Las bajas de trabajadores por salud mental se duplican desde 2016 y ganan peso sobre el total
“Tienes que parar”, le dijo un psiquiatra a Ariane Aumaitre, consultora de políticas públicas, tras un rato llorando en la consulta y balbuceando que no podía más. La profesional relataba hace unas semanas en este medio cómo sufrió ‘burn out’, o el llamado síndrome del trabajador quemado: cuando el trabajo deja totalmente agotadas a las personas que lo padecen, física y mentalmente. Casos similares, u otras patologías como la ansiedad y la depresión, están provocando cada vez más la quiebra emocional de muchas personas, que necesitan ausentarse de sus puestos de trabajo para recuperarse. Que necesitan parar.
En lo que va de año, hasta julio, se han tramitado casi 338.000 bajas de trabajadores por motivos de salud mental. Se trata del máximo registrado en este periodo de los últimos siete años, según los datos detallados con todos los procesos de incapacidad temporal iniciados por el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) entre enero de 2016 y julio de 2023. Los datos fueron obtenidos tras una solicitud de información realizada por elDiario.es amparada en la Ley de Transparencia. Entre enero y julio de 2016, las bajas por salud mental fueron la mitad, unas 163.000. En otras palabras: se han duplicado en siete años.
Según la información mensual, el pasado mayo registró el mayor número de bajas laborales por “trastornos mentales”, como las clasifica el INSS. Más de 56.600 procesos en un solo mes, por encima del pico experimentado en uno de los momentos más drásticos de la historia reciente: el inicio del confinamiento por la pandemia de coronavirus.
Estos máximos y el auge en los procesos de salud mental en 2023 no se trasladan a la tendencia del total de bajas laborales. Las patronales de empresarios y grandes compañías de recursos humanos llevan meses alertando del incremento del “absentismo” laboral, como denominan a las ausencias de trabajadores de sus puestos aunque estén justificadas por una baja médica o sean fruto de derechos, como los permisos de maternidad y paternidad. Pero los datos de la Seguridad Social reflejan un descenso en lo que llevamos de año tras el boom experimentado en la pandemia, y especialmente en 2022, tras la explosión de las bajas en enero por la variante ómicron del virus.
“El aumento de las bajas laborales siempre es un tema muy recurrente en épocas de crecimiento económico, cuando generalmente se incrementan”, explica Jaime González, miembro de la secretaría de Salud Laboral de CCOO. En tiempos de bonanza, los trabajadores tienen menos miedo a ejercer sus derechos, como cogerse una baja si están enfermos, frente a los momentos en los que sobrevuelan los despidos y la incertidumbre es mayor.
“En 2021 y 2022 es verdad que hubo un cúmulo de bajas muy grande. Todos los medios disponibles se habían enfocado a tratar la pandemia y quedaron muchos temas pendientes de operaciones, tratamientos de enfermedades, incluso oncológicos”, explica el especialista en salud laboral. Sin embargo, en 2023 los sindicatos advierten de que la situación está cambiando. “Se está yendo a un nivel de bajas más similar al anterior”, indica González.
Además, el mercado laboral ahora es más amplio, con un máximo de trabajadores que supera los 21 millones de personas.
Dos frentes: listas de espera y salud mental
Aunque el nivel de bajas laborales se vaya aproximando al periodo prepandemia, en el Ministerio de Seguridad Social también destacan la detección de un “aumento de bajas laborales, tanto en número como en duración”. Y señalan dos focos: “Son especialmente reseñables los incrementos en las incapacidades temporales ligadas a problemas traumatológicos y de salud mental”.
En CCOO apuntan también al auge en estos dos tipos de dolencias, con causas muy distintas. La eclosión de los trastornos mentales se analiza como un deterioro cada vez mayor de la salud de los trabajadores tras la pandemia, sobre todo de los más jóvenes. Y en el primero de los casos el sindicato adjudica el incremento al aumento de las listas de espera en el sistema público de salud.
“Los temas de traumatología (problemas de rodilla, de hombro, de espalda,...) nos disparan mucho los datos de incapacidad temporal. Procesos que acaban siendo demasiado largos cuando no siempre deberían”, explica Jaime González. El problema es que “hay una excesiva tardanza en el diagnóstico y en los tratamientos”, indica el sindicalista.
Las listas de espera están afectando a las bajas. Si en Atención Primaria pedimos una resonancia por un lumbago y tarda tres meses, esos tres meses la persona está de baja
Con las demoras disparadas en el primer filtro de la sanidad, la Atención Primaria, los pacientes cada vez tardan más en que les vea simplemente su médico de familia. “Las listas de espera están afectando a la extensión de las bajas”, coincide María del Mar Martínez Lao, representante nacional de atención primaria urbana en la Organización Médica Colegial (OMC).
Esta médica de familia pone como ejemplo un proceso de lumbalgia. “Cuando sospechamos que puede haber algún pinzamiento, mandamos resonancia. Y dan tres meses para la cita de la resonancia, así que todo ese periodo, el señor o la señora sigue de baja. Luego si hay que derivar en neurología, que no podemos hacerlo nosotros, tenemos que mandar a reuma o trauma y eso son otros dos o tres meses. Con lo cual, puede estar de baja seis meses una persona con un lumbago”, dice Martínez Lao.
