Teppo Tauriainen, embajador de Suecia: “Nosotros hemos cumplido el acuerdo con Turquía sobre la OTAN”
Las elecciones a la vista en Turquía, antes, y ahora la devastación causada por el terremoto, han puesto en segundo plano el pulso que Ankara mantenía sobre la entrada de Suecia en la OTAN. Pero el embajador de Suecia en España, Teppo Tauriainen (Kuusamo, Finlandia, 1961), cree que el objetivo de que su país esté en la próxima cumbre de Vilna en julio, como miembro junto a Finlandia, sigue estando sobre la mesa. Sobre las peticiones de Turquía de la extradición de decenas de kurdos que el Gobierno turco define como “terroristas”, repite en una entrevista en la legación diplomática en Madrid que Suecia —que este semestre ostenta la presidencia del Consejo la UE— “ha cumplido con el acuerdo” firmado en la cumbre de la OTAN del pasado junio y que las extradiciones están en manos de los tribunales.
También subraya los retos a los que se enfrenta la Unión Europea, ante la prolongación de la guerra en Ucrania, que hizo que la opinión pública sueca cambiara en pocos meses hasta apoyar la entrada en la Alianza Atlántica.
España asumirá la siguiente presidencia de turno del Consejo de la UE. ¿Hay coordinación, también tras el cambio de Gobierno en Estocolmo? ¿Sobre cuáles ejes la colaboración es más fluida?
Eso es muy importante y no tiene que ver con el color del gobierno. Nosotros formábamos parte de un trío con Francia y Chequia [los Estados miembros que ejercen la presidencia de turno colaboran en grupos de tres, denominados ‘tríos’] pero dijimos, así como lo hicieron los españoles, que igualmente tenemos que hablar para asegurar continuidad y coherencia. Tenemos el interés común de intentar cerrar el mayor número posible de expedientes porque sabemos que estamos ya acercándonos al final del mandato de esta Comisión. España todavía no ha definido sus prioridades, pero sabemos que en la práctica tienen que ser las mismas. Ucrania seguirá estando en la agenda, así como la competitividad [de las empresas y la economía europea].
Ha mencionado la competitividad. Ahora mismo uno de los temas de fricción entre los socios comunitarios es cómo responder a las ayudas de Estados Unidos a su industria. La vía de la flexibilización de las ayudas de Estado divide más que unir. Países como Holanda e Italia muestran sus resistencias ante una opción que puede beneficiar especialmente a Alemania y Francia. ¿Cuál es la posición de Suecia?
Como presidencia, tenemos que intentar buscar consenso y creo que en las conclusiones del Consejo Europeo [del 9 de febrero] se ha intentado buscar un consenso entre las diferentes posiciones. Como país, creemos que es muy importante que Europa refuerce su competitividad porque en los últimos 10 años ya hemos perdido terreno en relación con Estados Unidos y China y hay que pensar a corto y a largo plazo. En lo que ha hecho EEUU, hay varios aspectos. Uno, positivo, es la vuelta al trabajo sobre el cambio climático y el retorno al acuerdo de París. Pero hay ciertas políticas que pueden tener consecuencias negativas, y por eso seguimos negociando con EEUU para ver si también las empresas europeas pueden ser parte de los programas de ayudas.
En cuanto a las ayudas de Estado, nosotros estamos dispuestos a considerar que se flexibilicen temporalmente las reglas para los subsidios para acelerar la transición verde que tenemos en la Unión Europea.
Solo temporalmente…
Sí, temporalmente, porque el sistema de las reglas de ayudas de Estado que tenemos en la UE ha funcionado bien y, en parte gracias a ello, tenemos la competitividad que tenemos en Europa y nuestras empresas son más fuertes. Mantener los subsidios no es la manera de reforzar empresas a largo plazo. Puede serlo a corto plazo y de forma muy bien definida, para la digitalización o la transición verde.
El acuerdo que se alcanzó en la cumbre de la OTAN en Madrid con Turquía parece un recuerdo lejano después de las recientes declaraciones del presidente turco, Recep Tayyib Erdogan, que incluso plantea desvincular las candidaturas de Finlandia y Suecia. El secretario general de la OTAN Jens Stolterberg dijo que deben entrar juntos. ¿Hay márgenes para que la situación se desbloquee en el corto plazo?
Con el terremoto en Turquía, ese tema ha quedado un poco de lado, pero ya antes sabíamos que la cuestión no iba a moverse mucho en los próximos meses, por las elecciones en Turquía. Después, vamos a ver si se puede avanzar. El objetivo tiene que ser que en la cumbre de Vilna [en julio] deberíamos estar ya como miembros pero eso, claro, no depende de nosotros, depende de Turquía y la ratificación del parlamento turco.
