La pasada noche del viernes 30 de julio la cómica Martita de Graná llenó la Plaza de Toros del municipio murciano de Yecla: las entradas se habían agotado en tan solo dos días desde que salieron a la venta. Admirada en todo el territorio nacional, la andaluza es conocida por las piezas audiovisuales de humor cotidiano que comparte en su perfil de Instagram, siempre sazonadas con un salero castizo que ameniza cualquier circunstancia. En Yecla, las personas que la han seguido día tras día coinciden en el mismo parecer: “Sus vídeos me aliviaron el confinamiento tanto… Las risas que me echaba con ella fueron necesarias para mantener la cordura”. Como no podía ser de otro modo, la semana previa a su actuación en directo, las yeclanas ya estaban verbalizando las ganas de asistir cada vez que hablaban de sus planes para esa velada de verano.
No obstante, pudo ser de otro modo que nadie se imaginaba. Fíjense en que hay hombres que acuden a la primera fila de espectáculos que no son de su agrado a menospreciarlos y a vociferar que no les gusta aquello, y las artistas tienen que ir sobre aviso, haber preparado posibles respuestas y desde luego tener tablas, porque estos señores solo están en el lugar expresando su opinión. Es que ¡válgannos estos señores! Qué es lo que estaríamos tramitando contra La Libertad S.L. si esto lo cuestionáramos y qué falta de educación la profesional de los escenarios si contesta con humor, en su show de humor: “Cómeme el coño, eres patético, amigo”. Es que ella misma se deja sin argumentos, ya saben, qué maneras de hablar son esas en una mujer, ¿dónde están sus modales? Un cisma, oigan, sacar las partes del cuerpo.
Incluso imagínense que hubiera sido al revés: un cómico, ofendido, le dice a una mujer en primera fila: “Cómeme la polla a ver si te hace gracia”. ¿Qué hubiera pasado? ¿Cuál sería el titular? ¿Quién sería el machista? Pues eso… Piensen… Piensen, por ejemplo, qué más responsabilidades podemos pedirles a ellas… Piensen, porque habría que documentarse y elaborarles a las cómicas una lista para estar a la altura (para que no sean una de estas modernas que no aceptan nada de nada) y para que la próxima vez, mal que nos pese, estos hombres no tengan que pasar por el mal trago de enfrentarse a contestaciones pobres y ofensivas y de ser señalados y puestos en la diana por soltar un comentario totalmente espontáneo. Solo piénsenlo tal y como yo les digo.
Ahora bien, juzguen también los hechos a los que me refiero. Volvamos a la noche del viernes 30 de julio en la Plaza de Toros. En las mesas de la primera fila del ruedo, justo al caer del escenario, se encontraban varios miembros del Gobierno Municipal de Yecla. Entre ellos, Pedro Romero, Concejal de Educación y Deportes, Patricia Soriano, Concejala de Política Social e Igualdad, Ascensio Juan García, Concejal de Servicios Públicos, María Remedios Lajara, la Alcaldesa, y su marido José Pascual López, Primer Caballero de la ciudad. Fuentes tan cercanas como los ojos y los oídos de las ciudadanas y ciudadanos que estaban sentados detrás cuentan que los bramidos que estuvieron emanando de esa primera fila fueron un bochorno constante durante toda la hora y poco que duró la actuación: “Una vergüenza. Estuvieron cada dos por tres respondiendo y voceando, rematando los chistes. Fue muy molesto”. Este testimonio colectivo fue corroborado por la propia cómica, que tras zanjar la velada confesó que en determinados momentos de la actuación se había sentido realmente incómoda.
La nota final de machismo que se ha podido individualizar la puso el Primer Caballero de Yecla, José Pascual López. Para terminar su monólogo, Martita de Graná quiso reflexionar en alto con tono crítico: “En España, en el mundo de la comedia, los monologuistas somos muchas menos mujeres, ¿verdad? ¿Lo habéis pensado alguna vez? ¿Por qué somos menos mujeres haciendo comedia? ¿Lo habéis pensado?”, tras lo cual siguieron unos instantes de silencio que José Pascual López aprovechó para pegar un grito desde su asiento en la primera fila: “¡¡¡Porque no tenéis gracia!!!”. Los asistentes manifestaron su más altisonante repulsa; se oyó a una chica chillar: “¡¡¡No tendrás gracia tú!!!”. Entonces, Martita de Graná se dirigió al Primer Caballero con sorna: “¿Cómo? ¿Qué has dicho? ¿Porque no tenemos gracia? ¿Humor? ¿Qué no tenemos gracia? Pues yo te digo, cómeme el coño, a ver si te hace”. Su público estalló en carcajadas y la aplaudió. Martita de Graná afiló aún más su denuncia inicial: “Por gente como esta es por la que pasan las cosas que pasan. Así de claro. Eres patético, amigo. Así de claro te lo digo. Yo puedo reivindicar que me dedico a la comedia, que vengo a Yecla y me agotáis las entradas, que alguna que otra risa he escuchado yo esta noche y que mira por dónde, amigo, yo soy una mujer. Hasta luego”. Dicho esto, se dio media vuelta y salió del escenario. Al día siguiente colgó una historia en Instagram en la que le decía a la gente de Yecla que no se preocupara por nada, “que tontos había en todos lados y que ciertos dinosaurios deberían desaparecer ya”.
