El aval del PP europeo a la ofensiva de Feijóo contra Ribera sume a la UE en una crisis política sin precedentes

Irene Castro

Corresponsal en Bruselas —
16 de noviembre de 2024 22:10 h

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La UE se adentra en territorio desconocido si en los próximos días populares (PPE), socialistas (S&D) y liberales (Renew) no reconducen una situación que estalló por los aires la semana pasada y que amenaza la mayoría que sustenta la coalición europea abocando a una crisis sin precedentes en el caso de que la sangre llegue al río y la nueva Comisión Europea no logre el aprobado del Parlamento Europeo. El seguidismo del Partido Popular Europeo de Manfred Weber a la delegación de Alberto Núñez Feijóo en contra de la designación de Teresa Ribera como vicepresidenta de Competencia y Transición Justa y Limpia desmarcándose de la presidenta, Ursula Von der Leyen, de su propio partido, y el flirteo de los populares con la extrema derecha, con la pretensión de que socialistas y liberales apoyen como vicepresidente al candidato de Giorgia Meloni, Raffaele Fitto, son las razones que resumen el enfrentamiento.

Todo saltó por los aires el martes, pero para entender lo ocurrido hay que remontarse a un día antes. La víspera de que los seis vicepresidentes designados por Von der Leyen se sometieran a los exámenes del Parlamento Europeo, Feijóo habló con Weber y logró que el líder de los populares europeos se alineara con su estrategia de desgastar a Ribera y, con ella, al Gobierno de Pedro Sánchez. Para el dirigente alemán no supuso un problema dado el tenso encontronazo que tuvo con el presidente español en la Eurocámara hace casi un año y tampoco el hecho de complicarle la vida a Ursula von der Leyen, que le quitó el puesto hace cinco años y con quien no tiene una buena relación. Para los socialistas, Weber lograba, además, un 3x1 porque se garantiza el apoyo del PP de Feijóo (que es el segundo más grande) en el congreso que el PPE celebrará a finales de abril o en mayo de 2025.

Tras esa conversación, Weber acordó con sus homólogas socialista, Iratxe García, y liberal, Valérie Hayer, que las evaluaciones de los vicepresidentes se hicieran al mismo tiempo. Eso suponía, en la práctica, una marcha atrás en la posición del PPE, que había pactado con la extrema derecha dejar a la cúpula de la nueva Comisión Europea para el final y, en concreto, que Ribera fuera la última en pasar el examen para que su destino estuviera ligado al del italiano Fitto. La maniobra se entendió después, cuando el PPE dejó para la siguiente semana el conjunto de evaluaciones bajo el argumento de que Ribera tenía que dar antes explicaciones en el Congreso español por la gestión de la DANA. Una vez en el examen de la socialista española, en el que el PP de Feijóo llegó a sugerir que podría acabar imputada por la catástrofe, quedó clara la estrategia de desgaste.

“Se acordó el aplazamiento de las evaluciones. Lo de dejarlo para la semana siguiente fue una decisión unilateral no informada ni a liberales ni a socialistas”, señalan en el grupo que lidera García, que consideran que ese día se produjo “un antes y un después” en la relación con los populares, con los que 'gobiernan' en la UE. La “desconfianza” en este momento es total, la negociación ha entrado en barbecho, aunque los contactos continúan, y el resultado de lo que ocurra a partir de ahora es incierto.

La jugada del PP español es, en principio, cortoplacista. Lo que quería es que Ribera no saliera elegida ese martes. “Iba a ser ungida como vicepresidenta hoy, y no lo va a ser”, señalaban fuentes de Génova cuando la candidata de Sánchez aún se estaba sometiendo a un duro enfrentamiento parlamentario, que nada tuvo que ver con las audiencias del resto de comisarios. Y una vez logró el objetivo, que supone paralizar el proceso también para el resto de aspirantes al menos hasta la semana que viene, el PP español se fue de celebración.

Las diferencias del PPE con Feijóo

A partir de ahí, está la incógnita de hasta dónde está dispuesto a llegar Weber en su seguidismo a los populares españoles y, en consecuencia, en su pugna contra socialistas y liberales. Las brechas en la estrategia no tardaron en salir. Cuando la resaca parlamentaria aún duraba en Bruselas, Feijóo compareció para exigir un nuevo candidato al Gobierno de Sánchez. Para entonces, Ursula von der Leyen ya había manifestado que mantenía intacto su respaldo a Ribera. Tampoco Weber se sumó a esa reclamación sino que se abrió a apoyar a Ribera si previamente se comprometía a dimitir en caso de que sea procesada por la DANA.