Pero, sobre todo, la doctora subraya el “antes y después” vivido con la pandemia y las bajas por salud mental de los trabajadores, con muchos más casos de ansiedad y depresión que llegan a las consultas y que han ido ganando peso sobre el total de incapacidades temporales: de un 5,6% en 2016 a un 6,5% en 2023.
“Hay muchas más, sobre todo de los más jóvenes, muchos de trabajos poco cualificados”, dice la médica, que explica que estas personas acuden a la consulta sobrepasadas por los horarios, las exigencias de los jefes y la carga de trabajo. “También tenemos casos de trabajadores de puestos cualificados, como la banca y otros”, añade Martínez Lao.
Las mujeres y los jóvenes son dos de los grupos que padecen más bajas por salud mental, como muestran los datos facilitados por la Seguridad Social. Aunque hay diferencias en la evolución de las incapacidades temporales registradas en los últimos años.
Mientras que la brecha por género se mantiene más o menos similar en el tiempo, con un alza de las bajas de mujeres y también de hombres, los jóvenes sí destacan por un incremento mucho mayor a otros grupos de edad más avanzados.
“Los jóvenes son una generación mucho más sensible para nombrar su sufrimiento psíquico” respecto a las precedentes, “que muchas veces lo canalizaban de otra manera”, explica Belén González Callado, psiquiatra del sistema público de salud en la Comunidad de Madrid. La especialista señala no obstante que es fundamental centrarse en las causas que están llevando a tantas personas a enfermar, más que señalar a aquellas que enferman, como los discursos que tachan a los jóvenes de ‘flojos’.
Desde enero de 2019, las bajas laborales por salud mental que más se han disparado han sido las de los jóvenes de 16 a 25 años. Han crecido un 91%, seguidas de las de los trabajadores de 26 a 35 años, con un alza del 48%.
González Callado fue una de las expertas que participó en la comisión del Ministerio de Trabajo sobre salud mental, que calculó que un tercio de los cuadros de depresión en la población activa se deben a la precariedad. “Nos estamos enfrentando a una situación social, a todos los niveles, bastante complicada de gestionar a nivel emocional y además tenemos un mercado laboral, tras varias crisis, con una degradación de derechos laborales de décadas. Es muy complicado tolerar las condiciones laborales de la mayoría de los trabajos sin tener una salud mental de acero”, apunta la psiquiatra.
“No es que quienes enferman tengan una salud mental débil; tiene que ver con la exigencia laboral y la precarización, que daña mucho a las personas”, añade.
Bajas largas y con causas dentro del trabajo
Como explica Ariane Aumaitre en su testimonio, muchas veces las personas trabajadoras en esta situación acuden al médico cuando ya están al límite. Cuando han “petado”, en una situación de gran quiebra emocional. “En un principio, me dije a mí misma que descansaría una semana y estaría como nueva. Luego, el médico me recomendó tres semanas más y pensé que con eso, medicación y terapia sería suficiente. Al final, pasé casi tres meses de baja hasta que decidí dejar mi trabajo y buscar un cambio que me diese bienestar”, explica Aumaitre.
Los trastornos mentales son el tercer motivo de incapacidad temporal con bajas más duraderas, con 108 días de media, más de tres meses, tras los tumores (165 días) y las enfermedades del aparato circulatorio (129 días), según los datos de la Seguridad Social facilitados a este medio.
Más allá de la gravedad de determinadas situaciones, y la necesidad de tiempo para recuperarse de ellas, las deficiencias del sistema público de Salud también asoman en este punto. Los profesionales de Atención Primera son, de nuevo, la primera puerta para los pacientes. “Iniciamos tratamientos farmacológicos por ansiedad y se recomienda tratamiento psicológico, pero la mayoría de las personas no tienen dinero para una consulta semanal como necesitarían”, explica Mª del Mar Martínez Lao.
“Podemos derivar al psicólogo de la sanidad pública, pero el problema es que le ve en tres o cuatro meses. Sería necesario un psicólogo en cada centro de salud, una consulta más ágil, porque ellos están a tope, tampoco dan abasto”, dice la médica de familia.
Belén González Callado es una de esas especialistas, a cuya mesa llegan solo “los casos más graves, urgentes, aquellos que tienen más complejidad o que se alargan mucho en el tiempo”. Aun asumiendo la falta de recursos, la psiquiatra llama la atención sobre que la medicina está intentando dar solución a problemas que en muchas ocasiones tienen un origen social. Y, por tanto, con necesidad de actuación y remedio también fuera de las consultas.
“Parece que la única solución a estos problemas, la más fácil y la prescrita socialmente es que se vaya al médico a pedir ayuda, recibir tratamiento psicofarmacológico, o un descanso de una baja laboral. Esas son las herramientas que tenemos para proteger a la gente, pero el problema son los trabajos imposibles de sostener”, advierte González Callado. “Nosotros llegamos a paliar los daños psíquicos, pero hay que actuar de manera preventiva para que la gente no enferme”.
