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Alerta, urbanitas: podéis encontrar monstruos lovecraftianos en vuestro exilio rural

El autor de 'Extraños eones', Emilio Bueso, durante su viaje de presentación de 'Naturaleza muerta' en Barcelona

Ignasi Franch

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Explica el escritor Emilio Bueso que “uno se acaba cansando de ser un secreto muy bien guardado del underground barcelonés”. Bueso es escritor, pero también ingeniero y profesor universitario, claro. Porque ser un autor de literatura fantástica y terrorífica da para lo que da, en el aspecto económico, en España. “Me precio de haber conseguido los mejores lectores del mundo en estos 18 años, pero son poquitos”, declara el autor de Extraños eones. Quizá por eso, después de escribir para Salto de Página, Valdemar y Gigamesh, este prosista castellonense ha publicado su nuevo libro en un sello del enorme grupo Penguin Random House: Ediciones B.

Naturaleza muerta es una propuesta que tiene algo de implosivo, como su misma protagonista. Claudia es una mujer joven que ha huido de la ciudad para intentar superar la dependencia de los psicofármacos y convivir con las crisis de ansiedad y de fibromialgia. Ha comprado una propiedad rural donde se encuentra con tramas delictivas humanísimas y también con fenómenos que abren la puerta a lo sobrenatural. Todos estos hilos narrativos diversos van convergiendo y estrechándose hasta que llega el desenlace.

Protagonista de drama social encuentra thriller criminal y gusanos lovecraftianos, podría ser el resumen. Bueso construye a partir de un cierto costumbrismo en clave dinámica y enérgica, añade una capa de thriller y no deja de anticiparnos que un monstruo puede esperarnos al final del camino. “Me muevo por varios carriles a la vez”, afirma el autor de Transcrepuscular. A lo largo del viaje, se pueden encontrar gatos que hablan, tormentas sospechosas de ser algo más y sueños que quizá no lo son. O no del todo.

El apocalipsis va a llegar

La premisa de Naturaleza muerta puede recordar a mil y un cuentos de terror. Puede remitir a las pesadillas románticas de la literatura gótica, con sus personajes hipersensibles que buscan paz en el aislamiento. O a esos protagonistas de novelas de Stephen King que están a punto de perder la razón, solos o acompañados de una familia y unos cuantos fantasmas como el Jack Torrance de El resplandor. En la presentación del libro en la librería barcelonesa Gigamesh, el escritor y traductor Javier Calvo (antólogo, entre otras muchas novedades recientes, de la correspondencia de H. P. Lovecraft) trazaba vínculos con el King de los años setenta y ochenta, sin ir más lejos.

Bueso no cree haber seguido un modelo concreto, sino haber vuelto a trabajar “patrones que aparecen constantemente, que nunca pasan de moda y que se puede poner al día mientras mantienes un pie en el canon”. El autor deja claro que no quiere hacer “una narrativa huérfana, sin fuentes. ¡Tú estás donde estás porque te has subido a los hombros de gigantes!”. Explica que ha leído mucho durante el proceso de preparación de su nuevo libro, y menciona concretamente a Mariana Enríquez (Nuestra parte de noche) o Catriona Ward (Sundial).

La aparición de una secta que rinde culto a monstruos remite a un clásico de la literatura fantástica, el influyente H. P. Lovecraft que concibió a Cthulhu, Dagon y otras criaturas, aunque la prosa de Bueso es mucho más concisa. El escritor español ha querido actualizar diversos aspectos de la obra del escritor estadounidense. Apunta, sobre todo, a subvertir una diferenciación binaria: “En su obra, o estás cuerdo o pierdes la cabeza de una manera irrecuperable, pero ya no somos así. Si estás fatal de lo tuyo, te dan psicofármacos y te envían a casa. Nadie está loco y todo el mundo lo está a la vez. La locura se ha diluido en nuestro estilo de vida”, afirma.

