La presión del PP al rey
Si algo hay que reconocerle al coordinador general del PP, Elías Bendodo, es su admirable capacidad para transmitir la desesperación que cunde en su partido ante el debate de investidura que se avecina. Cree el dirigente popular que, dando la tabarra cada día con que Feijóo debe ser presidente del Gobierno porque su partido fue el más votado en las elecciones, está creando una atmósfera propicia para que el líder del PP llegue a la Moncloa. Pero lo único que consigue es el efecto contrario: evidenciar la angustia del PP ante la constatación de su dificultad para tejer una mayoría en el Congreso que permita la investidura de Feijóo. Peor aun: ante la posibilidad de que el odiado Pedro Sánchez sí logre construir esa mayoría y continúe como presidente del Gobierno.
Después de que el PNV diera un sonoro portazo a cualquier negociación con el PP, Bendodo apuntó a Junts, el partido independentista catalán que se ha convertido en un actor decisivo para la investidura del próximo presidente. Pese a que el PP lleva seis años acusando a la formación de Puigdemont de querer romper España y cuatro arremetiendo contra Sánchez por pactar con ese y otros partidos secesionistas, el coordinador general de los populares manifestó el jueves pasado, a la pregunta de si su partido hablaría con Junts, que estos “estuvieron fuera de la Constitución” y que todo dependería de su actitud. Es decir, que ya no estaban fuera de la Constitución. La frase sonó a aquello de Movimiento Vasco de Liberación que usó Aznar como antesala de sus negociaciones con ETA. Sin embargo, Puigdemont no ha agradecido, al menos que se sepa, el guiño del dirigente conservador. En este momento, todo indica que Junts no facilitará de ningún modo una investidura de Feijóo y que su único dilema es si la facilitaría o no en el caso de que el candidato fuese Sánchez.
Así las cosas, Bendodo dio este lunes un importante salto cualitativo en su estrategia. No se limitó a repetir la monserga de que el PP fue el partido más votado en las elecciones del 23J, sino que proclamó: “Estamos convencidos de que su majestad propondrá a Feijóo para la investidura y esperamos tener los apoyos para poner a rodar el Gobierno cuanto antes”. Se trata de una afirmación temeraria, ya que las perspectivas de uno u otro partido para formar gobierno solo se vislumbrarán este jueves, cuando se constituyan la Mesa y la Presidencia del Congreso para la próxima legislatura, y se clarificarán aún más en las consultas que haga con posterioridad el rey a los portavoces de los distintos grupos sobre su disposición de apoyar a una u otra candidatura. Con base en dichas consultas, Felipe VI propondrá un candidato a la investidura, en principio el que demuestre mayor capacidad de sacarla adelante. Si este fracasa en su intento, el rey puede proponer otro candidato, incluso uno que ni siquiera se haya presentado a las elecciones.
Las palabras de Bendodo revelan no solo un desprecio olímpico a los procedimientos democráticos para la designación del candidato a la investidura, sino también una presión inadmisible al rey –que ejerce de cierta manera un papel político de árbitro en esta endiablada situación– al dar por sentado que este propondrá en primer lugar el nombre de Feijóo.
Lo que busca el PP con la designación de su líder es activar cuanto antes el reloj del proceso de investidura, a sabiendas de que carece de apoyos suficientes, con el fin de no dar tiempo al PSOE a que cierre pactos con sus posibles aliados y forzar unas nuevas elecciones. El argumento de Bendodo de que el PP encontrará los apoyos de investidura si el rey propone a Feijóo como candidato no es más que una argucia sin soporte en la realidad –salvo que esté en marcha algún tamayazo– para conseguir el objetivo de su designación.
Sería de todos modos deseable que la Casa del Rey se pronunciara para dejar claro que el monarca no tiene una posición preestablecida en el sentido que señala el coordinador general de los populares. Ello ayudaría a disipar cualquier sospecha de que estén en marcha maniobras para favorecer algún tipo de salida que no refleje la voluntad expresada por los ciudadanos en las urnas.
Es posible que las declaraciones de Bendodo no sean sino el anticipo de una ofensiva más amplia de la derecha para intentar persuadir al rey sobre los riesgos de proponer a Sánchez, y no a Feijóo, como candidato para formar gobierno, aprovechando el margen de discrecionalidad que la Constitución otorga al monarca para tomar su decisión. Sin duda, Felipe VI se enfrenta a una situación endiablada que no habían afrontado antes ni él ni su antecesor, Juan Carlos I. Sin embargo, cabe esperar que renuncie a cualquier tentación de plantear una solución palaciega a la encrucijada y que sepa interpretar con sindéresis el mensaje que surja en la próxima composición de la Mesa del Congreso y las posiciones que le expresen los portavoces de los grupos parlamentarios en su ronda de consultas.
78