No todo es llenar estadios: cómo los artistas 'underground' defienden su espacio en la industria musical
Es de noche en Madrid. Después de una larga jornada de trabajo, más de 15.000 personas acuden al Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid (ahora Movistar Arena, antes Wizink Center) para cantar los temas del artista del momento. Nada parece brillar tanto como los focos de ese pabellón. La música jamás ha sido tan celebrada. Y, mientras todo eso ocurre, una solitaria guitarra ilumina el bar de la calle de la esquina. Para los ojos corrientes, solo es una persona tocando su canción más íntima; para los ojos observadores, es el regalo de quien confía en que solo el arte es suficiente para llegar a los demás.
Lejos de arroparse por pantallas gigantes, fuegos artificiales o los elementos visuales más espectaculares que uno pueda imaginar, decenas y decenas de artistas salen cada noche con el fin de sentirse unidos a aquellos que comparten la misma pasión por la música. No tienen millones de oyentes en Spotify, ni siquiera tienen miles de seguidores en Instagram, pero cuentan con una guitarra, una batería o una voz que disfruta siendo escuchada por aquel que desea escucharla. Para ellos, nada importa tanto como crear comunidad para celebrar sus canciones.
Y, atentos a esas voces, colectivos como Autoplacer tratan de dar visibilidad a artistas que no cuentan con tantos recursos para darse a conocer. Trabajando en el panorama musical desde 2009, Autoplacer es una asociación que promueve la autoedición discográfica y la libre distribución, consolidándose como uno de los espacios más relevantes para propuestas culturales menos mainstream, sobre todo gracias a un festival que ha sido un referente para hacer emerger nuevas bandas. Muchos de los grupos seleccionados por Autoplacer cuando no habían pasado de las maquetas, se han convertido en nombres importantes en el pop español.
Sin embargo, el colectivo ha decidido “tomarse un tiempo” e “interrumpir” la celebración de su Festival anual en el Museo CA2M y de su Concurso de Maquetas para este 2025. No obstante, mantendrán su actividad “en un segundo plano abriéndose a posibles colaboraciones y proyectos”. Como testigo y celebración de estos intensos quince años queda un libro que acaban de publicar, titulado Música sumergida.
“Empezamos hace quince años como un colectivo que quería promover los grupos de nuestro entorno; es decir, la gente de nuestra edad que estaba armando sus primeros grupos y grabando sus primeras maquetas”, explica a este periódico Roberto Salas, uno de los miembros fundadores de Autoplacer, así como autor y coeditor de la obra. “Queríamos potenciar todo eso haciendo pequeñas fiestas en las que sonaba la música de nuestros amigos. Todo de una manera muy autogestionada”.
A partir de ahí, el colectivo se ha encargado de reunir a cantantes independientes en un proyecto gratuito que cada vez ha tenido mayor alcance, el Festival Autoplacer, cuyo futuro ahora mismo es una incógnita. “Siempre echamos un ojo a la escena local, a las salas de conciertos, y vamos viendo el panorama”, comenta Roberto Salas sobre cómo buscan nuevas propuestas.
Promesas cumplidas
Dentro de esa escena local, artistas como Elena del Frade estaban tocando en salas para menos de 300 personas antes de formar parte de Autoplacer. Lo hacen por convicción, porque así conciben el mundo de la música. “Por muy bien que me vaya en el futuro, nunca querría que mi público me viese a más de 20 metros. No quiero estar en una sala enorme o en un escenario increíble si eso conlleva que el público esté más lejos de mí”, confiesa la artista.
Elena del Frade, atraída por el pop con sintetizadores y electrónica, ha sido una de las protagonistas de la última edición del Festival Autoplacer, celebrada a finales de septiembre. Acostumbrada a cantar en Asturias, la gijonesa de 20 años comenta que se sintió “superabrazada” en la que supuso su primera vez tocando en Madrid. “Pensaba que la gente iba a ser diferente, que el público no se lo iba a tomar igual porque tal vez la cultura fuera distinta a la de Gijón, pero no”, reconoce. “Madrid tiene un público bastante cariñoso”.