Bueso también pone en el primer plano a una mujer, cosa que no sucedía en los androcéntricos relatos del estadounidense. “Hay cosas de Lovecraft que han envejecido mal”, afirma el escritor, en la línea de algunas declaraciones que había hecho previamente. Su objetivo es apuntar “hacia nuevos derroteros, incluso cuando uso estructuras canónicas, amalgamar lo viejo y lo nuevo para congraciar a quienes creen que no se puede hacer nada original y a quienes quieren algo fresco”.

Heroína precaria espera gusano del infierno

Bueso ha construido una heroína peculiar. Una mujer vulnerable que se atrinchera en el que ve como su último refugio y que termina enfrentándose a los peligros con una determinación inusual. “Necesitaba a alguien que tuviese nada que perder, para que no saliese por piernas como haría cualquiera que se mete en una alquería encantada”, describe el autor, que también destaca que su personaje es alguien con muchos recursos y capaz de racionalizar los miedos.

En el corazón de la propuesta, en el trasfondo vital y psicológico de los personajes, podemos ver a personas atropelladas por la precariedad. La novela tiene la agilidad y el dinamismo de la literatura de género, los juegos de anticipación que estimulan la curiosidad del público lector, pero se asienta en realidades cotidianas. “La crítica social es una constante en mi trabajo, lo que pasa es que intento que no se coma el discurso”, declara Bueso.

El autor siente que sus personajes, y él mismo, son parte de una generación “a la que han estafado mucho”. Habla de manera apasionada y rotunda sobre un atraco generacional que no se acaba, sobre la sospecha de que, desde que el capitalismo no tiene un adversario delante, ya no tiene que aparentar que da algo de bienestar. “Siento que estamos en una vorágine de colapso y de destrucción, pero no quería que devorase la novela, sino que apareciese como fondo”, advierte.

Claudia y su vecina traductora, Mara, son mujeres que han huido de la urbe, pero que no encuentran el refugio que esperaban en el mundo rural. Esta elaboración fantástica dialoga con la realidad que hay detrás de las seducciones neorruralistas: “Fantaseamos con una vida bucólica en el campo, con comida barata y con vivienda barata, pero es bastante duro ponerse a abonar con mierda de vaca y que te coman los mosquitos”, destaca el autor. “Aunque sea nieto de agricultores e ingeniero agrónomo, no creo que sea buena idea ruralizarse en un visto y no visto, como descubre la protagonista”, añade.

La precariedad que no es aceptable

La narrativa de Bueso desprende interés por los movimientos interiores de esa Claudia expuesta a riesgos enormes. Su autor comenta el deseo de contar “algo más intimista, que hablase de cómo sientes que has perdido el control de tu vida y cómo vas recuperándolo a base de simplificar”. El relato resultante está en movimiento constante, pero ese movimiento se circunscribe inicialmente a hechos más cotidianos que están manchados de signos inquietantes. El castellonense parece consciente de que puede perder a algún lector ávido de acción más sensacionalista: “Si a alguien le parece que esta parte no le hace vibrar, si considera que está frenando 'la historia', quizá este libro no va con él. Esta vez quería hacer algo más reflexivo y cocer el miedo a fuego lento”, afirma.

Naturaleza muerta transmite identificación con sus criaturas al límite. No se detecta una mirada condescendiente, sino fraternal, quizá porque Bueso no lo ha tenido fácil para conseguir que la vocación literaria sobreviva a los desengaños. “La industria editorial es muy dura”, resume. Y parece hablar sin acritud. Presume de guardar una buena relación con todos sus editores anteriores, a quienes dice deber “el haber llegado hasta aquí”.

El epílogo de Naturaleza muerta transmite frustración por la vida comercial de sus primeros libros, pero Bueso aclara: “No creo que los sellos no lo hayan hecho bien, sino que ha habido mala suerte, y distribuidoras que fallaron, y libreros que quizá no me apreciaban, y medios que no me han hecho caso cuando he ganado premios…”. El escritor acaba con una defensa de la queja consciente: “Yo lloro lo mío, pero a la vez me veo como un privilegiado porque hay gente que comienza en sellos mucho peor financiados. Entiendo que haya quien cuestione qué hago quejándome, pero la precariedad nunca debería asumirse como algo aceptable, aunque esté masificada”.  

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