Ribera se remite al código de conducta de la Comisión Europea, que establece que sus miembros dimitirán si así se lo pide la presidenta. Y para los socialistas no hay condiciones previas que valgan a cambio del apoyo que consideran que los populares deben dar en base al acuerdo que permitió la reelección de Von der Leyen el pasado mes de julio. “Solo vamos a respetar ese acuerdo entre las tres familias y no entrar a ningún otro tipo de negociación”, advierten en las filas socialistas.

El aviso, no obstante, tiene más que ver con el intento del PPE de obligar a socialistas y liberales a apoyar al candidato de Meloni como vicepresidente del nuevo gobierno comunitario, que supondría elevar a la cúpula europea a la extrema derecha por primera vez. Esa designación formó parte del acercamiento de Von der Leyen a la primera ministra ultraderechista italiana y sirve al PPE en su flirteo con las fuerzas ultras en la Eurocámara, con las que pueden lograr una mayoría alternativa que ya han empleado en varias ocasiones rompiendo el antiguo cordón sanitario. De hecho, en el paquete los populares incluyen al comisario húngaro, Olivér Várhelyi.

“Cuando una cuerda se tensa demasiado, se rompe”, alertan en las filas socialistas, donde se sienten humillados por los acuerdos que en apenas cinco meses los populares han alcanzado con los ultras (el último esta misma semana para descafeinar una ley de la agenda verde). “El PPE tiene que decidir si quiere estar en la alianza proeuropea. Tienen dos mayorías posibles. No nos van a utilizar para que de vez en cuando blanqueen su cara y luego en el día a día estén en otra alianza”, señalan esas fuentes.

Con esos mimbres, los escenarios son variados. Uno de ellos es que el PP de Manfred Weber se desmarque de su delegación española y permita el aprobado de Ribera desbloqueando la situación. A partir de ahí quedaría el fleco de Fitto, pero su candidatura puede salir adelante en cualquier caso porque en una segunda votación solo se requiere mayoría simple (y los populares la pueden alcanzar con las tres fuerzas de la extrema derecha).

O todos o ninguno

Si el bloqueo persiste y el Parlamento Europeo no da el visto bueno a Ribera, la pelota quedará sobre el tejado de Von der Leyen. La Eurocámara no tiene potestad para tumbar a un candidato individualmente porque su opinión en esa parte del proceso no es vinculante sino que formula una recomendación. En caso de que eso ocurra, la alemana podría pedir otro nombre a España –que es lo que ha pasado en multitud de ocasiones–. Pero Sánchez podría negarse a hacer otra propuesta dado que la designación de los comisarios corresponde a los estados miembros (y la atribución de funciones dentro del Colegio de Comisarios, a su presidenta).

Con un nombre nuevo o con el de Ribera sin haber pasado el trámite previo, el Parlamento Europeo votaría al conjunto de Colegio de Comisarios. Y ahí cada uno tendría que desvelar sus cartas. ¿Sería el PPE capaz de votar en contra de sus propios comisarios, que son la inmensa mayoría (catorce) y tumbar la Comisión Europea de su correligionaria Von der Leyen en una maniobra inédita en la UE? ¿Se rompería el PPE en esa votación? Las mismas preguntas tendrían que responder los socialistas respecto a Fitto. Si finalmente el italiano se mantiene como vicepresidente, ¿votarían a favor del gobierno comunitario? “No sé lo que va a pasar”, señalan fuentes del S&D sobre el complejo proceso que queda por delante.

Por el momento, el procedimiento se ha dilatado, aunque si se resuelve la semana que viene quedaría margen para que el Colegio de Comisarios se vote el 27 de noviembre en Estrasburgo, como estaba inicialmente previsto, y esté listo para empezar a trabajar el 1 de diciembre. En caso de que el bloqueo permanezca, se podría dilatar y nadie pone fechas. Hay un precedente de retraso en el segundo mandato de José Manuel Durão Barroso, que comenzó en febrero y no en noviembre, como está estipulado.

Comenzar “cuanto antes” es lo que siempre ha defendido Von der Leyen y la intención que han manifestado los gobiernos de la UE, sobre todo en un escenario internacional complejo, especialmente por la victoria de Donald Trump para la que el club comunitario lleva tiempo preparándose.