La artista también es la ganadora del Concurso de Maquetas Autoplacer 2023, un certamen que, según Roberto Salas, ha sido una “pieza fundamental” para la asociación porque “ha abierto la posibilidad de conocer a un montón de cantantes y grupos”. El premio consiste en la financiación y acompañamiento en la producción, ejecución y difusión del proyecto musical de la persona galardonada, distribuyendo así sus primeros singles. Próximamente, Autoplacer publicará en su sello el primer elepé de Animadora, ganadora del Concurso de Maquetas 2022, y el próximo trabajo de Elena del Frade.
“Desde Autoplacer están todo el rato intentando potenciar que el artista sea quien tenga el control completo de lo que está haciendo, lo abrazan un montón. Siempre he sentido que creen en todo lo que el artista diga”, cuenta Elena del Frade. “En el libro recogen un montón de cosas valiosísimas, sobre todo para los jóvenes que estamos adentrándonos en la industria y hay muchísimas cosas que no entendemos y que deberíamos saber antes de sumergirnos en ella”.
Hago música porque no sé cómo no hacerla. Aunque no la hiciese pública, aunque nadie la escuchase, yo la seguiría haciendo.
Otra artista que también ha pasado por Autoplacer es Lorena Álvarez, quien formó parte del Festival en 2011 tras ganar también el Concurso de Maquetas. La asturiana, de 41 años, no solo hace música intentando ser “lo más libre posible”, a la que se dedica profesionalmente desde hace más de una década, sino que está abierta a “desarrollar proyectos artísticos en cualquier campo”, ya sea diseñando, pintando o dibujando. “Trato de seguir mi intuición e intentar materializar, a través del arte, impulsos de necesidad de hablar de ciertas cosas o de señalarlas”.
Lorena Álvarez reconoce que ni siquiera se había planteado tocar en directo antes de participar en Autoplacer. “Yo solamente grababa canciones como parte de todos los proyectos que realizaba. Pero, no sé por qué, un día decidí enviárselas a algunos amigos, y esos amigos se las enviaron a otros amigos, y la cosa fue pasando de manera orgánica”, confiesa la artista. “En un momento dado, me animé a cantar en directo y eso es lo que me ha traído hasta aquí. A veces no eres tú la que toma las decisiones, es la vida la que te va encauzando hacia un camino y tú la que tienes que pasear por él”.
Con respecto al cambio que ha percibido en la industria con la llegada de internet, Álvarez piensa que no por tener un infinito catálogo a tu disposición la experiencia es mejor que antaño. “Mucha gente me dice que es genial que ahora toda la música esté al alcance de todo el mundo. ¿Y por qué quieres tener toda la música del mundo a tu alcance? La música realmente tiene sentido para una persona cuando la vive y pasa a través de ella. No por tener más cantidad de canciones para escuchar vas a disfrutarla más”.
El reflote de géneros underground
A lo largo de sus 280 páginas, el libro Música sumergida presenta un diálogo entre músicos, diseñadores y fotógrafos, invitando también a poner el foco en géneros underground que tradicionalmente no han tenido tanto éxito o que no han conseguido ser tan comerciales. “Las instituciones nunca dan relevancia a la música alternativa actual. Los grupos solamente están a merced de la industria, porque las instituciones no les dan esos espacios”, reivindica Roberto Salas.
Elena del Frade considera que “no basta únicamente con dar visibilidad a estos géneros, sino que hay que tratar de mantenerlos vivos”. “Aunque un género parezca muy underground, siempre puede ser presa del capitalismo atroz y la macroconsumición. Lo que mola de Autoplacer y del libro, más que dar estos géneros a conocer, es que los mantienen donde están. Porque no es que solo deban mantenerse vivos, es que deben mantenerse puros”.
La obra hace hincapié en el punk, el rock o el pop en sus variables menos comerciales, abriendo un debate sobre la cabida de este tipo de música en una industria que solo busca vender. “Siempre he buscado la manera de seguir haciendo las canciones que yo quiero hacer y de la forma en que quiero hacerlas. Ahora mismo hay un mainstream que lo copa todo, pero los artistas tenemos que intentar hacernos con un pequeño hueco a nuestra medida. Siempre va a haber gente con la que podamos conectar”, afirma Lorena Álvarez.
