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Toda España conteniendo la respiración por el Manzanares

Un ciclista pasa este viernes junto al río Manzanares a la altura del puente de los franceses. EFE/ Mariscal
23 de marzo de 2025 21:24 h

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No sé si te has enterado pero Madrid, la capital que es España dentro de España, ha estado a punto de quedar sumergida por el desbordamiento del río Manzanares y acabar navegable como en una novela de Rafael Reig. No sé si te has enterado, porque la noticia solo mereció la atención de toooodas las televisiones que abrieron durante varios días sus telediarios con conexiones en directo, drones y reporteros plantados a la orilla del río para seguir la evolución, mientras radios y periódicos contaban minuto a minuto la inquietud por el aumento de las aguas. Igual no te enteraste, no.

Es más, quizá ni siquiera te habías enterado hasta ahora de que Madrid, la capital que es España dentro de España, tiene río. No es precisamente un Danubio, y si has ido por allí de fin de semana tal vez ni lo viste. Si eres madrileño de barrio puede que tampoco lo hayas frecuentado. Hasta que hace unos años se soterró la M-30 y se le dio protagonismo en la nueva zona de Madrid Río, el Manzanares era un río discretito, casi clandestino, humillado entre autovías de circunvalación. Solo a base de presas y compuertas mantenía artificialmente un cierto cuerpo y, cuando el anterior ayuntamiento lo renaturalizó y dejó correr, volvió a ser el riachuelo que siempre fue.

Estas últimas semanas la sucesión de borrascas ha desbordado ríos y arroyos por todo el país, anegando pueblos y campos, cortando autovías, tirando puentes históricos, causando grandes pérdidas, desalojos y trastornos, además de algunas víctimas mortales. En mi barrio sevillano, Triana, se cerraron por primera vez las compuertas del Muro de Defensa, y en muchas localidades repartieron material para proteger casas y locales por los desembalses y las lluvias continuas. Pero mientras medio país veía sus ríos desbordarse o al límite, el foco mediático estaba en el río madrileño, que en efecto había aumentado su volumen habitual y en cualquier momento podía desmadrarse y encharcar unas pocas calles a su paso.

Que me perdonen los amigos capitalinos, pero como ex madrileño (25 años empadronado) y ahora español de la periferia, tengo derecho a burlarme un ratito del madridcentrismo que domina los medios, la agenda y la conversación pública, lo mismo si se trata de política (díganme un presidente autonómico más conocido que Ayuso) que de cultura o deportes, y por supuesto información meteorológica: cada invierno puede estar medio país enterrado bajo dos metros de nieve, que si caen unos copos en la capital abrirá los informativos (y no me refiero a la histórica Filomena, sino a la nevada floja de cada año). Lo mismo con la lluvia, y por supuesto los ríos.

Ya estamos acostumbrados a que Madrid, la capital que es España dentro de España, sea la medida de todas las cosas, que cualquier concentración humana se mida en Bernabéus, o el Retiro sea la referencia para entender el tamaño de una gran superficie (dos veces el Retiro, tres Retiros…). También otras cosillas de menor importancia, como que el modelo ferroviario español sea radial-centralista, y para ir de una provincia a otra la distancia más corta nunca sea la línea recta, sino la línea que pase por Atocha. Ahora también se convierte en el kilómetro cero de la hidrografía nacional. Ya sé que hay cosas más importantes de que hablar estos días, pero déjenme que me ría un ratito.

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