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Joe Biden, el ‘Supermartes’ y la gran oportunidad de su vida

Joe Biden, en un mitin.

Carlos Hernández-Echevarría

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Después de casi medio siglo en primera línea y de tres campañas a la presidencia, Joe Biden está en un momento decisivo. En cuestión de unos días o como mucho unas semanas sabrá si ha llegado al final de su carrera política o si, muy por el contrario, está a punto de empezar su capítulo más importante: disputarle la presidencia a Donald Trump después de vencer en las primarias demócratas.

Biden arrancó su campaña con el título de favorito, pero dos batacazos en Iowa y New Hampshire hicieron que casi todos le diéramos por muerto. Sin embargo, su sorprendente resurrección en forma de victoria arrolladora en South Carolina lo ha cambiado todo. El ala centrista del Partido Demócrata está lo suficientemente aterrada ante la perspectiva de una victoria de Bernie Sanders como para haber movido sus fichas con enorme rapidez: en solo unas horas se han retirado de la pugna Pete Buttigieg y Amy Klobuchar, los candidatos moderados que más sombra le habían hecho al exvicepresidente hasta ahora. Los dos le han dado su apoyo públicamente en la víspera del Supermartes, la jornada de votación que decidirá buena parte de las primarias demócratas. Biden nunca lo había tenido tan cerca.

Un triunfador con una vida trágica

Aunque su familia estuvo económicamente con el agua al cuello durante buena parte de su infancia, los primeros 30 años de la vida de Biden fueron una sucesión de triunfos: primero superó su tartamudez para convertirse en un líder estudiantil y un atleta escolar brillante, y cuando después decidió entrar en política lo hizo de un modo estelar. A los 29 años, sin grandes contactos ni demasiados recursos, derrotó a un popular exgobernador de Delaware y le arrebató el escaño en el Senado que ocupaba desde hacía 12 años. Sin embargo, antes de poder viajar a Washington a tomar posesión le sucedió una desgracia que ha marcado su vida personal y política.

Unos pocos días antes de navidad, su mujer y su hija de solo un año fallecieron en un accidente de tráfico. Los otros dos hijos varones del matrimonio sufrieron daños menores en el mismo siniestro, pero sobrevivieron. Joe Biden se planteó entonces dimitir, pero los demócratas le convencieron de que ocupase su escaño. Durante años, Biden era conocido en todo el país como el senador que se hacía en tren 200 kilómetros de ida y otros 200 de vuelta casi cada día para volver a casa a ver a sus hijos. Su apodo era ‘Amtrak Joe’, como la gran compañía ferroviaria estadounidense, y su estilo alegre y optimista ante la desgracia le hizo inmensamente popular para muchos votantes.

La inesperada “mano derecha” de Obama

Joe Biden trató de aprovechar esa popularidad y se presentó dos veces a presidente, en 1988 y en 2008. En las dos ocasiones fracasó, pero en su último intento llamó la atención del candidato que acabaría por imponerse en las primarias demócratas: Barack Obama. El joven senador buscaba un candidato a vicepresidente que completara sus carencias ante los votantes y Joe Biden parecía perfecto para la misión. Si Obama era inexperto, Biden llevaba toda la vida en el Senado. Si Obama no tenía ninguna experiencia diplomática, Biden era el presidente de la comisión de Exteriores. Y si Obama era un activista que quería convertirse en el primer presidente negro, Biden era un blanquísimo ejemplar puro del establishment demócrata.

Lo que empezó como un cálculo electoral, acabó en una genuina amistad y un efectivo tándem político. Con su experiencia y sus relaciones en el Senado, Biden fue fundamental en la aprobación de algunas de las grandes iniciativas de Obama, empezando por su reforma sanitaria. Los presidentes y sus vicepresidentes no siempre tienen buena relación, pero ellos dos no dieron ni un escándalo en sus ocho años de convivencia y todavía hoy hablan maravillas el uno del otro. Aunque lo habitual es que los expresidentes no se posicionen en las primarias del partido y Obama no ha apoyado oficialmente a Biden, éste sí que habla constantemente en la campaña de su antiguo jefe y recuerda lo que “consiguieron juntos”.

Golpes y remordimientos

Cuando en 2016 se acababa el segundo mandato de Obama y por tanto también su vicepresidencia, Joe Biden decidió no presentarse para sucederle y dejó el camino libre a Hillary Clinton. Hacía solo unos meses que su hijo Beau había muerto de cáncer a los 46 años y el entonces vicepresidente dijo que no estaba seguro de poder dar el 100% en la campaña. A pesar de esto, cuando solo quedaban unos días para la toma de posesión, declaró que se arrepentía “cada día” de no haberse presentado. Y cuatro años después ha enmendado ese error.

A los 78 años, Biden sería con diferencia el presidente más anciano de la historia de EEUU, pero esto no parece una gran preocupación contando con que Trump tiene 73 y sus rivales en las primarias demócratas son todos aún mayores que él. La teoría dice que con su edad, su pasado humilde y su carisma, podría ser un buen candidato para enfrentarse al presidente y batallar por esos votos moderados en estados como Pennsylvania (donde nació), Michigan y Wisconsin. Sin embargo, es difícil que su candidatura movilice demasiado a los votantes jóvenes si ven a un candidato que lleva medio siglo en primera línea de la política y que es mucho más moderado, por ejemplo, que Bernie Sanders.

Aunque Trump le dedica a Biden insultos y burlas, no hay modo de saber cuánto miedo le da al presidente. Lo que sí sabemos es que, si gana las primarias, los republicanos ya le están esperando con investigaciones sobre las actividades empresariales de su hijo en Ucrania, una de las teorías de conspiración favoritas del presidente. Sería una campaña durísima pero, antes de llegar a esa etapa, Biden tiene que demostrar que puede unir a los demócratas. No hay modo mejor que con una contundente victoria en el Supermartes que está empezando ahora mismo.

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