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Opinión - ¡Nos comerán! Por Esther Palomera

CRÓNICA

De azote del feminismo a 'Macaloca': la metamorfosis de Macarena Olona

4 de enero de 2023 22:19 h

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“Cuando Gregorio Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”. No sabemos cómo se despertó un día Macarena Olona. Su aspecto exterior no había cambiado aparentemente ni le había crecido un caparazón o una multitud de pequeñas patas. Pero de repente salieron de su boca palabras extrañas sobre la violencia machista, extrañas porque eran muy diferentes a los exabruptos antifeministas que pronunciaba entusiasmada cuando era portavoz parlamentaria de Vox.

¿Se ha vuelto feminista?, se preguntaban los votantes de extrema derecha en redes sociales mientras se frotaban los ojos. Algunos hasta pedían perdón por haber creído en ella.

No tardaron mucho tiempo en reaccionar como se espera de ellos en esos foros. Con insultos y condenándola al olvido. Algunos emplearon el mismo estilo que había hecho tan popular a Olona entre los suyos. Por encima de todo, despreciar al adversario. “Macaloca”, le llamó uno de ellos. “¿Cuánto tardará Macarena Olona en convertirse en Paz Padilla?”, dijo otro.

La abogada del Estado abandonó Vox después de cosechar un resultado como cabeza de lista en las elecciones andaluzas muy por debajo de sus expectativas y las de su partido (era un destino que no había querido). No manifestó discrepancias ideológicas con la línea oficial de Vox, aunque sí con la ausencia de democracia interna y el control ejercido por el secretario general, Javier Ortega Smith.

Intentó dejar a Santiago Abascal a resguardo de sus críticas, lo que hacía pensar que intentaría volver a las candidaturas de Vox en las próximas elecciones generales. Muy pronto, el partido cerró esa vía a través de una declaración de uno de sus mejores amigos en el partido, Iván Espinosa de los Monteros. Adiós, Macarena, te deseamos lo mejor, pero no queremos volver a verte.

La metamorfosis de la alicantina, total o parcial, es uno de los fenómenos más singulares que ha ofrecido la política española reciente. Diciembre fue el mes en que Olona salió del pensamiento único machista... hasta cierto punto. Sí lo suficiente como para escandalizar a los que niegan la existencia de la violencia de género. “Mi deseo para los negacionistas de la violencia machista y el maltrato a las mujeres: que el 2023 no os dé una bofetada de realidad y que la educación os saque de la ignorancia”, escribió el 31 de diciembre.

Los votantes de Vox probaban así un poco de su propia medicina. Olona les llamaba ignorantes. Y no sólo eso. Dijo que “los negacionistas” de la violencia machista están por su actitud “al lado de los asesinos y maltratadores”. Es lo que las parlamentarias del PSOE y Unidas Podemos llevan mucho tiempo diciendo.

Aquí conviene hacer una precisión terminológica. La exdiputada cree que violencia de género y violencia machista son conceptos distintos. Lo segundo existe. Lo primero continúa pareciéndole una manipulación o un engendro. Sigue estando radicalmente en contra de la ley contra la violencia de género. Sostiene, como hacía en el Congreso, que “la violencia no tiene género”, porque eso supondría “criminalizar al hombre por el mero hecho de serlo”. De hecho, está promoviendo una Iniciativa Legislativa Popular contra la ley en vigor para su presentación en el Congreso, que se hará pública este mes.

La contorsión conceptual de Olona no le impide afirmar que el machismo existe y que tiene relación con la violencia que sufre la mujer. Pero es que además ha dicho que el machismo alberga estereotipos “propios de la cultura patriarcal”. Leer a Olona mencionar el patriarcado no es una de las previsiones que la gente tenía en mente.

En algunas entrevistas, ha explicado que no renuncia a volver a la política y que no descarta jugar algún papel en las futuras elecciones nacionales. De su antiguo partido, ya no quiere saber nada: “Vox es el pasado”.

Las especulaciones sobre si llegaría a formar un nuevo partido son un tanto aventuradas, sobre todo después de admitir que la violencia machista existe. Ha perdido su base social de apoyos con esos comentarios y no ha ganado una nueva.

El antifeminismo es una de las señas de identidad básicas de Vox, junto al nacionalismo español y el rechazo al Estado de las autonomías. Por ello, Olona ha cortado por completo su conexión con los votantes de la extrema derecha para los que cualquier denuncia de los asesinatos machistas es una provocación.

Para esa gente, la exdiputada era una heroína tanto por su mensaje como por la energía que empleaba en la tribuna del Congreso. Era capaz de oponerse a grito pelado a una proposición socialista con las palabras: “El hombre no viola. Viola un violador. El hombre no mata. Mata un asesino. El hombre no maltrata. Maltrata un maltratador”.

Los diputados de Vox aplaudían entusiasmados. No lo habrían hecho si Olona hubiera hablado en ese momento de la “cultura patriarcal”. Habrían pensado que su portavoz había sido abducida por un espíritu feminista.

Versiones de esas frases de Olona fueron convertidas en una camiseta de gran éxito en sus seguidores. Una de las mujeres que la compró se preguntaba hace unos días qué podía hacer ahora con ella. En seguida, tuvo una solución: cortar el nombre de Olona de la parte inferior. Mejor hacer como si nunca hubiera existido.

La nueva Olona presume ahora de valores muy distintos a los que defendió en el Congreso. “España no avanzará desde las trincheras”, ha dicho en una negación de su pasado reciente que es inaudito que no reconozca. Pocos parlamentarios han empuñado la pala con más energía que ella en esta legislatura para cavar trincheras y acusar a sus rivales de ofensas imaginarias a la nación o a la presidenta del Congreso de “prostituir esta Cámara”.

Ese fue el estilo con el que fundamentó su carrera política y que la hizo tan popular en la extrema derecha. Si hubiera estado callada tras abandonar el partido, es muy posible que los votantes de Vox la hubieran echado de menos, en especial si el partido pierde votos en mayo. Ya no quieren saber nada de ella.

Ha cometido el pecado definitivo: preocuparse por las mujeres asesinadas por hombres que creen que si no son suyas, no serán de nadie. Eso es algo intolerable para Vox y Olona debería saberlo ya.