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Vino natural: ¿de qué estamos hablando en realidad?

Foto: Bianca Isofache

Linda Silva

Últimamente el término vino natural está en tantas bocas de manera tan ambigua que, en relativamente poco tiempo ha conseguido acarrear muchos adeptos a la vez que muchos prejuicios tanto por parte del consumidor estándar como del propio sector del vino. Pero, ¿realmente existe algo que pueda llamarse vino natural? La respuesta es sí y no.

Empezaremos por una aclaración base antes de meternos de lleno en el asunto: el vino natural no es una novedad, no se lo inventaron las agencias de marketing y no tiene sus raíces en el lado más mainstream de la tendencia eco/bio actual. Si bien es verdad que parte de su popularidad ha sido impulsada recientemente de la mano de esta preocupación global por el consumo sostenible, el vino natural abandera a cada vez más productores que luchan y defienden las causas nobles del vino y la agricultura, y que quieren crear un producto que represente sinceramente la tierra.

Hablar de vino natural en ocasiones resulta controvertido, y quizás hubiese resultado menos provocador haberle llamado de otra forma. Términos como vinos puros, vinos vivos, de poca intervención o vinos libres, sirven para definir de forma ambiguamente poética lo que no es otra cosa que lo que ha sido el vino desde sus inicios: zumo de uva fermentada sin aditivos añadidos durante su vinificación y que ha crecido de manera sostenible, con poca intervención humana y teniendo en cuenta la naturaleza como factor principal de desarrollo. 

Cinco características del vino natural que lo hacen único

Entonces ¿por qué llevarse las manos a la cabeza por un producto que lejos de ser una rareza es algo común con un largo recorrido? Señalaremos cinco características del vino natural que lo hacen único:

  1. Mayor conexión con el entorno y el proceso de creación del vino: en una era en la que la mecanización está a la orden del día y el pesticida se ha convertido en la mano derecha de la agricultura, el vino natural apuesta por un trato más sostenible hacia la tierra y un volver a escuchar a la naturaleza para acompañarla en el desarrollo de sus ciclos, y el trabajo manual, la producción de abonos y repelentes naturales y la estacionalidad juegan un papel decisivo en el resultado final.
  2. La uva, el terreno y el clima como principales protagonistas: en la vinificación en natural se presentan unos vinos que son totalmente la expresión de un territorio, una variedad de uva determinada y/o una situación climática particular que les ofrecen un carácter especial.
  3. Sin sulfitos: los vinos libres se caracterizan por la ausencia de conservantes perjudiciales que pueden no solo afectar la salud si no también la esencia del vino, de manera que mayoritariamente se cuenta con sulfitos naturales de la propia uva o con una pequeña cantidad añadida al embotellar el vino. Hay que recordar que los sulfitos son un aditivo alimentario que genera dudas.
  4. La humanización del sector del vino: la mejor manera de conocer y enamorarse de este tipo de vinos es a través de las historias de sus productores. En vino natural no solo es importante el terreno sino la conexión directa con la viña, el vínculo entre productor y naturaleza que consiste más en escuchar y acompañar que en corregir constantemente en la bodega. Los pioneros del vino natural en España y en el resto del mundo ponen una cara al trabajo que hay detrás de cada botella de vino. El factor humanizador es enorme y realmente marca la diferencia.
  5. Mayor proximidad al consumidor, más sinceridad: los productores apuestan por un acercamiento directo al consumidor, y presentan un producto que si se escucha, es relativamente fácil de entender y que se distancia de la visión elitista que en muchos casos se tiene del sector. Es el mismo productor quien explica con sinceridad lo que representa su vino, y busca abrirse a personas iniciadas o no para que puedan explorar sin temor al ridículo. 

¿Y qué dice la ley?

Lo cierto es que no existe una legislación específica que exprese oficialmente una definición de vino natural, lo que se presta a confusión y a cierta falta de credibilidad por parte del sector vinícola más clásico. Este tipo de vinos sigue representando un porcentaje de producción inferior al 1%, y en la mayoría de los casos tampoco podemos encontrar información o una mínima referencia al concepto natural en las etiquetas de las botellas.

Así como existen sellos de agricultura ecológica y biodinámica aplicados a viñedos que cumplen con determinadas características, a día de hoy aun no es posible conseguir un sello que certifique lo mismo en vinos naturales con el fin de determinar su carácter único.

¿Qué esperar cuando se bebe vino natural?

El vino natural es la voz de un sector que quiere reintroducir el discurso orgánico en la agricultura, un sector con consciencia medioambiental y con ganas de aportar una bocanada de aire fresco, ofreciendo no solo diversidad sino también el reflejo de la realidad de la viña y de sus tierras. Por ello es complicado emplear los clásicos parámetros de la cata convencional de vinos al vino natural, pues lo que se busca en el caso de los vinos libres es una pura expresión del terreno y las circunstancias de la viña, sin ocultar ni modificar la sensibilidad que interfirió en su desarrollo.

El vino natural implica ampliar y recuperar nuestra perspectiva, requiere un ejercicio de reflexión más allá del me gusta o no me gusta, pues en estos vinos, todo cobra sentido cuando se piensa más como un proceso de expresión, un grito a la necesidad de recuperar ciertas prácticas para dejar de intoxicarnos.

Así como nos ha empezado a preocupar de dónde vienen y quién produce lo que comemos, lo que bebemos también debe estar en el punto de mira: si podemos entender la importancia de lo que nos aportan los alimentos orgánicos que han crecido libres de pesticidas y otros tratamientos agresivos, más allá de saciar nuestro apetito, podemos entender que el consumo de vinos naturales pueda ser de igual manera algo especial y beneficioso. 

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