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La importancia de la lectura comprensiva

Alberto Garzón, ministro de Consumo, en un reciente acto en Madrid.

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Parece que algunos medios periodísticos han hecho fuertes críticas a las declaraciones del Ministro Garzón en la entrevista que concedió a The Guardian.

 Me sorprende, porque al leerla salta a la vista que el Ministro está preocupado por su país, y que además señala algunas zonas como ejemplares, entre ellas dos en las que yo reparto mi vida, como son Extremadura y Asturias. Dice:

 “La ganadería extensiva es un medio de ganadería ambientalmente sostenible y que tiene mucho peso en partes de España como Asturias, partes de Castilla y León, Andalucía y Extremadura”

Y aquí estoy yo, una antiespecista, teniendo que salir en defensa de un señor que come carne y que piensa que las personas tenemos derecho a usar a los animales, con moderación, eso sí. Pero es lo único sensato que me parece que se puede hacer, ante las críticas desmedidas que se han vertido hacia él desde el lado de una España que se niega a mirar de frente los problemas. Y mirá que él lo explica clarito:

“Si no actuamos, no será solo el cambio climático con el que nos enfrentaremos, será la triple crisis: la pérdida de biodiversidad, la contaminación y el cambio climático.”

“Sería el final para un país como España. España es un país de la cuenca mediterránea, no es Reino Unido ni Alemania, y la desertificación es un problema muy grave para nuestro país, sobre todo porque depende mucho del turismo. Visitar un desierto no es tan atractivo como visitar la Costa del Sol. ”

Siempre me sorprende que se considere cuestión de ideología un problema obvio, y vuelvo a insistir en que hay cambios que son necesarios y el sistema socioeconómico en el que estamos atrapadas, o en el que convivimos o mal vivimos según quien, es un sistema experto en adaptarse, reinventarse e incluso camuflarse.

Como persona vegana, he visto aparecer una gran cantidad de empresas en los últimos cinco años que dan opciones que no me hubiera atrevido a imaginar hace solo siete años. Cuando dejé la leche hace veinte años me pasé a las infusiones y borré para siempre mi deseo, pero ahora puedo pedir un café con bebida vegetal en casi cualquier bar o cafetería. Hay empresas que exportan a todo el mundo una amplia variedad de quesos vegetales, y la propia Central Lechera Asturiana ha sacado su línea de productos veganos.

En realidad, lo que propone Garzón a la industria cárnica no es desaparecer, es reinventarse, porque hay millones de personas que tienen que comer cada día, y esas personas están deseando disfrutar de sabores tradicionales sin dañar el planeta, para garantizar un futuro a sus descendientes. Además es un momento clave. Estamos en el comienzo del camino con un público creciente que está ávido de nuevas posibilidades, de que se le ofrezcan soluciones sencillas a sus graves problemas de conciencia, de tiempo y de paladar.

Yo misma debo reconocer que demoré en dar el paso al veganismo porque dejar el queso era para mí era tan difícil como para otras personas es difícil dejar de fumar. Esto tiene también su explicación científica porque este derivado de la leche contiene caseína y, durante el proceso de digestión, la caseína se descompone en diferentes sustancias, entre ellas la casomorfina y ese final lo convierte en potencialmente adictivo, pero unas diez veces menos que la morfina, de modo que nos produce un cierto placer, pero muy controlado. Resumiendo mucho, comer queso produce endorfinas que es una droga natural que sintetiza nuestro cerebro y no genera una dependencia peligrosa para nuestra salud.

Hoy me hubiera costado mucho menos dar el paso porque puedo, si quiero, cenar una tabla de no quesos veganos tan variada y deliciosa como las lácteas, el único inconveniente para mi, hoy por hoy, es que además de vegana soy ecologista y la empresa que hace los mejores y más variados no quesos veganos es escocesa, con lo que debo plantearme todo el problema de la contaminación por transporte. De modo que debo conformarme con los no quesos que elaboro yo misma en casa. Ahí tienen una idea de negocio, si los escoceses han podido porque no vamos a poder aquí, tenemos las materias primas necesarias. Actualmente yo los hago de garbanzos (similar al queso fresco), de pipas de girasol, de almendras y de nueces, todos productos nacionales.

Por otro lado, se ha criticado tanto el que las personas veganas abusen del tofu, un alimento que tiene más de dos mil años de historia, pero que nos dicen que es una moda pasajera; que están apareciendo algunas otras opciones como los guisantes texturizados con los que se elaboran los mismos platos que con la soja texturizada, similares a la salsa bolognesa, a las hamburguesas u otros platos en los que sustituye a la carne. 

En los últimos años se han puesto de moda los embutidos veganos, como el calabizo. Algo que yo no disfruto porque soy una persona mayor, que dejo de lado los embutidos hace mucho tiempo y probar estas nuevas alternativas es tan realista gracias al uso de las especias, que parece que estás comiendo animales en lugar de un chorizo de calabaza. Claro que cuando escucho las críticas a estos nuevos embutidos, me acuerdo de mi padre la primera vez que probó la patatera y exclamó horrorizado “¡A quien se le ha ocurrido ponerle patata!” Esto es para resumir que ciertamente a todas las personas nos asusta el cambio, y que lo malo de la herencia cultural es que nos da forma, pero a veces es imprescindible cambiar para sobrevivir. Hay personas que tienen que atravesar desiertos y cruzar mares para lograr una vida mejor (empujadas por la emergencia climática en muchos casos), a nosotras solo se nos pide que cambiemos el contenido de nuestro plato por otro de igual valor nutritivo, similar experiencia en el paladar, y con menos coste medioambiental.

Si ya han visto la última de DiCaprio Don't Look Up entenderán mejor este artículo. Sigo sin ver donde está la ideología en afrontar el problema lo antes posible. Y desde luego, me da pena, sobre todo mucha pena, que personas con estudios universitarios no sean capaces de tener suficiente comprensión lectora, o peor aún, que teniéndola no les importe pasar por necios, solo para desacreditar a un oponente político. 

Escribo esto y ustedes pensarán, es normal que lo defienda porque la cercanía ideológica-partidista, no quiero que se equivoquen. Escribo esto porque me enoja la situación, lo hago en paz con mi conciencia, pero Garzón no tiene mi voto. 

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