Barcelona, Ignasi Villalonga Villalba, quiso que lo acompañaran los consejeros catalanes en el Central – Josep Maria Milá i Camps, comte de Montseny y Josep Graells i Pinós, además de los cuatro miembros del consejo “regional”: Carles Godó, comte de Godó, Albert Arnús, Fernando Rivière y Josep Maria Juncadella. En una fusión que aseguró Ignasi Villalonga iba a robustecer el prestigio del conjunto de la Banca catalana. Es evidente que el Banco Central salió ganando con esta maniobra que fue aceptada y secundada por elementos significados de la burguesía de Catalunya. Aun así nunca se ha olvidado de cómo, por qué y por quién se hizo. Fue Ignasi Villalonga Villalba el verdadero artífice de la fusión-absorción del Hispano Colonial que había sido precedida por la integración de Banca Marsans y del Banco Comercial de Barcelona (1942) y la compra de todas las acciones de la Banca Arnús en 1947. Ignasi Villalonga –amigo del prócer catalán Francesc Cambó y del mallorquín Antonio Maura– conocía muy bien Catalunya donde fue Gobernador general durante tres meses cuando en 1934 se suspendió la Generalitat.
Si Villalonga resucitara
En noviembre de 2011 el Banco de España intervino el Banco de València controlado hasta entonces por la errática gestión de Bancaixa. La caja de ahorros que presidía el expresidente de la Generalitat del PP, José Luis Olivas, natural de Motilla del Palancar. En 2012 cuando todavía se creía posible la recuperación del Banco de València, me puse en contacto con Josep Maria Jordá, hombre de confianza y alter ego de Isidre Fainé, presidente de la Fundación La Caixa, para preguntarle qué tenían pensado en Caixabank acerca de una posible negociación para reflotar el Banco de València. Me dijo que no podía ni debía decir nada, cuando el Banco de València estaba intervenido por la SAREB, “Sociedad de Recuperación Bancaria”. Su respuesta fue correcta pero tajante. La que corresponde ante una pregunta incómoda acerca de una decisión ya tomada en el reparto de los bancos en dificultades entre los grandes. Aquel día vi al Banco de València en la vitrina de trofeos de Caixabank, culminando un proyecto bastante más que financiero, territorial. De política, económica y de la otra, Por la respuesta deduje que Caixabank tenía sus ojos puestos en el Banco de València, como después así fue, cuando lo adquirió por un euro, asumiendo su pasivo. Isidre Fainé consiguió protagonizar la revancha– ‘in colaborando’-- para salvar los restos del Banco de València y su marca. Superó desde Catalunya-País Valenciano, la hazaña de los valencianos Ignasi Villalonga Villalba ( Banco Central), la de Emilio Attard Alonso (Banco de la Exportación y Corporación Financiera del P.V.) y la de José María Simó Nogués( la Gran Bancaixa) desde el diamante de la corona del sistema financiero catalán y español: Caixabank. Su concepción corporativa a través de la matriz hasta sus filiales, derivadas y subordinadas, le permite encabezar el proceloso panorama bancario hispano con acento catalán y sede en València.
Patrimonio dilapidado
Francesc Cabana i Vancells, el cerebro y profesional con plena dedicación a la aventura de Banca Catalana, por conocimientos y lazos familiares con la familia Pujol, cuenta en su libro ‘Episodis de la burgesia catalana’: “Villalonga que no tenia pels en la llengua, afegirà en conversa privada, que fora de mínimes excepcions, no posava catalans al davant de les oficines del Banc Central a Catalunya, ja que eren de tracte difícil i poc disciplinats” en una entrevista personal con Cabana el 16 de enero de 1968. El tiempo ha pasado y con los años transcurridos, decae la inteligencia económico-empresarial sellada en operaciones financieras de envergadura, Desde el marqués de Campo, José Campo Pérez, –apenas conocido y reconocido en València y menos en el País Valenciano–, hasta los Villalonga, Attard, Simó Nogués y otros que actuaron en la recámara. El deterioro personal e instrumental ha terminado con un patrimonio inmaterial y una trayectoria. Proceso que va desde la ignorancia a la irresponsabilidad, sellado con la ignominia de ceder la batuta del gobierno de los valencianos, en su más amplia acepción, a gentes ajenas a la idiosincrasia doméstica y a menudo contrarios a los intereses de los valencianos. Falta conocer cómo acaba la aventura de que un excelente banco catalán, Caixabank sea de facto el Banco de València. Su rótulo no ha decaído del frontispicio de la sede oficial del banco catalán en València.
0