La psiquiatra considera que no abordar estas situaciones tiene “una contrapartida negativa”. “Estamos medicalizando los malestares de la vida, les atribuimos una causa relacionada con la enfermedad. De alguna manera, borramos la causa que nos afecta a todos, algo que es social y no individual, que requiere de solución ahí fuera”.
En CCOO coinciden en que muchas veces gran parte del origen de las patologías, y también las soluciones a los aumentos de las bajas, están en los propios centros de trabajo. Por ejemplo, con medidas como la reducción de cargas de trabajo, la contratación de más personal y medidas de organización que reduzcan el estrés y la presión sobre la plantilla, entre otras.
Jaime González cita el caso del sector de ayuda a domicilio, al que un reciente estudio señalaba por los pésimos indicadores de salud y precariedad de sus trabajadoras, la gran mayoría mujeres. “Tienen muchos problemas de salud, con un enorme consumo de fármacos para trabajar. ¿Esto cómo se solucionaría? Por ejemplo, poniendo a dos personas en el domicilio, con ayudas extras, etc. Todo eso se sabe, las empresas lo saben”, explica el experto de salud laboral.
Cuando se señala al fraude y la “vergüenza” de enfermar
El aumento de las bajas suele desatar los discursos sobre la necesidad de controlar el fraude y la sombra de sospecha sobre una supuesta “manga ancha” de los profesionales sanitarios del sistema público. Por ejemplo, con la tradicional petición de la patronal de que las mutuas puedan dar altas en incapacidades por enfermedades comunes, una competencia ahora acotada solo a las bajas profesionales.
“En mi experiencia clínica y de mis compañeros, la grandísima mayoría de bajas están absolutamente justificadas”, valora Belén González Callado. “Si vemos un problema es que a veces no se prolongan lo suficiente para que haya una recuperación real”, así como las personas que no se quieren tomar la baja por miedo a un posible despido. La psiquiatra habla de “meme social” respecto a la imagen del “caradura” que abusa de las bajas sin necesitarlas realmente.
En mi experiencia clínica y de mis compañeros, la grandísima mayoría de bajas están absolutamente justificadas. Si vemos un problema es que a veces no se prolongan lo suficiente
Aunque haya casos de fraude, como casi en cualquier ámbito, en CCOO también consideran que se trata de una situación “muy residual”. El sistema cuenta con numerosos participantes que controlan las incapacidades de los pacientes. “Hasta siete niveles”, apunta Jaime González, desde el profesional de Atención Primera, los especialistas, la inspección médica del sistema de salud, la del INSS… “Y por si fuera poco, las mutuas pueden hacer visitas de control. La posibilidad de engañar, se queda en la mínima impresión, a menos que sea un mago del fingimiento”, ironiza el responsable de salud laboral.
Desde 2018, la Seguridad Social puso en marcha además un algoritmo para controlar las bajas y detectar posibles casos de fraude, del que apenas ofrece información. “El objetivo final del uso del algoritmo es la detección de situaciones de Incapacidad Temporal que por sus características tienen una alta probabilidad de ser susceptibles de alta médica”, responden en el Ministerio, que no identifican qué elementos se tienen en cuenta para hacer esta valoración.
El porcentaje de “acierto” es del “77%”: “Es decir, el modelo detecta y confirma el 77% de las altas realizadas por los Médicos Inspectores”. El 23% no detectado se encuentra dentro de “los límites de error asumibles”, contestan en el departamento de José Luis Escrivá, que considera que la herramienta tecnológica “permite una mayor eficiencia en el control de la Incapacidad Temporal por parte de la Inspección Médica del INSS”.
Adrián Todolí, doctor en Derecho del Trabajo, reclama una mayor transparencia en el uso de algoritmos y de “la auditabilidad de esos datos”, especialmente en temas tan relevantes como el derecho a la salud. “Es necesario analizar cómo funcionan estos algoritmos, si tienen sesgos, porque esa eficiencia que comentan podría estar afectando más a un determinado colectivo, como las mujeres, o las personas de determinada raza o clase social, lo que podría ser discriminatorio”, argumenta Todolí.
El profesor en la Universidad de Valencia también advierte sobre la necesidad de investigar si hay “sesgos de confirmación”. Es decir, si los humanos que reciben la información del algoritmo, en este caso los inspectores médicos, tienen cierta predisposición a confirmar lo que le dice la máquina.
Belén González Callado pide no dar pábulo a los discursos de abuso de las bajas. “Generamos que haya una vergüenza, una culpa por la experiencia de coger una baja laboral, que es terrible para aquel que la necesita. Muchas veces se fuerzan para estar en trabajos donde no deberían estar y se exponen a un daño psíquico mayor”, lamenta la psiquiatra.
Antes de la baja por burn out, Ariane Aumaitre sentía “que cómo iba a ir al médico”, que se reirían de ella, “que no era para tanto y que debía aguantar”. Ahora, tras más de cuatro meses en vía de recuperación sin poder trabajar, se inclina por la necesidad de poner “límites cuanto antes” y pedir ayuda. “Es crucial para tomarnos la salud mental con la seriedad que se merece”, considera.
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