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Grimes responde a la presión mediática con un álbum que presenta el cambio climático como una historia de amor

Luis J. Menéndez

2

Grimes

Grimes

Miss Anthropocene

4AD / Popstock!

POP

6

Muchas cosas han ocurrido en la vida de Claire Boucher desde la publicación en 2015 de Art Angels, y la mayor parte de ellas han sido retransmitidas prácticamente en directo por los medios de comunicación. Es curiosa la dimensión que en ese tránsito ha adquirido Grimes, cuando ni las ventas de sus discos ni siquiera la dimensión artística de los mismos diera para semejante despliegue mediático. Y eso por mucho que, tanto el trabajo mencionado como su predecesor Visions (2011), fueran representativos del momento en que fueron publicados, que lo son. Así las cosas, Miss Anthropocene no se publica ni mucho menos en olor de multitud, pero sí con grandes dosis de curiosidad por conocer su respuesta —artística y también dialéctica— de la presión a la que ha sido sometida.

Y esa respuesta llega en forma de disco conceptual con coartada ecológica. Dicho por la propia Grimes: Miss Anthropocene se convierte en una metáfora antropomorfizada de la destrucción a la que estamos llevando a nuestro planeta. Y de esta forma el disco juega constantemente con la doble lectura entre la canción de amor tradicional y el mensaje pro medio ambiente. Para esta historia de amor desgraciadamente parece que no hay vuelta de atrás...

Lástima que a Grimes le haya ocurrido algo parecido a lo que ha venido pasando en los últimos tiempos con otro referente del pop electrónico avant, Björk: que las canciones del disco no están a la altura de las expectativas creadas ni tampoco de tan nobles aspiraciones. Grimes ha calificado públicamente su disco anterior, Art Angels, como “un pedazo de mierda”. Y esas crueles declaraciones sobre su propio trabajo nos hacían albergar la esperanza de que su regreso trajera bajo el brazo una obra maestra. Nada más lejos. Frente a su producción previa, la mayoría de canciones de Miss Anthropocene palidecen por unos ritmos simplones y monocordes, melodías que de tan frágiles resultan imposible de reproducir y ambientes y arreglos más grandilocuentes que grandiosos. Es el primer patinazo considerable de una carrera que por mucho que diga la propia Grimes hasta hoy se mantenía sin tacha.

 

Bravo Fisher!

Bravo Fisher!

Amor

Musiteca

POP

7

Cuando Bravo Fisher! hizo su aparición en la escena independiente de nuestro país, su creador Guillermo Galguera llamó la atención por su habilidad para componer melodías inmediatas. Ahí radicaba su fuerte y —para cierta parte del público intolerante al pop radiante y emotivo— también su hándicap para ser tomado en serio desde el punto de vista crítico. La carrera del pucelano fue poco a poco virando hacia un sonido tal vez más ambicioso, discos conceptuales incluidos, pero que de alguna forma neutralizaba su principal valor: esa facilidad innata para el estribillo que se adhiere como un chicle.

Amor supone un retorno a aquellos presupuestos iniciales, un disco levantado a partir de duetos con voces mayormente femeninas —La Bien Querida, Rocío Saiz, Ganges, Fatal Tiger y Modelo de Respuesta Solar— que gira sobre el sentimiento que más canciones ha generado a lo largo de la historia de la música popular. Incorpora elementos como el autotune o una producción “on the face” muy de nuestro tiempo. Pero en el corazón de estas canciones, y más allá de la mejorable forma en que han sido vestidas, late el espíritu que ha hecho grandes a The Postal Service, The Magnetic Fields o incluso New Order. Bien por ese retorno a los orígenes pues.

 

King Krule

King Krule

Man Alive!

XL / Popstock!

POP

7

En nuestro país casi puede pasar por un desconocido, pero King Krule —alias artístico de Archy Marshall— es una de las grandes voces del pop británico de la última década, hasta el punto de encabezar el cartel de festivales que marcan las tendencias del momento como el Primavera Sound. The Ooz (2017), un disco que apenas tuvo repercusión en España, se convirtió en todo un fenómeno de crítica y público en su país, confirmando la importancia de un músico que ya había dado señales de apuntar alto cuando debutó en formato largo con apenas 19 años.

