Jamila lleva pañuelo. Hace unos días fue de compras a unos grandes almacenes. Cuando iba por un pasillo sonó la alarma de la Asr, la tercera oración del día. “Allahu akbar, allahu akbar…”, se escuchó en su teléfono móvil. Una señora que estaba junto a ella salió corriendo despavorida, tirando bolsos y todo lo que encontró en su camino. Jamila, preocupada, la siguió hasta la puerta para preguntarle qué le pasaba: “¡Que ha sonado eso que dicen los terroristas antes de un atentado!”, respondió la señora muy nerviosa.
“Allahu akbar” significa “Dios es grande” y su uso es normal en diferentes situaciones cotidianas, una de ellas el rezo. Quien atenta y mata en nombre de Dios jamás será musulmán, es un terrorista.
Cuando voy en autobús a Cartagena observo jornaleros trabajando el campo a uno y otro lado de la autovía. Este Ramadán vi desde la ventana como una veintena de ellos paraban el tajo para la oración Asr a pleno sol.
Sara participa en competiciones de la Federación de Fútbol de la Región de Murcia. En su cuarta temporada ha vivido una nueva experiencia: un árbitro le impidió jugar por ir vestida con pañuelo y mallas, casualmente ocurrió el día del Aid al-Fitr. Sara no se lo podía creer, sintió rabia e impotencia, nunca tuvo problemas por llevar esa vestimenta.
Nadia va a 1º de la ESO. En clase de dibujo el profesor le dijo: “A ver si te compras mejor material que para algo le damos paguicas a tus padres”. Nadia llevaba el material requerido pero de marca blanca. El racismo en el sistema educativo merecería capítulo aparte, lo que algunos y algunas docentes hacen y dicen a alumnado de origen migrante les inhabilita para la profesión.
Medios de comunicación regionales atribuyen a un “presunto yihadista” residente en Murcia colaboración con Hezbolá, extremo desmentido después, pero la noticia sigue en internet, haciendo daño al colectivo musulmán, como lo hace también el uso del término “yihadista” en lugar de “terrorista”, y el resaltar la nacionalidad en el titular, que es lo único que lee la mayoría.
Los hechos relatados anteriormente ocurrieron entre el 30 de marzo y el 2 de abril pasados en distintas localidades de la Región de Murcia. Los nombres de las protagonistas son figurados.
Queda mucho camino por andar para desinstalar la islamofobia que asfixia a quienes la padecen cotidianamente. Padres y madres que llegaron de otros países, que tuvieron a sus hijos e hijas en España o los trajeron muy pequeños, que son españoles, pero que viven con miedo, no duermen pensando en qué será lo siguiente que les pase por tener un nombre distinto, otro color de piel, un pañuelo en la cabeza o el pelo rizado.
Lo peor es que tienen motivos para temblar, la alianza PP-Vox (PPOX) está atacando los cimientos de la convivencia en la Región de Murcia, la caza del inmigrante no ha hecho más que comenzar, el discurso político imperante ya incluye el odio a quienes vienen del sur, sobre todo si son musulmanes en situación vulnerable y de origen marroquí.
En una Región que en pleno siglo XXI vive cómoda en las tinieblas del franquismo político y sociológico, la fe en Dios de esas personas que llegaron de África les permite continuar el esfuerzo, dar a España (su país) lo mejor de sí mismas, soportar lo que venga. No es magia, es fe auténtica resumida en dos palabras que pueden con todo: “Allahu akbar”.
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