24 horas en Rabat para restablecer relaciones con Marruecos sin Mohamed VI

Un pacto entre vecinos para no molestarse demasiado y poder hacer buenos negocios. Engalanado con las firmas de una veintena de acuerdos bilaterales y con la pompa de una declaración conjunta entre los gobiernos, ese es el balance principal de las 24 horas que Pedro Sánchez pasó en Rabat para asistir a la XII Reunión de Alto Nivel entre Marruecos y España. Una predisposición que ambos países concretaron en un compromiso cruzado: España no discute la hoja de ruta marroquí respecto al Sáhara y Marruecos no violenta las fronteras de Ceuta y Melilla. 

Durante su intervención ante el plenario de la cumbre, compuesto por 15 ministros marroquíes, 11 españoles y los dos jefes de gobierno, el presidente español lo resumió sin ambages: “Hemos asumido un compromiso de respeto mutuo por el que en nuestro discurso y en nuestra práctica política vamos a evitar todo aquello que sabemos que ofende a la otra parte, especialmente en lo que afecta a nuestras respectivas esferas de soberanía”. Es decir, que en el Sáhara manda Marruecos y que en Ceuta y Melilla se respeta la soberanía española. 

El pacto, a simple vista, puede resultar poco ambicioso desde la óptica de los intereses españoles si se tiene en cuenta que nunca estuvo en juego esa soberanía de las ciudades autónomas. Pero el Gobierno no olvida lo que pasó el 16 de mayo de 2021 en la frontera de Ceuta: en solo 24 horas, 8.000 personas cruzaron a suelo español ante la ausencia de controles marroquíes. Aquella fue la respuesta a la acogida por parte de España del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para recibir atención médica. Una auténtica escalada de tensión en la relación diplomática de ambos países que para el Ejecutivo de Pedro Sánchez sí llegó a suponer “violentar la soberanía territorial” de nuestro país. 

Ahora, y a cambio de dejar atrás el histórico compromiso de España respecto al derecho de autodeterminación del pueblo saharaui, el horizonte con Marruecos es bien diferente. Así se lo hizo saber a Sánchez el primer ministro marroquí, que hasta en tres ocasiones quiso dejar clara la razón de que las cosas cambiaran tanto en tan poco tiempo y de que todos pudieran estrecharse la mano en Rabat. “Saludamos la posición de España sobre nuestra primera causa nacional, que apoya la propuesta marroquí de autonomía en el Sáhara presentada por Marruecos en 2007 y que la considera la vía más seria, realista y creíble para solucionar este conflicto artificial”, dijo Aziz Ajanuch. 

Sánchez no dijo una palabra sobre el Sáhara pero sí sobre Ceuta y Melilla, a las que no mencionó Ajanuch. “Estoy muy satisfecho del éxito de la primera expedición comercial que tuvo lugar el pasado viernes a través de las aduanas de Ceuta y Melilla”, destacó el presidente, que hizo un llamamiento para “garantizar juntos que estas aduanas sigan abriéndose de manera ordenada y progresiva hasta llegar a la plena normalización del paso de personas y mercancías, tal y como acordamos el año pasado”. Que existan esas aduanas es, para el Gobierno español, el respeto implícito que necesitan de Marruecos hacia la soberanía de ambos territorios. 

Ese cruce de mensajes entre ambos reinos se plasma también en el documento oficial rubricado a modo de declaración conjunta de la XII Reunión de Alto Nivel. En su punto 8, el respaldo español a la postura marroquí respecto al Sáhara es explícito: “En cuanto a la cuestión del Sáhara Occidental, España reitera la posición expresada en la Declaración Conjunta adoptada el 7 de abril de 2022, con motivo del encuentro entre SM el Rey Mohammed VI y el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez”. 

No hay en la declaración un reconocimiento expreso similar por parte de Marruecos a la soberanía de Ceuta y Melilla, aunque sí se esbozan los planes de apertura gradual de las aduanas que el Ejecutivo español considera estratégicas desde un punto de vista comercial y también diplomático. “Las dos partes reiteran su compromiso con la plena normalización de la circulación de personas y mercancías de manera ordenada, incluyendo los dispositivos adecuados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo”, reza el punto 42. 

