Así influye tu peso en la calidad de tu respiración

Foto: Pixabay

Jordi Sabaté

1 de febrero de 2020 22:47 h

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Evitar el sobrepeso es fundamental, tanto como el bajo peso, entendiendo por ellos las cotas de peso por encima y por debajo de lo recomendado según la altura y la complexión de cada persona. Aclaración: la báscula es solo un valor orientativo [leer Diez razones para no tener báscula en casa] y no siempre fiel: una persona de 90 kilos (kg) que mida 190 centímetros (cm) puede estar en sobre peso, lo cual es malo, o musculada, lo cual indica en principio una vida sana con práctica de ejercicio físico y una complexión atlética.

Así que para entendernos, el sobrepeso hace referencia a la acumulación de grasa abdominal, sobre todo en hombres pero también en mujeres, así como a la papada. Y el bajo peso se refiere a una falta de musculatura en general, pero especialmente torácica y su sustitución por grasa. En ambos casos la respiración corre el riesgo de ser deficiente y generar a largo plazo problemas graves e incluso crónicos.

Así incide la grasa abdominal

Un documento de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica señala que “mientras que la relación existente entre obesidad e hipertensión, cardiopatía isquémica o diabetes es objetivo prioritario en programas de salud, la morbilidad respiratoria ligada a la enfermedad frecuentemente se pasa por alto, incluso en los informes técnicos elaborados por la Organización Mundial de la Salud”.

En el mismo se asegura: “la obesidad determina alteraciones importantes en la fisiología del sistema respiratorio que pueden dar lugar a un amplio espectro de manifestaciones clínicas: desde la disnea secundaria a la limitación ventilatoria restrictiva, pasando la insuficiencia respiratoria característica del síndrome de obesidad-hipoventilación”.

El motivo de estos trastornos es principalmente la grasa abdominal, pero también la acumulación de grasa en la papada que se da en personas obesas y con sobrepeso, de moderado a severo. Por un lado, durante el día, por ejemplo cuando estamos sentados, la grasa abdominal presiona hacia arriba sobre nuestro tórax invadiendo el espacio destinado a la expansión de los pulmones e impidiendo que estos se llenen plenamente.

Este hecho provoca que entre insuficiente cantidad de oxígeno en la sangre, con lo que se produce una reacción de demanda automática que nos lleva a respirar con mayor frecuencia en busca de oxígeno, pero nunca conseguimos llenar totalmente porque los pulmones no se pueden expandir. El resultado es un jadeo inconsciente o taquipnea, que nos llena el cuerpo de oxígeno pero sin dar tiempo a expulsar el CO2, lo que compromete una acidificación de la sangre.

Las consecuencias se producen a niveles neurológicos pero también cardiovasculares como mareos, visión borrosa, hormigueos en extremidades, sensación de frío o palpitaciones. Además este jadeo continuo fuerza el sistema cardiovascular y obliga al corazón a trabajar más deprisa para distribuir el aire que entra y que resulta muchas veces insuficiente. Esto comporta un mayor nivel general oxidativo e inflamatorio y por tanto mayor riesgo de problemas cardiovasculares y cerebrovasculares.

Adicionalmente, el sobre peso se relaciona con la enfermedad pulmonar obstructiva (EPOC) en personas que nunca han sido fumadoras, debido al sobre esfuerzo que ha estado haciendo el sistema respiratorio a lo largo de la vida para traer el oxígeno necesario a la sangre. Así lo revela un estudio realizado en 2011 por la Universidad de Toronto sobre los historiales de pacientes de EPOC.

Papadas y apnea del sueño

Por otro la acumulación de grasa que conforma la papada de las personas con sobrepeso también perturba nuestra normal respiración y el descanso nocturno, fundamental para nuestra salud. El principal síntoma es la apnea del sueño, tal como te contamos en ¿Te despiertas con la sensación de que no has descansado? Esta puede ser la razón.

Las apneas del sueño son interrupciones súbitas del sueño debido a que el cuerpo se queda sin oxígeno, precisamente porque las grasa de la papada presiona los tejidos que rodean la garganta hasta que estos obliteran los conductos respiratorios. Dicha olbiteración se produce durante los periodos de ronquidos, muchas veces relacionados también con la obesidad. Estas interrupciones son esporádicas, pero merman la calidad del sueño hasta el punto de que se las relaciona con enfermedades como la diabetes de tipo 2, los problemas cardiovasculares o el cáncer.

El bajo peso también tiene su peso (negativo)

Pero no solo el sobre peso incide sobre una mala calidad respiratoria; también el bajo peso, aunque sea mucho menos frecuente, según la Fundación Lovexair, puede tener consecuencias indeseables. En este caso porque el tono y la masa de los músculos torácicos es insuficiente para expandir totalmente los pulmones, con lo que de nuevo la oxigenación resulta insuficiente.

Este problema es especialmente significativo en enfermos de EPOC a los que su estado muscular se suma para dificultar el cumplimiento de las funciones respiratorias, agravando el problema. También en enfermos crónicos, enfermos de cáncer en fases avanzadas y personas con trastornos alimentarios. Para todos ellos se recomiendan dietas especiales programadas por nutricionistas. 

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