Además, el libro recopila varios textos escritos por diferentes expertos del sector, donde uno de los temas principales es la transformación que ha experimentado la música para pasar de ser arte a convertirse en mero consumo. “No se ha cuidado el tejido cultural y no se ha querido entender la música independiente, la música alternativa”, alega Roberto Salas. “Para que no sea solamente un bien de mercado y un objeto de consumo, se le tiene que dar la categoría de creación artística y respetarla”.
Lo que no se ve de las plataformas digitales
Como recoge en uno los capítulos de la obra Elena Cabrera, redactora jefa de Cultura de elDiario.es, hay un 13% de música eliminada en Deezer por falta de reproducciones. Esto no solo potencia las canciones que nacen con intención de ser un hit, sino que relega a un segundo plano a los “artistas B”, a aquellos que no tienen una gran exposición pero que tampoco pretenden tenerla.
“Lo de plataformas de streaming como Spotify es espantoso. Pagas cada mes por estar ahí y ese dinero no se te devuelve porque las ganancias que haces siendo un artista pequeño son minúsculas. Necesitas mogollón de escuchas para hacer, aunque sea, ocho euros al mes”, relata Elena del Frade. “Y, además, necesitas una distribuidora o una discográfica, que para mí es el mayor problema, porque tienes que darles tu música y asumir que los derechos ya nunca más van a ser tuyos”.
Lorena Álvarez denuncia que estas plataformas organicen la música “en ránkings y por reproducciones”, premiando solo a aquello que lo está petando. “Es evidente que influye mucho el dinero que han puesto las discográficas para que algunos temas sean tan reproducidos”, dice la cantautora. “Ahora, solo las cosas que más se ven o que más se escuchan son las que tienen más éxito porque son las que más se comparten en redes sociales, formando así un círculo vicioso. Mi sensación es que antes era al revés, que la gente disfrutaba conociendo cosas más pequeñas y desconocidas, pero ahora todo está más homogeneizado”.
Dentro de la música sumergida
Roberto Salas cuenta que, para ellos, titular el libro haciendo referencia a la música sumergida fue fundamental porque es un término con el que se sienten mucho más cómodos. “Al comienzo de la década del 2010 estábamos muy contentos con la palabra emergente; sin embargo, nos empezábamos a preguntar si realmente esa palabra reflejaba una escena por completo independiente, una escena emancipada de los cauces de una industria que siempre tiene que ir hacia arriba”, desvela el editor del libro.
“Nosotros, desde Autoplacer, defendemos que se puede trabajar perfectamente en un plano transversal. El éxito masivo no siempre es el objetivo y, por lo tanto, llamamos música sumergida a este tipo de grupos que nos gustan, porque así no les metemos la presión de emerger y de llenar el WiZink”, cuenta Salas. Elena del Frade coincide en que llegar a ser mainstream no es algo que considere esencial: “Hago música porque no sé cómo no hacerla. Aunque no la hiciese pública, aunque nadie la escuchase, yo la seguiría haciendo”.
Mucha gente me dice que es genial que ahora toda la música esté al alcance de todo el mundo. ¿Y por qué quieres tener toda la música del mundo a tu alcance?
Con la publicación de la obra, Autoplacer busca seguir dando a conocer “grupos que son muy interesantes y que deberían estar en todas partes”. “Siempre están los mismos grupos de siempre en los festivales. Con Música sumergida, queremos que se sepa que estos artistas existen y ayudarles a que sigan existiendo”, dice Roberto Salas. “Todos los ingresos irán destinados al colectivo, para seguir realizando actividades de la manera más digna posible”.
Lorena Álvarez, por su parte, afirma que merece la pena “luchar por huecos para lo que es diferente”, puesto que “no todo el mundo es igual” y se necesita “diversidad y variedad”. “Cada vez es más difícil lograr huecos para lo que se aleja de lo mainstream, así que mola que, después de tantos años, Autoplacer siga con ese trabajo”, comenta. Lo cierto es que es imposible predecir si estos artistas llenarán el Palacio de Deportes algún día, pero el hecho de que ni siquiera se lo planteen es, quizás, el inicio de una canción más bonita que la que sonará mañana en el pabellón madrileño.
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