Por el momento, no se ha concretado el calendario de esa apertura gradual de los pasos aduaneros. Fuentes del Ministerio de Asuntos Exteriores aseguran que se evita dar concreciones “por razones de seguridad” en puntos estratégicos como son las fronteras sur de Europa. Desde el Gobierno se reconoce, sin embargo, que aún trabajan con Marruecos en la concreción de ese calendario y explican que el objetivo es proceder a una apertura “lo más ordenada posible” para evitar colapsos que pongan en riesgo el plan. Nadie se plantea, por ahora, que Marruecos pueda mostrar impedimentos para cumplir con su parte. 

En su declaración institucional sin preguntas junto a su homólogo marroquí, Sánchez quiso ensalzar una cita deslucida en la víspera por la ausencia del rey de Marruecos. “El día de hoy representa un hito”, dijo, haciendo referencia a un “clima de confianza mutua y de genuina colaboración como nunca antes había existido” entre los dos países. El jefe del Gobierno de Marruecos coincidió: “Las relaciones bilaterales nunca habían alcanzado este nivel de cooperación”. 

Ambos hablaban en una sala del Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí presidida por un gran retrato de Mohamed VI sentado en su trono real, una imagen que puede verse en casi cualquier rincón de Rabat. La foto del monarca cuelga de las paredes de estancias en hoteles, restaurantes o edificios oficiales, dando la sensación de que el rey de Marruecos está siempre en todas partes. Esta vez, sin embargo, no estaba. 

El Ejecutivo español no había descartado la posibilidad de que Sánchez y el rey marroquí pudieran verse si así lo decidía la casa real alauí. Pero la confirmación de que no habría recibimiento justo cuando Sánchez ponía el miércoles un pie en Rabat desdibujó en cierta forma las expectativas generadas en torno a una cumbre anunciada como histórica. “Era una reunión entre gobiernos”, insistió el equipo del presidente español durante 24 horas para intentar desterrar la imagen de un plantón. A ese tradicional recibimiento del monarca marroquí lo sustituyó una llamada telefónica de 30 minutos en la que Mohamed VI invitó a Sánchez a volver más adelante, a su regreso de un destino no concretado y que, según a quién se pregunte, oscila entre París y Gabón. Para el Gobierno, la mera llamada es prueba del “interés personal” mostrado por el rey en la cumbre. 

Seguridad y negocios

Entre una amplia lista de acuerdos, el Gobierno pone el énfasis en los que hacen referencia a una mayor implicación por parte de Marruecos en el control migratorio y en la seguridad de las fronteras y también en la parte comercial. En el primer capítulo, la memoria de la cumbre hace mención al acuerdo para “intensificar su cooperación en el ámbito de la lucha contra la migración irregular, el control de fronteras, la lucha contra las redes y la readmisión de migrantes en situación irregular”. 

También refleja el documento el “compromiso con la lucha contra el terrorismo internacional, que es fundamental para la seguridad y la estabilidad de la región euromediterránea y a nivel global”, poniendo de relieve que “los dos países están decididos a fortalecer su cooperación en la lucha contra el terrorismo” así como a “continuar trabajando juntos en el marco de las Naciones Unidas para desarrollar esfuerzos internacionales en la lucha contra el terrorismo y su financiación”.

El Gobierno cree, además, que la normalización de las relaciones diplomáticas entre ambos países puede suponer una oportunidad económica para miles de empresas españolas. Según cálculos de Exteriores, 17.000 compañías de nuestro país tienen un volumen de facturación de 20.000 millones de euros gracias a las exportaciones con Marruecos. Y creen que lo mejor podría estar por venir. El anuncio de un plan de 45.000 millones de euros de inversiones por parte del país vecino es considerado por parte del Ejecutivo español como una ocasión inmejorable en campos estratégicos como las energías renovables o las infraestructuras de puertos y aeropuertos. “Sin el acompañamiento de una buena relación gubernamental, España y sus empresas no podrían aprovechar al máximo esa oportunidad”, razonan en la Moncloa. 

Tras un almuerzo oficial con el Gobierno marroquí, Pedro Sánchez regresó a España después de 24 horas de intensa agenda diplomática en Marruecos. En la declaración conjunta, quedó escrito: “España saluda la dinámica de apertura, progreso y modernidad que vive Marruecos, bajo el liderazgo activo de Su Majestad el Rey Mohammed VI”.