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The Guardian en español

Cómo se ha roto la alianza entre Hungría y Polonia por la guerra en Ucrania

Los primeros ministros de Hungría y Polonia, Viktor Orbán y Mateusz Morawiecki en 2020.

Jennifer Rankin

Bruselas (Bélgica) —
22 de octubre de 2022 23:14 h

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En diciembre de 2021, el Gobierno ultraconservador y nacionalista de Polonia recibió a algunos de los líderes de la ultraderecha europea, como la francesa Marine Le Pen, el húngaro Viktor Orbán y el español Santiago Abascal. Al término de la reunión en Varsovia, el grupo emitió una declaración contra la “ingeniería social” destinada a crear “una nueva nación europea” e hizo promesas, en gran medida incumplidas, de trabajar conjuntamente en el Parlamento Europeo.

Apenas unos meses después de la cumbre de Varsovia, los gobiernos de Polonia y Hungría, que durante años han sido almas gemelas ideológicamente en la Unión Europea, se han distanciado a causa de la invasión rusa de Ucrania. Mientras que Varsovia ha sido uno de los más firmes defensores de Kiev, instando a endurecer las sanciones, Orbán, ha descrito al presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, como su “adversario” y ha culpado a las sanciones de la UE contra Rusia de la inflación y el alza en los precios de la energía. A pesar de algún intento de apaciguamiento, las relaciones polaco-húngaras permanecen tensas.

El distanciamiento se hizo más evidente en abril, cuando Jarosław Kaczyński, el político más poderoso de Polonia y presidente del partido gobernante Ley y Justicia (PIS por sus siglas en polaco), calificó de “muy triste” y “decepcionante” la postura de Orbán sobre Ucrania. Diplomáticos polacos han expresado su consternación en privado. “Para mí, este es el país de 1848-1849, el país masacrado por Rusia”, dijo en mayo un alto diplomático polaco, en referencia al llamamiento de la Austria Imperial al zar ruso para aplastar la Revolución húngara. “Francamente, no puedo entender la lógica [detrás de la posición de Hungría]”, dijo el diplomático, que añadió que el Grupo de Visegrado —la alianza de cuatro países centroeuropeos, Polonia, Hungría, República Checa y Eslovaquia— ya no existía.

Más recientemente, un intento de Varsovia de reavivar la cooperación con Hungría pareció no llegar a buen puerto. El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, declaró el mes pasado a un semanario progubernamental que a Polonia le gustaría volver a cooperar con el Grupo de Visegrado (V4), abriendo la puerta a una mejora de la relación con Hungría. En Bruselas esto se tomó como una señal de que el Gobierno de Polonia estaba decepcionado por no haber logrado desbloquear hasta el momento los 35.400 millones de euros de los fondos de recuperación de COVID de la UE, a pesar de haber ofrecido modestas concesiones en su disputa con Bruselas sobre el estado de derecho.

Una visión opuesta de la guerra

Wojciech Przybylski, editor de la revista Visegrád Insight, cree que Morawiecki buscaba poner a prueba a la opinión pública polaca, pero que, de cara a las elecciones de 2023, no podía pasar por alto las inclinaciones prorrusas de algunos políticos que acudieron a Varsovia el pasado diciembre, incluido Orbán. Según Przybylski, a algunos líderes políticos polacos les gustaría “innovar y conspirar juntos en la política europea” junto a Orbán, pero no pueden hacerlo debido a la impopularidad del líder húngaro. “Tienen que distanciarse abiertamente de Viktor Orbán, cuya comunicación política se ha vuelto tóxica para la popularidad de los políticos en Polonia”, dice.

Los partidos gobernantes de Polonia bloquearon la cooperación con Orbán debido al “sentimiento de inseguridad predominante en la sociedad polaca, así como la percepción que se tiene de Rusia y la que se tiene de Ucrania”, subraya Przybylski.

Una reciente encuesta de YouGov revela el abismo existente en cómo es percibida públicamente la guerra en los dos países vecinos. Mientras que el 65% de los polacos apoya el mantenimiento de las sanciones contra Rusia, solo el 32% de los húngaros respalda esta política de la UE. Asimismo, el 75% de los ciudadanos polacos culpan a Rusia de la guerra, frente a solo el 35% de los ciudadanos húngaros.

“La guerra Rusia-Ucrania es una cuestión de seguridad y autoidentificación para Polonia, mientras que no es realmente el caso para el Gobierno húngaro”, dice Zsuzsanna Végh, miembro asociado del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. “El Gobierno húngaro sigue sin considerar a Rusia como una amenaza directa para su seguridad. Y en esto no hay acuerdo entre los dos gobiernos”.

División en el Grupo de Visegrado

Hungría ha buscado reconciliarse con el país vecino. Tras haber sido electa en mayo, la nueva presidenta del país, Katalin Novák, realizó su primer viaje al extranjero a Varsovia, en un intento por reforzar la alianza.

Y contrariamente a las creencias de que el V4 está muerto, Eslovaquia recibió la semana pasada a los presidentes de los cuatro países para debatir sobre la seguridad regional y la crisis energética. Pero en la conferencia de prensa de clausura, la presidenta de Eslovaquia, Zuzana Čaputová, señaló la inconsistencia de la posición del V4 sobre la ayuda militar a Ucrania. Estas incoherencias volvieron a salir a la luz el 17 de octubre, cuando Hungría se abstuvo en la votación por la iniciativa de crear una misión de la UE para entrenar a las tropas ucranianas.

La ruptura polaco-húngara es solo la última de las señales de divergencia en el cuarteto centroeuropeo, cuyos políticos son menos homogéneos políticamente que en 2015-16, cuando la mayoría se unió contra las cuotas de refugiados durante la crisis migratoria.

A pesar de sus diferencias sobre la guerra en Ucrania, Polonia y Hungría comparten su visión sobre el estado de derecho y el papel de las instituciones de la UE. El mes pasado, los eurodiputados del PIS se unieron a otros partidos nacionalistas para votar en contra de una resolución del Parlamento Europeo que calificaba a Hungría de “autocracia electoral”. Polonia y Hungría podrían redescubrir el interés por trabajar juntos, ya que ambos corren el riesgo de que se les nieguen los fondos europeos ante la preocupación por la corrupción y el poder judicial politizado en estos dos países.

“La proximidad ideológica” de los partidos al mando en Polonia y Hungría podría otorgarles una agenda común “mientras continúan su supuesta lucha contra Bruselas”, dice Végh. Pero añade: “El conflicto sobre Rusia ciertamente está poniendo límites y no veo que, por el momento, esto se pueda recoser o superar fácilmente”.

Traducción de Julián Cnochaert.

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