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A favor de la Pedagogía

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Ante el “Documento para el debate. 24 propuestas para la mejora de la profesión docente” que el Ministerio de Educación y Formación Profesional ha tenido a bien proponer para que se discuta, y se hagan aportaciones, creo que es una obviedad que debe ser toda la comunidad educativa quienes participen en su redacción definitiva (es decir, no solo el profesorado sino todas las asociaciones, organizaciones y sindicatos que participan en la educación. Como el documento es relativamente largo (36 páginas) para abordarlo aquí en cada una de sus propuestas, me voy a manifestar aquí, brevemente, de acuerdo solamente en las dos que algunos la ven innecesarias. La tercera propuesta (“Modificar el acceso al Master Universitario en Formación del Profesorado”); y la cuarta (“Promover la oferta de asignaturas de didácticas de las especialidades en los estudios universitarios”). De igual manera resaltaré la pertinencia de la materia de Pedagogía.

Respecto a la tercera propuesta creo que es de sentido común y de repercusión muy positiva en el alumnado que se establezca para acceder al Master de cada especialidad unos requisitos básicos relacionados con el área de conocimiento de dicha especialidad. Como dice el documento: “Se podría, asimismo, valorar la posibilidad de establecer una prueba de acceso al Master de formación del profesorado de manera similar a la propuesta que se ha realizado a los Grados de Educación Infantil y Primaria”. Respecto a la cuarta propuesta el Ministerio propone “fomentarla generalización de asignaturas ligadas a la docencia, particularmente, de didácticas de las áreas y materias en titulaciones que habitualmente escogen los estudiantes que deciden seguir la carrera docente. Lo veo también muy positivo pues conocer muy básicamente la didáctica de cada asignatura retroalimenta el asentamiento cognitivo de la misma. Lo importante aquí sería que quienes de verdad quieran ser docentes el día de mañana se hagan ya una idea –y esto debieran ser créditos optativos- de las competencias necesarias para impartir la docencia, de trabajar interdisciplinarmente, de conocer metodologías apropiadas etc. Con este conocimiento previo al Máster conseguirán mejor las competencias profesionales docentes y tendrán la oportunidad de garantizar si esta es su vocación. Que el Máster es necesario y debe ser mejorado es incuestionable. Que los pedagogos y la Pedagogía pueden ofrecer muchas recomendaciones también.

Vivimos en una era donde la complejidad y la incertidumbre complica mucho desarrollar hábitos y competencias de enseñanza-aprendizaje que preparen para un escenario en el cual todo es más accesible, pero al mismo tiempo más global, flexible y cambiante. Delimitar cómo ocupar nuestro tiempo escolar en sus diversas etapas es cada vez más difícil tanto cualitativa como cuantitativamente. No está claro si los saberes de los estudios y currículums asentados en nuestro sistema preparan para nuestro mundo o si acertamos primando unas materias y no otras. Es pues necesario un replanteamiento de la educación tanto en qué, para qué y cómo enseñamos. Y, sobre todo, como decía Rousseau que todos los individuos adquieran autonomía, sepan reconocer el error y las falacias y practiquen la comprensión del otro. Toda materia debe integrar ese humanismo que prepare a nuestros hijos para enfrentarse a la sociedad del siglo XXI. La sociedad cambia cada vez más rápidamente y no podemos estar condenados a mantener por intereses corporativistas por siempre el mismo currículo. Por otra parte hoy el profesorado y alumnado debe estar preparado para desarrollar la metacognición (o análisis del funcionamiento intelectual propio), es decir, poder escoger los métodos y estrategias de aprendizaje más adecuados que ‘construyan’, en las diferentes etapas de la vida las competencias que llegue a necesitar. Es necesario, pues, repensar la educación y los currículos.

A qué punto la Pedagogía es una jugosa materia de reflexión, con estatus epistemológico propio, que –dejando aparte las decenas de grandes pedagogos de titulación desde el siglo XX hasta hoy- muchos sabios han escrito libros al respecto. Por poner unos pocos ejemplos: Pedagogía de Kant; La des-educación de Noam Chomsky; La reproducción de Bordieu y Passeron;  Pedagogía de Piaget; Ser, saber, hacer de Mario Bunge; La desescolarización de Illich; Educar en la era planetaria, Manifiesto para cambiar la educación y Los siete saberes necesarios para la educación del futuro de Edgar Morin, Herbart, Dewey –que también eran de carrera pedagogos-, Ensayos sobre educación de Bertrand Russell…Mucho tiento debieran tener los que van contra la Pedagogía, y, sin embargo dejan inmune auténticas e inútiles pseudociencias como el psicoanálisis o la metafísica que, como aseveraba Joan Fuster, “es el arte de agarrar la vaca por los cojones”.

La Pedagogía –que se estudia en Europa como ciencia/arte autónoma desde 1783- describe los procesos educativos, didácticos y de formación en el presente y el pasado. Interpreta los programas y las teorías en el área de sus condiciones ideológicas, científicas, políticas y sociales, y haciendo inteligibles los valores, actitudes normas e intereses a partir de los cuales se desarrollan y fundamentan los objetivos, formas y disposiciones de educación. Asímismo explica la la configuración organizativa e interhumana de los procesos educativos y de los objetos observables de la educación; y clarifica y analiza los conceptos pedagógicos desde la teoría y la praxis de la formación para poder realizar sus procesos de una forma meditada, públicamente controlable y consciente de sus responsabilidades.

Para ello, la Pedagogía tiene que beber, escoger, aprovechar y sintetizar los conocimientos científicos de otros muchos saberes científicos. Dentro de la Pedagogía está la Didáctica, tanto la general, como las específicas y como las diferenciales (estas dos últimas cumpliendo con requisitos de la primera la desarrollarán obviamente los especialistas de cada saber, incluidos los pedagogos terapeutas ante los trastornos del aprendizaje). Su finalidad es alcanzar una educación integral y lo más óptima posible para cada individuo.

Estar en contra de la Pedagogía –que desde hace más de un siglo existe como carrera superior en todas las universidades del mundo- es agarrarse a “una pedagogía” normalmente tradicionalista, autoritaria, puramente memorística y centrada en el profesor. Supone no distinguir entre las muchas posibles pedagogías, que las hay mejores y peores –como hay mejores y peores pedagogos-. E implica desconocer la inmensa cantidad de estrategias y técnicas para mejorar la práctica docente y discente; y la cantidad y pertinencia, según materias o intenciones, de pruebas, exámenes y clases de evaluaciones diferenciales.

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