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Del deporte femenino “no es interesante ni estético” a una mayoría de mujeres en los Juegos Olímpicos, un camino de 130 años

La waterpolista Paula Leitón durante un partido en los Juegos Olímpicos, en la que el combinado español consiguió la medalla de oro

Rubén Pereda

Vitoria —

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“El deporte femenino no es práctico ni interesante ni estético, y además es incorrecto”. “No hay nada femenino o encantador en una chica con gotas de sudor en su frente de alabastro, resultado de contorsiones grotescas en eventos totalmente inadecuados para la arquitectura femenina”. “Los griegos sabían lo que estaban haciendo cuando inventaron los Juegos Olímpicos [y dejaron a las mujeres sin participar]. Cuando esas criaturas comienzan a tirar el disco o lanzan peso provocan algo a un hombre... y no es amor”. Son opiniones que se han vertido en periódicos según, con el paso de los años, las mujeres se iban incorporando a un panorama deportivo internacional que hasta entonces había estado limitado casi exclusivamente a los hombres. Las ha recopilado en Vitoria esta semana Paloma del Río, periodista ya jubilada pero que durante décadas ha puesto voz a las retransmisiones de deportes como gimnasia artística y rítmica, hípica, patinaje artístico y danza sobre hielo en RTVE.

“En los libros de texto que se usaban en el colegio, la mujer no aparecía”, ha recordado Del Río, que esta semana ha participado en las jornadas 'Periodismo a pie de calle' organizadas por el Ayuntamiento de Vitoria en el Palacio de Congresos Europa. La periodista, autora de libros como 'El papel de las mujeres en el deporte' y 'Mujeres olímpicas', ha recordado que en la Antigua Grecia, las mujeres no podían participar en los Juegos Olímpicos. Algunas, de hecho, se disfrazaban para poder colarse entre la totalidad de varones, pero se enfrentaban a severas penas en caso de ser cazadas. Con la llegada de los modernos en 1896, la cosa no cambió. “Estimamos que los Juegos Olímpicos deben estar reservados a los hombres. El papel que deberían desarrollar las mujeres sería el de coronar a los vencedores”, llegó a opinar, según Del Río, Pierre de Coubertin, el gran impulsor del renacimiento de la cita deportiva por excelencia.

En aquellos primeros años tras el regreso de las citas olímpicas, el Comité Olímpico Internacional (COI) se mostró intransigente. Durante el siglo XIX y aun a comienzos del XX, prevalecía aún la creencia de que la práctica del deporte era nociva para la maternidad y, por tanto, quedaba vetada a las mujeres, más allá de meras caminatas y paseos a caballo. Se consideraba que su fisonomía no se adecuaba a la requerida por el deporte.

A esta negativa frontal siguió, ha explicado Del Río, una época en la que varias mujeres comenzaron a dar pasos que al final obligarían a dejarlas participar. Ha destacado la figura de Alice Milliat. Remera, había sido ya precursora del asociacionismo y había impulsado plataformas para la promoción del deporte femenino, como el Club Femenino de París, nacido en 1915. A a la vista de que el COI seguía enrocado y no incluía a las mujeres de cara a los Juegos Olímpicos de Amberes de 1920, Milliat se lanzó a crear una federación internacional femenina con la que luego organizaría unos juegos mundiales femeninos que, con la misma cadencia de cuatro años, se celebraron en cuatro ocasiones, en 1922, 1926, 1930 y 1934.

90% de las informaciones, sobre hombres

El periodismo deportivo, en muchas ocasiones, perpetúa las desigualdades. Apoyándose en varias tesis doctorales (incluidas las de Clara Sainz de Baranda y Chantal Reyes), Del Río ha puesto el foco sobre cómo el periodismo aborda el deporte, con claras diferencias dependiendo de si es femenino o masculino. La fotografía no ha cambiado tanto en las últimas décadas. Hay, ha explicado, un “predominio absoluto” de los hombres, con el fútbol como avanzadilla, que hace que las informaciones se decanten en un 90% hacia ellos. En aquellos casos en los que se hace un hueco para informar de deporte femenino, se opta por informaciones breves (frente a otras como pudieran ser los reportajes o las entrevistas) y sin firma. En las más de las ocasiones, las noticias femeninas se escriben, ha dicho, con “un lenguaje infantiloide”. “A los hombres se les pregunta sobre su profesión, mientras que a las mujeres se les pregunta sobre el hijo o el bañador que llevan puesto”, ha ilustrado.

En los Juegos Olímpicos, la situación no varía demasiado, según Del Río. La periodista, ya jubilada, se ha encargado de recolectar titulares y mensajes de medios de comunicación en redes sociales a lo largo de varias ediciones y ha percibido que la tendencia a sexualizar a las mujeres en determinados no deportes no decrece. “Existe también una necesidad de equipararlos con los hombres cuando resultan exitosos”, ha dicho. En ese sentido, ha puesto como ejemplo el tratamiento que se hizo de los 100 metros lisos en 2021 en Tokio de Elaine Thompson, por la que se dijo que “el nuevo [Usain] Bolt es una mujer”. “O se les quitan los apellidos y se dice de ellas que son la esposa de no sé quién”, ha añadido.

Cuestión de oportunidades

Tomando como referencia los primeros Juegos Olímpicos de los que se tiene constancia, los del año 777 a. C., ha habido 2.101 años de deporte masculino, frente a 174 de femenino. “Si nos hubiesen dado las mismas oportunidades, a lo mejor las mujeres habríamos tenido un papel más de relumbrón. Si les hubiesen dado el mismo dinero, los mismos patrocinadores, los mismos preparadores físicos... En el momento en que se ponen los medios, aquello florece”, ha asegurado Del Río. Y ha puesto como ejemplo el fútbol. El primer Mundial masculino se celebró en 1930 y España, que tuvo su primera participación en 1934, no lo ganó por primera vez hasta 2010. En el caso de las mujeres, se clasificaron por primera vez en 2015 y en 2023 ya se habían proclamado campeonas.

En su conferencia, Del Río ha querido hacer hincapié en la relevancia del trabajo de Juan Antonio Samaranch, que llegó a presidir el Comité Olímpico Internacional entre los años 1980 y 2001. “Si no hubiese estado Samaranch, España no habría tenido Barcelona 92”, ha dicho. Si la suma de todas las mujeres que habían participado en todas las ediciones de los Juegos Olímpicos celebradas hasta entonces era de 92, solo en Barcelona hubo ya 128. Ha destacado de él que impulsase los programas Mujer y Deporte y que llevase a cabo “una labor lenta y pausada de ir inculcando a toda la sociedad internacional la necesidad de unir mujer y deporte”. En los últimos Juegos Olímpicos, los de París de este mismo año, la delegación española ha contado por primera vez entre sus filas con más mujeres (192) que hombres (190). “Somos el 50% de la sociedad y hace falta que todos nos concienciemos”, ha apostillado Del Río.

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