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La alcaldesa socialista de Vitoria aún no ha decidido qué hará con la calle dedicada al regidor franquista José Lejarreta

La nueva alcaldesa de Vitoria, la socialista Maider Etxebarria, aún no ha tomado una decisión en relación a la calle dedicada en la capital vasca al segundo alcalde franquista después de Rafael Santaolalla, José Lejarreta. Su predecesor del PNV, Gorka Urtaran, eximió a Lejarreta de la aplicación de las directrices de la ley de memoria histórica porque, supuestamente, este regidor no democrático dio un impulso a las fiestas de La Blanca. El Gobierno de Pedro Sánchez endureció aún más esa reglamentación para evitar “referencias realizadas en el callejero de la sublevación militar y de la dictadura, de sus dirigentes, participantes en el sistema represivo o de las organizaciones que sustentaron la dictadura”, pero tampoco se produjo ningún cambio en este supuesto concreto.

Se de la circunstancia de que la actual teniente de alcaldesa y nueva cabeza visible del PNV local, Beatriz Artolazabal, presentó una ley vasca siendo consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales que defendía que “se considera contraria a la memoria histórica de Euskadi y a la dignidad de las víctimas la exhibición pública de elementos o menciones realizados en conmemoración, exaltación o enaltecimiento individual o colectivo del golpe de Estado de 1936 y de la dictadura franquista, de sus dirigentes o de las organizaciones que sustentaron al régimen dictatorial, tales como [...] denominaciones de calles, vías o lugares públicos que rindan homenaje a militares o políticos afectos al golpe de estado o al régimen franquista”. La norma se está tramitando aún en el Parlamento y no se ha aprobado su versión definitiva.

Desde el equipo de Etxebarria indican la legislatura acaba de arrancar hace dos meses y que “hay tiempo para abordar estas cuestiones”. Eso sí, recalcan que ya está decidido enmendar otra decisión de Urtaran, en este caso la de no dedicar una calle a Miguel Ángel Blanco, concejal del PP en Ermua secuestrado, torturado y asesinado por ETA en 1997. Fuentes municipales inciden en que este paso fue impulsado por un acuerdo plenario y que, por respeto, no se realizó el anuncio coincidiendo con el aniversario de los hechos, a mediados de julio, porque era campaña electoral. El pleno se celebró en 2022 y votaron a favor el PP, el PSE-EE y Elkarrekin (Podemos, IU y Equo) y en contra el PNV. EH Bildu se abstuvo.

El caso de Lejarreta es una anomalía histórica. “A pesar de ser alcalde en tiempos de Franco, fue una buena persona que hizo mucho por la ciudad y por los vitorianos”, llegó a decir de él Urtaran. De hecho, hasta fechas muy recientes se le hacía una ofrenda floral en el cementerio coincidiendo con el 25 de julio, día de blusas y 'neskak'. Se arguyó para el mantenimiento de la calle que fue supuestamente el “alcalde de los blusas”. Pero nada consta sobre las fiestas en el expediente de 1947, cuando se abrió una vía en Judizmendi con el nombre del entonces recién fallecido político del partido parafascista Falange Española Tradicionalista y de las JONS.

Por el contrario, en las actas municipales de su mandato de 1941 a 1944 sí aparece cómo mostró “inquebrantable” adhesión al régimen y cómo fue él, en primera persona, quien envió a los tribunales especiales de “responsabilidades políticas” el listado de electos municipales en la II República con el objetivo de retirarles todos los bienes o desterrarlos (si es que no habían sido fusilados). Hasta el golpe de Estado, en Vitoria gobernaba una coalición de izquierdas. Entre ellos había dos concejales socialistas que estaban en el Ayuntamiento legítimo de 1936 cuando Vitoria fue el primer municipio de España asaltado por los franquistas el mismo 19 de julio. Eran Primitivo Herrero -asesinado en septiembre de 1936- y el ugetista José Bagazgoitia, segundo y cuarto tenientes de alcalde, respectivamente.

En el primer pleno en la etapa de Lejarreta (5 de febrero de 1941) se nombró hijo predilecto de Vitoria a Vicente Abréu, militar, gobernador civil y diputado general franquista que también mantiene una calle por su condición de pintor, e hijo adoptivo a Germán Gil Yuste, militar que controló el asalto a las instituciones democráticas alavesas tras la sublevación. Él dio el primer paso para que Vitoria contara con un monumento “a los caídos”, es decir, a los fallecidos del bando nacional. Sí es conocido que con Lejarreta se reformó la plaza de toros, entonces epicentro de las fiestas, pero el motivo no fue otro que haber sido usada como campo de concentración durante la posguerra. Lejarreta fue procurador en las primeras Cortes Españolas ideadas por el dictador como simulacro de Parlamento.

“Lejarreta, que era católico, no venía con ningún mérito especial y estuvo poco tiempo, así que no pudo hacer demasiado. La situación del país y de Vitoria era tan desastrosa que no pudo llevar a cabo ningún tipo de reforma. Pero con la restitución de las fiestas, queda para la historia como el alcalde de los blusas y se salva de la quema”, explicó en 2022 en una entrevista el historiador Antonio Rivera, profundo conocedor de la ciudad. Y añadió: “Lo que hace es lo mismo que los alcaldes de 1941 en cualquier otra ciudad de España. Y 1941 es muy poca normalidad. Nanclares [de la Oca] seguía como campo de concentración. Todos los alcaldes responden a un mismo esquema. ¿Por qué algunos se salvan? Porque hay alguna circunstancia que puede tener una proyección de carácter benigno. Pero los alcaldes de Vitoria y cualquier lugar de España son exactamente igual de leales [al franqusimo]”.