Man Alive! le da continuidad a un discurso artístico que se mueve a caballo de diferentes influencias para terminar resultando inconfundible: el jazz, por supuesto, pero también el punk, el pop de dormitorio o el spoken word. Con esos elementos Krule se convierte en una de las voces autorizadas del South London. Una suerte de Tom Waits contemporáneo en el que la voz rasposa fuera sustituida por una dicción inequívocamente británica, pero el romanticismo noctámbulo se mantuviera intacto. No es la suya una propuesta fácil de asimilar, y sorprende por ello el éxito indiscutible en su país de origen. Hecho tan indiscutible como que, más allá de dónde se sitúe con Man Alive! —un trabajo un peldaño por debajo de su predecesor— Krule es hoy una de las voces de referencia del pop de nuestro tiempo.

 

Ranaldo & Refree

Ranaldo & Refree

Names of North End Women

Mute

EXPERIMENTAL

7

No es fácil situarse fuera del área de confort cuando en tu bagaje está haber reinventado el rock de guitarras y se cuenta con una hoja de servicios de cuatro décadas explorando las posibilidades de ese instrumento. Tanto es así que cuando Sonic Youth llegó a su fin, Lee Ranaldo publicó una serie de discos que han sido revolucionarios para su trayectoria precisamente a base de acercarse al canon tradicionalista del folk-rock norteamericano.

La búsqueda de Ranaldo, sin embargo, no tiene fin, y de un tiempo a esta parte ha encontrado en Raül Refree al socio perfecto en su particular misión exploradora. En el caso de este Names of North End Women estaba previsto que el barcelonés repitiera como productor, pero su aportación a esta colección de canciones ha sido tan importante que finalmente la autoría del mismo se acredita como compartida.

Y qué mejor desafío para un guitarrista que quitarle su instrumento. Para componer estas ocho canciones de una belleza extraña y siniestra, el dúo recurre a otros instrumentos como el vibráfono, la marimba, la manipulación de cinta y diferentes tipos de percusiones con apariciones puntuales, casi anecdóticas, de la guitarra. El resultado es un disco cargado de misterio en el que Ranaldo es medio cantante medio recitador. Y en su riesgo por probar nuevos sonidos  —en la canción que da título al disco, sin ir más lejos— por momentos su música se sitúa más cerca de una versión de arte y ensayo del Paul Simon de Graceland que del rockero avant garde que conocemos.

 

Nuria Graham

Nuria Graham

Marjorie

Primavera Labels / Universal

POP

8

Núria Graham publicó su primer disco, First Tracks, con tan solo 15 años. Ahora, con 21 y después de haberse recorrido medio mundo cantando sus canciones y compuesto temas para artistas masivos como Amaia, se puede considerar a la cantaurora mitad catalana mitad irlandesa toda una “veterana” que ha dejado de lado las inseguridades propias de la juventud para enfilar una carrera con voz propia y reconocible.

Marjorie no deja lugar a dudas en ese sentido. El disco lo componen diez canciones con las que Graham viaja de vuelta a sus orígenes irlandeses: Marjorie es en realidad la abuela de Nuria, a la que nunca llegó a conocer, y entre los títulos de las canciones se cuelan los nombres de otras misteriosas mujeres, Hazel o Shirley, a las que podemos situar en un contexto parecido pero de las que no sabemos a ciencia cierta si alguna vez han llegado a existir o nacen de la imaginación de la artista. En cualquier caso esta travesía por las praderas y las tabernas irlandesas se limita al aspecto lírico del disco.

Musicalmente y de la mano de Jordi Casadesús —que firma los arreglos del disco junto a Núria—, Marjorie supone un ejercicio de madurez que ahonda en esa suerte de soft-pop de tintes clásicos hacia el que poco a poco ha ido apuntando su carrera. Obviamente es difícil que en ese terreno pueda convertirse en artista masiva. Lo que, por otra parte, lejos de restar aporta todavía más valor a un disco tan sincero como este.

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