“Se pueden contar las cosas de muchas maneras. El cine tiene mucha capacidad para transformar la mirada. Tiene la capacidad de que se hable de temas que, especialmente los feos, solo salen cuando hay noticias o titulares tremendos”, ha dicho la cineasta Juana Macías este martes en un encuentro con las socias y socios de elDiario.es.
“El cine tiene la fuerza de que hablemos y reflexionemos sobre ello sin que esté la noticia ahí, de una forma más transversal. Son perspectivas que suman, son voces”, ha añadido la directora de Las chicas de la estación en una conversación junto a la también cineasta Icíar Bollaín y la redactora jefa de Género de elDiario.es, Ana Requena. Macías y Bollaín han lanzado un alegato en contra de la violencia machista en su encuentro en la redacción.
Las cineastas han conversado, tan solo un día después del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, acerca de la importancia del arte para dar visibilidad a mujeres víctimas del sistema patriarcal, sirviendo como escaparate de una realidad que está ahí y de la que se ha de concienciar a la sociedad.
“Cada película es distinta y ayuda a ponerte en la piel de otras personas que no son como tú y que tienen otras circunstancias. Supone un punto de avance más. No se trata solo de plantear una cosa que es terrible, sino una cosa que se puede cambiar. Y cada película aporta algo, va sumando”, declaró Macías respecto al papel del cine para combatir la violencia machista.
Lo cierto es que la directora se encuentra en una de las semanas más importantes de su carrera profesional debido a su película Las chicas de la estación, que llegó a los cines el pasado viernes. Su sexto largometraje trata el abuso hacia las menores tuteladas, y en él Macías busca denunciar la “estigmatización y mirada culpabilizadora” que recae sobre estas chicas “por el hecho de pertenecer a esa situación o vivir en un centro de menores”.
“Me importaba contar esta historia desde el punto de vista de ellas. Hay cosas que me parecen terribles, pero quería alejarme de mis prejuicios y comprenderlas a ellas, cómo actúan y cuáles son sus circunstancias”, ha explicado la cineasta a los asistentes, los cuales asentían con empatía.
Hacia el mismo punto se ha dirigido Icíar Bollaín, que está viviendo un gran momento gracias al estreno de Soy Nevenka, una de las películas españolas más importantes del año desde su presentación en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián. La directora ya puso el foco en la violencia machista en su aclamada Te doy mis ojos, que le valió el Goya a la mejor dirección en 2004; sin embargo, Bollaín ahonda en esta ocasión en la historia de una mujer que en el año 2000 denunció al alcalde de Ponferrada, retrocediendo más de dos décadas.
“La película hace efecto espejo y dice dónde estamos hoy. Cómo la imagen que se dio de Nevenka era una y la realidad es otra. Era una historia que valía mucho la pena contar hoy porque seguimos a algunos niveles parecidos: el abuso y el acoso no han retrocedido”, expuso Bollaín, afirmando que el silencio se está rompiendo pero sigue siendo una constante.
Ambas han coincidido en que, pese a que parezca que está habiendo un cambio, todavía hay mucho camino por recorrer. “A veces oigo que hemos aprendido…, ¿seguro?”, se preguntaba irónicamente Icíar Bollaín, provocando una risa cómplice entre el público. “Todavía recuerdo el caso de ‘la manada’, cómo otra vez se juzgó a la mujer en lugar de a las víctimas”, rememoraba la cineasta. “Me admira cómo una película puede hablar de abusos y prostitución de menores sin que lo veas explícitamente. Lo sientes, lo sufres, pero ocurren a puerta cerrada. Y es la decisión de una directora que decide no hacer de esto un espectáculo”, comentaba sobre Las chicas de la estación, la película de su compañera. “Las mujeres estamos haciendo un audiovisual en el que contamos la atrocidad de la violencia sin embellecerla”.
Marisol, una de las socias asistentes al encuentro, rompió el hielo en el turno de preguntas para interesarse por cómo fue para Bollaín no poder rodar Soy Nevenka en Ponferrada, lugar de los hechos. “Cuando fuimos la primera vez, el alcalde era del PSOE y nos encontramos con dos concejales que nos abrieron un montón de puertas y contactos para que pudiéramos explorar aquello, dándonos una información valiosísima. Pero, cuando empezamos a rodar con los productores de una manera oficial, gobernaba el PP con Vox. Presentamos las solicitudes de rodaje y aún no nos han contestado”, ha explicado la cineasta. “Es un Gobierno que está muy cerca de [el alcalde acusado] Ismael Álvarez, y supongo que no quieren meterse en ningún tipo de lío”.
Al término del encuentro, Sara, otra de las asistentes, valoraba que “el encuentro ha sido muy oportuno” en estos momentos. “Un caso de hace más de 20 años y uno muy actual, pero en los que hay una línea de continuidad muy peligrosa”, añade esta aficionada al cine español, que admite que ha visto tanto Las chicas de la estación como Soy Nevenka.
Las dos películas están basadas en hechos reales, lo que da todavía más peso a la fase de investigación. “Cuanto más investigaba, cuanto más gente hablaba, más vértigo me daba hacer la película porque el tema es complejísimo. Empiezan a salir subtemas por todos lados aparte del abuso: la vida en estos centros, los educadores, la dimensión más humana…”, contó Juana Macías. “Es muy enriquecedor, porque aprendes mucho y rompes muchos prejuicios”, agregó Icíar Bollaín.
Sin embargo, las directoras han alegado que es positivo el cambio generacional que se está produciendo. “He visto Soy Nevenka con mis hijos, con mis sobrinos, y ven qué es lo que está mal. Me parece maravilloso que la gente joven identifique que algo pasa y que no está bien”, ha apuntado Bollaín.
No obstante, como añadió Macías, hay frentes a los que se les ha de seguir prestando atención: “Ahora, con las redes sociales, la protección a los niños nos la deberíamos tomar muy en serio. Se está normalizando mucha violencia sexual, y a través de las redes existe una vía de acceso que nunca antes ha habido”. Con sus palabras, ambas reivindicaron la importancia de poner el foco en el lugar correcto. Y no solo en lo que se cuenta, sino en cómo se cuenta. Las socias y socios respondieron con un aplauso unánime.