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Encender el faro de Mussolini: ¿reclamo turístico o nostalgia del fascismo?

Encender el faro de Mussolini: ¿reclamo turístico o nostalgia del fascismo?

EFE

Roma —

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Cuando el dictador Benito Mussolini llegaba a su tierra natal, el faro de la fortaleza de Mendola se encendía para anunciar su presencia, una luz apagada en democracia y que ahora quieren activar como reclamo turístico, lo que ha generado críticas.

Sobre una colina a medio camino entre los municipios de Predappio, lugar de nacimiento del Duce, y Mendola, en la región de Emilia-Romagna, se erige Rocca delle Caminate, antigua fortaleza del siglo XI y en completo estado de abandono hasta la década de 1920.

Por aquel entonces fue donada a Mussolini, que ordenó su completa reestructuración hasta convertirla en la edificación actual: un fortín elevado de planta cuadrangular, delimitado por altos muros con almenas y del que destaca una alta torre de carácter defensivo.

Durante su régimen, el “Duce” utilizó este lugar como residencia estival y en los años de la guerra se convirtió en otro lugar más dedicado a su siniestra represión de rivales políticos.

En sus mazmorras fueron confinados numerosos partisanos, muchos de ellos torturados hasta la muerte, como Antonio Carini, quien ante su negativa a dar información murió arrastrado por un coche.

Pero Rocca delle Caminate, además de lugar de asueto de Mussolini y sala de torturas, también contaba con cierta utilidad pública, ya que avisaba de la presencia del dictador en la región y lo hacía, por supuesto, siguiendo las directrices megalómanas del “fascio”.

Para ello se dispuso en lo alto de la torre un faro de una potencia de 8.000 lumen por metro cuadrado con los colores de la bandera italiana -verde, blanco y rojo- y cuyo destello era apreciable desde una larga distancia.

Las bombas de la Segunda Guerra Mundial callaron y con ellas lo hizo también Mussolini, fusilado en 1945, y con el fin de su dictadura la fortaleza cayó en desuso y el faro que anunciaba su presencia dejó de brillar.

Dos décadas después el fortín pasó a ser propiedad de la Provincia de Forlì-Cesena, que llevó a cabo una nueva restauración de este lugar histórico que concluyó el pasado año y con la que se ha reservado parte del castillo a la investigación universitaria.

Pero ahora el alcalde de Mendola, Gian Luca Zattini, y el de la limítrofe Predappio, Giorgio Frassineti, han propuesto encender el faro con el fin de atraer turistas, para “darle algo de atractivo” a la zona, según explicó a Efe el primer regidor.

Los alcaldes lo propusieron a la junta provincial y esta votó por unanimidad a favor de la idea, a pesar de que está controlada por el Partido Demócrata, principal fuerza de centroizquierda del país.

La idea, reconoce Zattini, ha suscitado todo “un clamor” dadas las connotaciones de encender el faro, pero ha asegurado que su intención “no es ni de derechas ni de izquierdas, solo recuperar algo bello” pues, dijo, “la historia es la que es y nadie puede borrarla”.

En cualquier caso la propuesta ha suscitado temor a que Mendola se convierta en un punto de peregrinación para los nostálgicos del fascismo, neonazis y demás ralea, tal y como ocurre en Predappio, el pueblo natal de Mussolini y donde se ha generado toda una industria vinculada a la imagen del dictador.

El presidente de la Asociación Nacional de Partisanos de Italia (ANPI), Carlo Smuraglia, criticó duramente a estos alcaldes en un artículo publicado por el rotativo “La Stampa” y cuyo título no deja lugar a dudas: “El faro del Duce no debe ser encendido”.

En el artículo, Smuraglia afirma que “cualquiera con un poco de juicio comprende que el faro 'mussoliniano', apagado durante muchos años, debe permanecer así porque en vez de recordar el luto que el fascismo dejó al país, acabaría por exaltarlo”.

El dirigente del ANPI arremetió contra los alcaldes al denunciar que la propuesta “es particularmente grave porque demuestra una carencia de sensibilidad política y democrática que da miedo”.

Les reprochó que en sus municipios, sobre todo en Predappio, se vendan artículos fascistas y se celebren manifestaciones de “camisas negras”, lo que podría derivar en “una pequeña república negra separada del resto de la Italia democrática”.

Y zanjó la cuestión advirtiendo de que “todo esto tiene el sabor de un pasado que no debe regresar” y propuso encender el faro solo en una ocasión, para conmemorar el 25 de abril, cuando Italia celebra su Liberación del Fascismo.

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