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Primeras amenazas de disputa interna en el PP gallego tras el adiós de Feijóo

Feijóo y Baltar durante un acto de partido

Gonzalo Cortizo

30 de marzo de 2022 18:57 h

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La llegada de Alberto Núñez Feijóo a Madrid para dirigir el Partido Popular que expulsó a Casado por la puerta trasera está desmontando muchas de las ideas preconcebidas que existían sobre las virtudes del barón gallego. Mientras el día a día en primera línea de foco empieza a rasgar las telas que le vestían con el traje de 'buen gestor' y 'político moderado', ahora otra de sus conquistas está en entredicho: aquella que se refiere a él como un dirigente que tiene controlado al partido bajo su mando.

Feijóo ha presentado este miércoles su dimisión como presidente del PP gallego, obligado por los estatutos. Ha pasado casi un mes desde que anunció su intención de dar el salto a la silla principal de Génova 13. En todo ese tiempo no ha conseguido encauzar la sucesión ni ofrecer una fecha creíble para acometer el segundo de los relevos que tiene pendiente: la presidencia de la Xunta de Galicia. Al frente del partido en Galicia se quedará por el momento el actual secretario general, Miguel Tellado. No se sabe hasta cuándo.

El nombre en boca de todos para la sucesión en el Gobierno gallego es el de Alfonso Rueda, vicepresidente de Feijóo desde hace una década. El primero que ha salido a valorar el rumor sobre esa candidatura ha sido la del presidente provincial del PP en Ourense, Manuel Baltar. Se trata de unas declaraciones esperadas, toda vez que Baltar es el gran contrapeso interno con el que Feijóo ha tenido que lidiar en sus años de presidencia y frente a cuyo poder local no ha cosechado más que fracasos.

Las palabras de Baltar sobre el futuro del PP gallego han ofrecido interpretaciones variadas. Durante una entrevista en Onda Cero, aseguró este lunes que Alfonso Rueda cuenta con “muchísima ventaja” para convertirse en el relevo de Feijóo en la Xunta, pero aclaró que aunque consiga ese puesto eso no le convierte automáticamente en candidato a las elecciones previstas para 2024. El principal aludido, Alfonso Rueda, no tardó en aparecer ante los medios para interpretar esas declaraciones como un gesto de apoyo y asegurar que agradecía “la muestra de confianza” de Baltar. Solo unas horas después, Baltar volvía a comparecer ante los periodistas para aclarar malentendidos y afirmar que él no había dicho que apoyaba a Rueda porque nadie le había preguntado eso de manera concreta.

Los estatutos del PP dicen que el presidente del Partido Popular de Galicia será automáticamente el candidato a la presidencia de la Xunta. Sin Feijóo en la presidencia orgánica de la rama gallega del PP y sin nadie que ostente ese cargo la sucesión queda sin resolver: En esas aguas turbias Baltar se muestra a favor de una “solución transitoria”. Sobre Rueda, afirma que les une “una magnífica sintonía” pero aclara que el PP gallego necesita “un liderazgo fuerte”. Pudo decir que ese liderazgo lo puede encabezar el propio Rueda pero no lo ha hecho. Más bien al contrario, Baltar se muestra con mensajes ambiguos: “Habrá que hablar en su momento”.

La formación conservadora, que en Galicia supone uno de los pilares del PP a nivel nacional, inicia estos días un camino incierto sin previsión de que la celebración de un Congreso solucione a corto plazo el vacío de poder. Mientras tanto, la presencia de Alberto Núñez Feijóo en Ourense ha sido este mes más frecuente que nunca. Desde que anunció su salto a Madrid ha estado cuatro días en esa provincia, aproximadamente el mismo tiempo que ha pasado en Madrid durante el mismo periodo. Su equipo resta importancia a esa efusividad ourensana y desliga su presencia en la provincia de las guerras que antaño libraron Feijóo y Baltar, con victorias habituales para este último.

La batalla interna más significativa protagonizada por ambos sucedió en 2010. En aquel momento, Feijóo pretendió situar a un afín en la presidencia provincial del PP ourensano en el congreso provincial que se celebró a principios de aquel año. A enfrentarse con Manuel Baltar, hijo del histórico presidente de la diputación José Luis Baltar, envió al entonces alcalde de Verín, Juan Manuel Jiménez Morán. Fracasó.

Manuel Baltar preside desde entonces el PP de Ourense y la Diputación provincial e impone a Feijóo la estrategia política en la provincia. El caso de la ciudad de Ourense y el pacto de los populares con la derecha populista de Pérez Jácome –a quien el presidente gallego llegó a calificar de “letal para la ciudad” durante la campaña– es el último de los ejemplos. Feijóo había colocado como candidato al exconselleiro y exalcalde Jesús Vázquez, que se negaba a entrar en el gobierno local. Hace unos meses tiró la toalla y abandonó la política. A cambio de ceder el mando en la provincia de Ourense, Feijóo recibe de Ourense una contrapartida sin la cual su mayoría en el Parlamento de Galicia no se explica: los votos. Y es que la provincia de Ourense es uno de sus principales depósitos electorales del Partido Popular de Galicia, clave para mantenerse en el poder autonómico al que la formación llegó en marzo de 2009.

Sin hoja de ruta conocida para el proceso de sucesión todos guardan silencio en el PP gallego, a excepción de Manuel Baltar. “A partir del lunes”, aseguran fuentes de la formación política, se encauzará el proceso de sustitución orgánica. Por el momento la vía más probable es la de mantener todo el mando en manos del número dos a la espera de que se decida sobre lo más importante: el nombre del nuevo presidente de la Xunta. Nada se sabe sobre cómo se afrontará ese proceso y si Feijóo prevé aplicar el nombramiento a dedo o dará opinión a las familias provinciales para que pongan alternativas sobre la mesa.

En esta coyuntura no hay previsión fiable sobre el momento en el que Feijóo dejará de compatibilizar la dirección del principal partido de la oposición y la presidencia de Galicia. Si las ideas del barón provincial más activo se imponen, Rueda podría ser tan solo un sustituto temporal a la espera de que la formación política aborde en un congreso el nombre del nuevo líder y por tanto el de un candidato para un Gobierno que el PP gestiona con mayoría absoluta pero ahora sin líder con nombre conocido.

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