Nosotros hicimos un acuerdo en la cumbre de Madrid, pensamos que lo hemos cumplido y que lo que los turcos han exigido después no está bajo el control del Gobierno porque se trata de extradiciones y eso depende de los tribunales. Turquía puede pedir la extradición de una persona pero es un proceso que pasa por el tribunal, según las leyes internacionales, las leyes europeas. Y esto pasa en Suecia y en todos los países de la UE.
Todo el tiempo hemos intentado tener este diálogo con Turquía, mostrando que somos serios en cuanto al terrorismo. Acabamos de reforzar la ley contra el terrorismo, y ser miembro de una organización terrorista va a ser ilegal. Hemos hecho lo que podemos y es muy desafortunado que haya habido estas provocaciones que hemos visto en nuestro país y que no tienen nada que ver con el Gobierno.
¿Se refiere a los episodios de quema de copias del Corán [en una manifestación organizada por la extrema derecha frente a la embajada turca en Estocolmo]?
Sí, yo entiendo que eso es un incidente muy ofensivo para los países musulmanes, pero no es una actividad del Gobierno sueco y para nosotros es una cuestión que, de nuevo, es difícil porque tiene que ver con el derecho de libre expresión.
Otro país que aún no ha ratificado la entrada de Suecia en la OTAN es Hungría. Hace justo unos días, el ministro de Exteriores húngaro criticó al primer ministro sueco precisamente por lo que usted acaba de decir, por lo que pasó en la manifestación, pero recordó el respeto de la libertad de expresión. Sin embargo, las manifestaciones que estaban previstas para ayer [por el pasado jueves] fueron prohibidas. ¿A qué se debe ese cambio de postura?
No es un cambio de postura. Cada vez que hay una convocatoria de ese tipo de protestas, la policía analiza cuáles pueden ser las consecuencias para la seguridad y, en este caso, decidió que se podía dar una situación no deseable.
¿Cree que la ratificación por parte de Hungría llegará pronto? Se hablaba de febrero…
El mensaje que hemos recibido de Budapest es que sí, que la ratificación será en los próximos meses. No sé si en febrero, marzo, pero no tenemos dudas de que lo van a hacer.
Decía justamente que ahora el eje del debate ha cambiado por el terrible terremoto que ha sufrido Turquía. Pero aún unos días antes de que el seísmo sacudiera al país, Erdogan volvió a hablar de este listado de 120 nombres de los que pide la extradición a Suecia. Usted ha dicho en otras ocasiones que no existe un listado.
Es que no hay un listado en el acuerdo de Madrid. Ellos después han presentado varios nombres, pero eso es otra cosa. Recibimos todos los nombres que ellos nos mandan, pero después esto pasa por los tribunales y se ve si es posible o no.
Caso por caso…
Caso por caso, sí. Y esto, de nuevo, no pasa solo en Suecia. También han pedido extradiciones a Alemania y ellos tienen el mismo proceso.
Ese listado evidentemente incluye a muchas personas de la comunidad kurda. En Suecia hay una comunidad turca muy grande y bien integrada, que ahora se ve de alguna manera involucrada en ese proceso de adhesión de Suecia en la OTAN. ¿Las cesiones a Erdogan pueden de alguna manera afectar a esa integración, a la convivencia de esa comunidad bien integrada en Suecia?
No, no lo creo, porque el mensaje del Gobierno ha sido muy claro: no vamos a extraditar a una persona que no ha hecho nada. Pero si hay una persona que ha hecho un crimen internacional, entonces sí es posible que se pueda extraditar. Y luego hay varios que ya tienen la ciudadanía sueca y las reglas en estos casos son aún más estrictas.
Al principio seguramente había muchos kurdos que a lo mejor tenían miedo, pero yo creo que el gobierno ha sido muy claro y no tienen nada que temer si no han hecho nada criminal.
Hablando del nuevo Gobierno de Suecia, un país que ha sido durante décadas la expresión de los valores liberales, abierto y símbolo de la acogida… En Europa, el apoyo externo de la extrema derecha al nuevo Ejecutivo se ha vivido como la caída de un nuevo dique y un paso más en la normalización de la ultraderecha. ¿No ve el riesgo de una corrosión de la imagen del país?
No son parte del gobierno y creo que si se mira el programa del gobierno sueco, por el momento, es parecido al de gobiernos anteriores. En cuanto a la inmigración, yo diría que hoy día muchos de los partidos en Suecia, hasta los socialdemócratas, tienen una posición que es diferente a la que tuvieron hace siete u ocho años.