Al medio Siete Días Yecla no se le esperaba para transmitir lo sucedido, pero la cobertura de El Periódico de Yecla nos ha permitido saber que, bajo sus faldones, José Pascual López “lo siente y lamenta lo que pasó” y que la mandataria yeclana, María Remedios Lajara, asegura que “el comentario de su marido fue espontáneo, fruto de la impulsividad, en un clima de buen humor y buen rollo. Cierto que es un comentario desafortunado, pero no había ninguna intención ofensiva, ni para la artista ni para ninguna mujer en general”. Asimismo, considera que el hecho de que la gente se haya enfadado mucho y lo haya comunicado masivamente en términos de indignación y vergüenza obedece a que el comentario lo hizo “el marido de la alcaldesa del PP”. Sobre las críticas a su sitio privilegiado en el recinto, Lajara afirma “haber comprado las entradas por su interés particular por asistir, pero no como alcaldesa, pues no era un acto institucional”. De paso sea anotado que, con ese mismo interés, nos habría gustado verla el 26 de junio marchando en el Orgullo Crítico para acompañar y respaldar a los menores y adultos LGTBIQ+ de Yecla en su movilización por ser respetados por quienes son. Suponemos que los derechos humanos de las personas que no acatan los mandatos patriarcales de género deben resultar ideologías ajenas a la alcaldesa del PP.
Las declaraciones de la alcaldesa a raíz de lo ocurrido suenan a luz de gas política. Sin que su partido haya sido nombrado en el asunto, insiste en sacarlo a discurso y victimizarlo por encima de la situación penosa que el pueblo de Yecla vivió la noche del 30 de julio. La luz de gas es una manipulación verbal muy sutil que trata de alterar la percepción que tienen los demás de un acontecimiento vivido en primera persona: consiste en frivolizar sus puntos de vista y versionar ese acontecimiento hasta hacerles dudar a los otros de su propio criterio. La luz de gas se ejerce muchas veces con un falso buenismo, exhibiendo condescendencia y justificaciones, para empujar a las personas afectadas a convencerse de que no es para tanto y de que no ha sucedido nada grave que deba ser magnificado. El objetivo suele ser desprenderse de las responsabilidades que hayan podido salpicarle a uno y evadir la rendición de cuentas; en este caso, se pretendería anular el sentimiento de vergüenza ajena que la ciudadanía ha experimentado por la actitud machista del Primer Caballero hacia el trabajo de la cómica Martita de Graná. Una luz de gas política que, en definitiva, redobla el ruido del espectáculo paralelo que dieron los dirigentes populares en primera fila y que denota carencias en el compromiso del Gobierno Municipal con la igualdad real entre hombres y mujeres.
Apelar a que no se quería causar “ofendidismo” se ha convertido en una baza fácil para el que no quiere hacer autocrítica. La cuestión no es que hubiera o no una intención ofensiva en las palabras del Primer Caballero, puesto que le presuponemos la decencia. La controversia se origina, porque ciertos enunciados categóricos, como “las mujeres no tenéis gracia”, traslucen un contenido alineado, no con una comunidad igualitaria compuesta por seres humanos de pleno derecho, sino con los roles esencialistas de género atornillados en la sociedad española por la propaganda fascista de la Sección Femenina, cuyos únicos propósitos eran el control y la dominación de la mitad reproductora de la población.
Nos gusten más o nos gusten menos, sus señorías municipales responden ahora mismo como los máximos representantes de la ciudad. Deberían dejarse de pepé, deponer la arrogancia, asumir el popó social que como cargos públicos han generado y ser modelo ejemplar para que no se vuelva a repetir en el pueblo semejante esperpento anticuado. De lo contrario, debe ser cosa de privilegiados soltar burlas machorras en público y a voces, pero susurrar las disculpas en privado y con la boca pequeña cuidado se note que poco les importa la afrenta. Conviene, pues, aclarar que o actúan con determinación a favor de la igualdad de género en cualquier ámbito profesional o lo que parece que nuestros representantes se dedican a emprender en la ciudad es más bien marketing administrativo. O se disculpan públicamente y demuestran un sentido común que vimos ausente en su comportamiento durante la actuación o el rodillo de la historia local no tendrá ninguna clemencia con individuos que solo piensan en satisfacerse a sí mismos. Las actitudes supremacistas por parte de individuos que ostentan una posición de poder están tan alejadas de las personas de a pie que se esfuerzan día tras día para que todos quepamos en la sociedad que merecen el más formal de los rechazos. A fin de cuentas, el machismo se compone de asunciones inconscientes que nos atraviesan a todos y todas y que nos llevan a adoptar conductas estereotipadas propias de un pasado nada glorioso: erradicarlo depende de cada miembro de la comunidad en que se convive. Qué fructífero sería si todos los vecinos nos implicáramos en ello con el mismo sentir…
0