El pasado jueves PP y Ciudadanos se sumaban a la ultraderecha y bloqueaban en la Asamblea Regional la tradicional declaración institucional de apoyo a los actos del 8M. No los busquéis tampoco hoy en las manifestaciones. ¿Dónde están nuestros demócratas cristianos? ¿Dónde está nuestro centro liberal? Desde hace un tiempo, con Vox en el monte.
Lo demuestra bien el debate en torno a la nueva Ley de Libertad Sexual. En los nueve primeros meses del año pasado crecieron todas las denuncias por delitos sexuales: un 7'6% las agresiones sexuales, un 8'1% las agresiones con penetración, un 14'5% los abusos y un 9'7% los abusos con penetración. El número de violaciones múltiples contabilizadas por el proyecto Geo Violencia Sexual habla también por sí mismo: 18 en 2016, 14 en 2017, 60 en 2018, 73 en 2019.
No es solo el número de delitos lo que cuenta, sino también la sensación de impunidad. La distinción entre abusos y agresión sexual rebajó la condena inicial a la manada de Pamplona a penas de tan solo nueve años al considerar que no hubo violencia. ¡Qué resistencia podía oponer una chica en shock rodeada por cinco hombres corpulentos! Los violadores de la manada de Manresa también fueron premiados con penas más leves por haber dejado previamente inconsciente a su presa, una menor de apenas 14 años.
Nuestra sociedad estalló de indignación y dijo basta: basta a que la materia de juicio fuera la resistencia de la víctima, basta a tener que pedir perdón por seguir vivas. La marea violeta que secundó la histórica huelga del 8M de 2018, se desbordó de nuevo por las calles de toda España el 27 de abril para protestar contra la sentencia de la Audiencia de Navarra. Fue el movimiento feminista el que consiguió que el Tribunal Supremo hiciera justicia y el que ha impulsado la nueva ley.
Aumento de delitos, lagunas penales, un clamor social…en cualquier país 'normal' sus partidos políticos se pondrían del lado de la protección de las mujeres, pero el nuestro y nuestra Región hace tiempo que dejaron de serlo. Cada vez que tienen que elegir, PP y Ciudadanos lo tienen muy claro: que hay que tragar con el pin parental, al monte con Vox. Que hay que eliminar cualquier partida LGTBI, al monte con Vox. Que hay que ponerse de perfil el 8M, al monte con Vox.
Dicen que la cabra siempre tira al monte. En el caso de estos ultras hablamos más bien de machotes cabríos que se han ganado una fama más que discutible lanzando guarridos en redes sociales:
-Francisco Serrano, el juez de Vox, tuiteó al día siguiente que la sentencia de la manada había sido “dictada por la turba feminista supremacista”. “La única relación segura entre un hombre y una mujer”, remató en Facebook, “será la prostitución”. A día de hoy el juez putero sigue siendo el presidente de Vox en el Parlamento de Andalucía.
-Alonso de Mendoza, candidato al Congreso por Madrid, llamó a la menor violada por los tres futbolistas del Arandina “fulana” y “arpía”. Vox lo ha premiado con un puesto de asesor en el Parlamento Europeo.
-Bertrand Ndongo, el negro de Vox, se levantó ese día preguntándose “qué era ser menor” y denunciaba a las chicas que “llevan tanga” y ponen el “culo en pompa” en el Instagram. En diciembre Monasterio lo fichó como asesor en la Asamblea de Madrid.
-Juan José Liarte, portavoz ultra en la Asamblea de Murcia se expresaba así en junio sobre la ministra Dolores Delgado: “De una puta solo puedes esperar putadas”.
Hablemos claro. Estos son los compañeros de viaje de López Miras e Isabel Franco. No se puede estar al mismo tiempo con la inmensa mayoría de las mujeres de nuestro país y con estos cabestros que viven obsesionados en su guerra de sexos. No se puede estar con la protección de nuestra libertad sexual y con los energúmenos que defienden a los violadores y culpan a sus víctimas. No se puede estar con las mujeres trabajadoras que exigen una igualdad real y con el “feminismo” amazónico que achaca la brecha salarial a que las mujeres eligen profesiones peor remuneradas. Cayetana es tan machista como el juez Serrano.
Hoy es 8 de marzo y sabemos dónde estamos: si ellos se tiran al monte, nosotras tomamos las calles.
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