Lo que pasó en 2015, cuando llegaron unos 165 mil refugiados en un año, cambió el debate en Suecia sobre migración y cómo recibir inmigrantes. Los desafíos de integración que hemos tenido después de 2015 han hecho cambiar la forma de ver las cosas en la sociedad. Ahora hay una mayoría en Suecia a favor de limitar la inmigración hasta que podamos asegurar que la integración va a funcionar bien. Porque eso ha sido el gran desafío en nuestro caso, que esa gente que vino no se ha podido integrar de la misma manera que se integraron grupos que vinieron en las décadas anteriores.
Los Demócratas Suecos no están en el Gobierno y dan un apoyo externo, pero han dicho claramente que influenciarán las políticas de todas formas. ¿Cuánto este apoyo externo marcará la línea de Suecia en temas como inmigración pero no solo, también a nivel europeo?
Ellos, de alguna manera, han liderado el debate en Suecia en los últimos años sobre la inmigración, han puesto el asunto sobre la mesa en un momento en el que también la opinión pública estaba cambiando, y esto se ha notado en los otros partidos. El cambio de política es un reflejo del cambio en la opinión pública. En este sentido sí que han tenido influencia, pero en Europa tenemos reglas para esto y vamos a seguir trabajando con las reglas que tenemos. Como presidencia, vamos a seguir trabajando para el pacto migratorio. Claro que si se compara nuestra posición de hoy como país con la posición de hace siete u ocho años, sí ha cambiado. Puede que entonces fuera más abierta y ahora sea más restrictiva, pero todos los principios que valoramos siguen siendo válidos. El asunto ahora es que, por nuestra experiencia en 2015-2016, sabemos que tenemos que actuar en una manera diferente.
Sobre el pacto migratorio, la propuesta de la presidencia sueca hace hincapié en reforzar las deportaciones y los mecanismos de acción en caso de incumplimiento por parte de los terceros países. Otros países piden más vallas, más control en las fronteras exteriores. Y luego están los países de la orilla sur del Mediterráneo, que han sufrido digamos el número mayor de llegadas en estos años, por lo menos de primeras llegadas, y piden un reparto más solidario. Hay tantas diferencias que el acuerdo parece casi imposible…
Como presidencia tenemos la intención de intentar avanzar, porque creemos que hace falta tener este pacto. Hay ciertas cosas que ya se han decidido, y creo que durante este semestre se va a hablar más bien de los aspectos externos, pero también tenemos que seguir las conversaciones sobre los aspectos internos, incluso esa idea del reparto.
Antes de la invasión rusa de Ucrania, el apoyo a la entrada en la OTAN era minoritario, ahora estamos en un 60-70 por ciento
Cuando habla de aspectos externos, se refiere al reforzamiento de las fronteras exteriores...
Está esto y luego están las devoluciones. Lo dijo nuestro primer ministro el otro día: los que no tienen derecho a quedarse, tienen que ser repatriados. También se trata de reforzar la cooperación con los países de origen.
Hablaba usted de cómo la extrema derecha ha protagonizado el debate sobre la inmigración en estos años. Hace unos días, la ministra de Inmigración anunció junto al portavoz de los Demócratas suecos en el Parlamento el lanzamiento de una campaña de comunicación para desincentivar a los inmigrantes que quieren llegar a Suecia…
El gobierno depende de este partido y la inmigración era un punto muy importante en el acuerdo hecho para tener su apoyo. Pero, en cuanto a que los Demócratas suecos hayan contaminado el discurso de los otros partidos, yo no lo presentaría así. Es más un reflejo del cambio en la opinión pública, no solo entre los que votan por los Demócratas suecos, sino también entre los votantes de los socialdemócratas, de los conservadores, hasta de los liberales.
¿Cómo ha vivido la opinión pública sueca la invasión rusa de Ucrania? ¿Hay temor a que el conflicto se expanda más allá de Ucrania?
No creo que la gente piense que Rusia va a invadir a Suecia, pero sí hay preocupación, porque además ha habido mucha cercanía con Ucrania. En los últimos 20 años ha habido muchos proyectos de cooperación, hemos ayudado mucho al país, también en sus procesos de reformas. Hay preocupación por las consecuencias indirectas también para Suecia. Y el apoyo a la entrada en la OTAN ha crecido mucho después de la invasión. La opinión cambió en dos o tres meses. Antes el apoyo a la entrada en la alianza era minoritario, ahora estamos en un 60-70 por ciento.
Otro tabú que ha caído es el envío de material de guerra a un país que está en guerra. Y Con Ucrania se ha decidido hacerlo.
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