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La cesta básica en los supermercados online se encarece un 10% desde el pasado mes de diciembre, según el último análisis de los precios de los productos básicos del supermercado del Observatorio Trimestral de la Compra Básica, un aumento paulatino provocado por la inflación, que continúa al alza.
Es un hecho que, en los últimos tiempos, llenar el carro de la compra cuesta más, en concreto alimentos y bebidas valen ahora un 11% más que hace 12 meses, la cifra más alta en 28 años.
Ante esta situación surge el concepto de reduflación que, aunque puede sonar extraño para muchos de los consumidores, ha empezado a extenderse en el vocabulario popular cuando empezamos a apreciar que el tamaño de muchos productos de consumo habitual se va reduciendo.
Sobre la reduflación, una práctica legal pero engañosa
En lugar de aumentar el precio de un producto, algo que los consumidores notarían inmediatamente, se reduce el tamaño del producto manteniendo el mismo precio. Por tanto, el precio absoluto no sube, pero sí lo hace el precio por unidad de peso o volumen, una reducción que suele pasar desapercibida para la mayoría de los consumidores.
La reduflación, que es el término con el que se conoce esta técnica (contracción de reducción e inflación), la usan algunas marcas para evitar el aumento de precios.
Alimentos que, a simple vista, parece que no han subido de precio, sí lo han hecho. Y hay varias maneras de hacerlo. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha dado la voz de alarma al afirmar que ha “observado que algunos fabricantes de alimentación están reduciendo entre un 5% y un 10% el contenido de sus envases”.
La organización cita algunas formas que tienen los supermercados para disfrazar la subida de precios:
- Reducir la cantidad de producto: algunas marcas mantienen el precio del producto pero reducen la cantidad.
- Menos gramos: en el caso de los embutidos, algunas marcas reducen el contenido en gramos sin modificar el precio. Bajo reclamos de productos a 1 euro, envases que añadían 110 gramos de producto ahora lo hacen con 100 gramos, e incluso a 90 gramos, con un producto que mantiene el precio pero que ofrece un 20% menos.
- Botellas más pequeñas: algunos refrescos que vendían botellas de dos litros se han pasado a 1,5 litros, no solo al mismo precio sino en ocasiones incluso más caro.
La reduflación, que suele usarse en tiempos de crisis o de inflación como el que estamos viviendo, en principio es una táctica legal, pero siempre y cuando las empresas informen de ello y reflejen la nueva cantidad en los envases.
El problema es cuando esta rebaja no se notifica al consumidor y, en ocasiones, tampoco en el lugar de venta (en el caso de que los supermercados mantengan la antigua etiqueta de las estanterías y estas reflejen el tamaño y peso anterior). El precio de estos productos “refluidos” no disminuye en proporción.
En definitiva, estamos pagando lo mismo o más por productos más pequeños, envases con menos volumen o bolsas y paquetes con menos unidades. La OCU la califica de una práctica cuestionable porque lleva a confusión y porque no aclarar esto a los consumidores plantea cuestiones éticas y morales.
Cómo podemos protegernos de esta práctica
Los consumidores solemos ser más sensibles a la subida de precios que a los cambios sutiles en los envases o en detalles que aparecen en la etiqueta sobre el tamaño o el peso de un producto. Y es precisamente en estos dos últimos detalles a los que debemos prestar mayor atención.
La OCU aconseja no dejarse engañar por los reclamos de ofertas (del tipo dos por uno o “ahora con X gramos más gratis”) porque pueden esconder ese engaño. Debemos fijarnos siempre en las cantidades de los envases.
La mejor manera de llevar el control es conocer el precio por kilo o litro de los productos que compramos con más frecuencia. Si, por ejemplo, un fabricante pone menos patatas fritas en un envase, el precio del kilo sube. Los precios por kilo o litro son una mención obligatoria de los establecimientos comerciales.
Otra forma que puede ayudarnos es fijarnos en las modificaciones que aplican las empresas en los envases, como productos que incluyen fondos huecos, lados curvos y formas cambiadas. En la mayoría de los casos se nos ofrecen en forma de “nuevo envase” o “forma mejorada” con el fin de que el consumidor siga creyendo que la cantidad del producto es la misma que antes.
También es útil priorizar los alimentos que no están preenvasados sino que se venden a granel; en este caso, el aumento de precio será más evidente.
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