Tánger adeuda ya 453.000 euros a Vitoria por un palacio en el centro y crecen las exigencias de expropiación
En febrero, se cumplirá un año desde la visita a Vitoria del alcalde de la ciudad marroquí de Tánger, Mounir Laymouri, quien, además de plasmar su firma en el libro de visitas de la capital alavesa, aprovechó para reunirse con la alcaldesa, la socialista Maider Etxebarria, y tratar de dar pasos hacia la solución de los problemas que rodean al mantenimiento del palacio de los Álava-Esquível. Este edificio, que data del siglo XV, se encuentra en pleno corazón de la ciudad, en un hueco encajonado por las calles de la Herrería y la Zapatería y el estrecho cantón de San Roque. Tras diversos cambios de manos, acabó entre las posesiones del Consistorio de la ciudad africana. Ahora, el edificio engrosa las listas rojas de conservación por un avanzado deterioro y su propietario acumula además una larga lista de deudas cuya cuantía no deja de ascender. Según el Ayuntamiento de Vitoria, que ha interpuesto ya nueve apercibimientos, la deuda asciende a fecha de enero de 2025 a 453.400 euros (más de 25.000 euros más que hace apenas once meses), a los que se han de sumar 30.000 en concepto de impuesto sobre bienes inmuebles y tasas municipales.
El desentendimiento de Tánger no es nuevo. La preservación del edificio está descuidada desde hace lustros y ha sido el Ayuntamiento de Vitoria el que ha tenido que hacer frente a las amenazas más inminentes. Así, ya en 2007 hubo de instalar una red que protegiese dos de las fachadas del edificio. La deuda, según los últimos datos brindados por el Ayuntamiento de Vitoria este miércoles, asciende ahora a los 453.416,10 euros. Son 345.021,62 euros de importe principal pendiente, 68.239,64 de recargo de apremio pendiente y 40.154,84 de intereses de demora pendientes, según las cifras que ha esgrimido el concejal de Hacienda, Jon Armentia. En esa cuantía están incluidas las multas coercitivas que se le han impuesto a Tánger por el peligro que supone para los vecinos y los viandantes tener el edificio en ese estado. El dinero que Tánger debe en concepto de impuesto sobre bienes inmuebles por el periodo que comprende desde 2020 hasta 2024 es de 29.658,10 euros. Estos datos se han ofrecido como respuesta a una pregunta de Rocío Vitero, de EH Bildu, que este miércoles ha cuestionado al concejal directamente por el montante de la deuda que acumula el Consistorio de Tánger.
¿Cómo está el céntrico edificio? “Se encuentra en grave peligro de desprendimiento. Además, se ha colocado una red de protección a lo largo de todo el edificio, el cual se encuentra muy deteriorado”, según las palabras de Hispania Nostra, asociación que vela por la defensa y promoción del patrimonio cultural, y que tiene al edificio entre los que engrosan su lista roja de patrimonio amenazado desde abril de 2022.
Vitero ha acusado al Gobierno municipal de minimizar la situación. Según la opinión expresada por la concejala, Vitoria no ha hecho el décimo apercibimiento a Tánger porque ello abriría la puerta a una posible expropiación del palacio. “Dijeron que veían muchísima buena voluntad por parte de Tánger, pero la realidad es que ha pasado un año en el que han pagado cero de las deudas que tenían con este Ayuntamiento. Hemos pasado de 421.000 euros a 453.000. No han movido ni una piedra y han hecho cero rehabilitación. Ahora también conocemos que en IBI y en basuras deben a este Ayuntamiento 30.000 euros”, ha sintetizado Vitero. “Muchas pastas se comieron aquel día en aquella reunión como pudimos ver, pero la verdad es que poca pasta, poco dinero, hemos visto en la recaudación que tiene que hacer este Ayuntamiento”, le ha achacado a Armentia. Ha dicho también que aquella reunión entre el alcalde tangerino y la primera edil vitoriana se vendió “a bombo y platillo”, pero que luego la realidad es que Vitoria ni siquiera sabe “dónde tiene que notificar la deuda”.
La expropiación del edificio ya ha estado sobre la mesa en el pasado reciente. Pese a ello, el concejal Armentia, en su comparecencia de este miércoles, ha querido volver a tender la mano al Consistorio tangerino. “Seguimos intentando que se pague esa deuda, pero manteniendo comunicación con la municipalidad de Tánger de forma cordial, con un futuro para explorar diferentes posibilidades para la reforma integral del palacio”, ha señalado.
Esa cordialidad era la que se esperaba que hubiese inaugurado la reunión de 2024 entre los alcaldes de ambas ciudades y que luego se hubiese sostenido en el tiempo. Según se informó entonces desde alcaldía, entre otros temas —entre los que se incluyeron turismo, cultura, sostenibilidad y economía—, se habló del palacio. Al hilo, la alcaldesa hizo hincapié en que requería de rehabilitación. “En un principio, al retomar los contactos y las conversaciones, Tánger ha mostrado disposción a entrar en diálogo”, se dijo entonces, en febrero de 2024, orillando por tanto la opción de expropiar el edificio, pues desde alcaldía se tenía la sensación de que se daba paso a una “etapa de diálogo y colaboración”.
Este miércoles, Armentia ha negado también que, como ha deslizado EH Bildu, el Ayuntamiento de Tánger esté en paradero desconocido. “Hemos hecho muchas cosas”, ha subrayado, entre las que ha mencionado reuniones “para actualizar y agilizar la tramitación de los expedientes económicos”. Ha listado, asimismo, diligencias de embargo de créditos, requerimientos del pago de la deuda y una anotación preventiva de embargo de la finca. “Por cierto, los dulces marroquís son muy ricos”, ha ironizado a su vez Armentia, en respuesta al juego de palabras de Vitero.
Impulsado en 1488
El edificio se levantó a caballo entre los siglos XV y XVI, impulsado en un primer momento, allá por 1488, por el matrimonio conformado por Pedro Martínez de Álava, alcalde de la ciudad en varias ocasiones por aquellos años, y María Díez de Esquível (de ahí su nombre) y concluido alrededor de 1535 bajo las órdenes de su hijo, Diego de Álava y Esquível, que además de obispo de las diócesis de Astorga, Ávila y Córdoba, sería miembro del Consejo de Castilla y presidiría la Real Chancillería de Granada y la de Valladolid. A lo largo de los años, ha experimentado abundantes modificaciones, entre las que se cuentan una ampliación acometida en 1865, seguida de una reforma de la fachada principal en 1868 y una reconstrucción del ala septentrional en 1891 a raíz de un derribo.
Si en la actualidad el palacio pertenece a Tánger, es por una serie de circunstancias, de herencias y legados que se fueron concatenando a lo largo de los años, las décadas y los siglos. Llegado el XX, acabó en manos de Ignacio de Figueroa y Bermejillo, natural de Donostia y segundo duque de Tovar, que falleció en 1953 sin esposa ni descendientes. Aunque los títulos nobiliarios se los cedió a su hermano, el patrimonio, previo usufructo de su hermana, había de ir al National Cancer Institute estadounidense o, en caso de rechazarlo esta institución, cosa que sucedió, a Tánger, que se incorporaría a Marruecos apenas tres años después. Que Figueroa y Bermejillo eligiera a Tánger no fue algo casual, sino que se explica porque en aquella ciudad recibió cuidados cuando cayó herido en la guerra de África. Con parte de esa herencia, Tánger construyó también un hospital que sigue funcionando en la actualidad y que honra con el nombre al duque.
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