Los donantes de Marivent recuperaron las obras legadas “al pueblo de Baleares” porque la Monarquía se quedó el palacio

Aitor Riveiro

5 de abril de 2023 22:17 h

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El Gobierno de Baleares que presidía Gabriel Cañellas perdió cientos de obras de arte en 1988. El Tribunal Supremo sentenció que el Govern incumplía desde hacía años las condiciones impuestas por el donante de la colección, Ioannis Saridakis. Un legado que incluía el Palacio de Marivent bajo la condición de que se abriera un museo para exponer las piezas y una escuela de arte “para provecho del pueblo de Baleares”, según el Alto Tribunal. Pero Marivent acabó como residencia privativa de los reyes de España y el museo tuvo una vida fugaz. Los herederos del filántropo pleitearon. Y ganaron. Por el camino, habían renunciado a recuperar el edificio, que en puridad sigue siendo de propiedad pública.

Se ponía así lo que parecía el punto y final al sueño de Saridakis, un multimillonario griego que eligió Mallorca para su retiro y que, antes de morir, decidió donar una ingente cantidad de obras de arte y el enorme terreno que alberga la residencia que se construyó a principios del siglo XX con vistas al Mediterráneo: el Palacio de Marivent. Corrían los años 60 del siglo pasado, y la dictadura de Franco se las ingenió para que el jefe del Estado pudiera hacer uso de la edificación como residencia. Un privilegio que luego heredó y ahondó Juan Carlos de Borbón antes de la llegada de la democracia, cuando era “Príncipe de España”, y del que ahora disfruta Felipe VI.

Las condiciones de la donación no dejan lugar a dudas ni a interpretaciones, según tres sentencias judiciales coincidentes. Los artículos 4 y 5 de los estatutos de la Fundación Museo Saridakis, creada bajo el paraguas de la por entonces franquista Diputación Provincial de Baleares, son claros. Primero apuntan que “los bienes donados (...) no podrán ser destinados a otros fines” que los recogidos en los propios estatutos. Inmediatamente después añaden: “La casa-palacio Marivent se habilitará para la exhibición de las colecciones de arte del museo, biblioteca, adiestramiento artístico y demás servicios complementarios. El parque y los salones del palacio podrán utilizarse para actos culturales, manifestaciones artísticas y recepciones oficiales”.

Así figura en los documentos oficiales del proceso de traspaso de manos privadas a públicas de los bienes donados, publicados en exclusiva por elDiario.es. Y así lo recoge la sentencia de primera instancia, dictada en 1986, y las sucesivas resoluciones judiciales de la Audiencia Provincial y del Tribunal Supremo, que dieron la razón a los herederos ante los recursos del Govern.

Pero esas condiciones no se cumplieron. En una sentencia contra el último intento del Govern de impedir la reversión de la donación, el Tribunal Supremo cita, por ejemplo, la escritura pública y los ya mencionados estatutos, ambos documentos ocultos a la luz pública hasta ahora. 

El valor de los objetos perdidos por el Govern es literalmente incalculable. Nadie sabe con exactitud qué cuadros y demás obras atesoraba la colección. Ni dónde estaban. Tampoco quién las ordenó retirar. O cuál era su estado de conservación. Mejor dicho, esa información está oculta a la ciudadanía ya que existen, al menos, dos inventarios sobre el legado de Saridakis: el inventario inicial, que debió de confeccionarse en 1966 a la par que el proceso de donación, y durante el pleito entre los herederos de Saridakis y la administración pública, cuando se hizo una minuciosa enumeración de los bienes muebles que atesoraba Marivent.

Ambos documentos, junto a muchos otros, permanecen ocultos bien por los tribunales, bien por el Gobierno de Baleares.

Supremo: “Para provecho del pueblo de Baleares”

“El móvil que guió a la donante [la viuda de Saridakis], y que la entidad donataria asumió el compromiso de satisfacer, fue el de crear, con los bienes donados, un museo de arte para provecho del pueblo de Baleares y no el que pudieran ser dedicados además a cualquier otra finalidad diferente”, apunta la sentencia del Supremo, cuyo ponente fue Ramón López Vilas.

Pero el magistrado, hoy en excedencia, añade que “es hecho reconocido por las partes litigantes que desde hace varios años el público no puede acceder a contemplar las colecciones de arte, mobiliario, libros y ajuar donados (...) existentes en la casa-palacio de Marivent”. ¿Y por qué? Responde el propio juez: “Debido a que, por constituir dicho inmueble la residencia de la Familia Real cuantas veces se desplaza a la isla de Mallorca, poderosas e inevitables razones de seguridad imponen el cierre permanente del museo al público”.

Efectivamente, durante el procedimiento de “provincialización” de la donación de Sadirakis se añadió la posibilidad de que el por entonces jefe del Estado, el dictador Franco, utilizara el palacio como residencia. Después se añadió a esta prebenda a “los Príncipes de España”, título que desapareció con la llegada de la democracia. 

Un uso que debía ser circunstancial, y no excluir al uso principal, pero que el Supremo considera que pasó “a ser el prevalente y determinante, generador al propio tiempo de una manifiesta y patente incompatibilidad con el cumplimiento de la segunda finalidad constitutiva de la carga o modo cualificado”.

Pero, ¿desde cuándo estaba cerrado el museo? O preguntado al revés: ¿Cuánto estuvo abierto? Ni la sentencia del Supremo ni la de la Audiencia Provincial lo revelan. Y el expediente judicial de la instrucción de la causa, que dio pie a la sentencia de primera instancia, no se puede consultar. Pese al evidente interés público, al estipendio de dinero de los contribuyentes que supuso, y supone, la gestión de esta donación, y a la importancia histórica de saber qué obras de arte fueron legadas y se perdieron.

Documentación oculta

elDiario.es ha intentado, sin éxito, que el juzgado de primera instancia pusiera esta información a disposición del público. Tampoco las peticiones a diferentes instituciones insulares han dado, de momento, frutos. 

Pero tampoco lo saben algunos de los directamente implicados. Este medio se ha puesto en contacto con la Casa del Rey, que dice desconocer desde cuándo está cerrado el museo, o si llegó siquiera a estar abierto. Fuentes del Palacio de la Zarzuela se limitan a señalar a elDiario.es lo que ya se publicó la semana pasada: que un juez determinó que no se cumplían las condiciones de la donación, por lo que los bienes muebles fueron revertidos a los herederos de Saridakis.

En su sentencia, el juez Ramón López Vilas recuerda, además, que antes de emprender el proceso judicial los herederos de Saridakis dejaron por escrito ante notario “su inequívoca voluntad de renunciar en su propio nombre y en el de sus herederos, mientras el Palacio de Marivent sea utilizado por el Jefe del Estado Español o su sucesor legal o herederos como residencia en las ocasiones que visiten la provincia de Baleares, al derecho de reversión que le concede la escritura de donación y creación de la Fundación”.

Una fundación pública, fantasma y “en rebeldía”

Pero no eran los legatarios los que tenían que renunciar a Marivent. O no solo. El propietario del Palacio era, y sigue siendo, el Gobierno de Baleares, quien asumió con el paso de la dictadura a la democracia, entre otras, esa parte de las posesiones de la antigua diputación provincial.

Un Govern presidido entonces por Gabriel Cañellas (del PP), y hoy por la socialista Francina Armengol. elDiario.es se ha puesto en contacto con diferentes instancias de la administración pública balear para seguir el rastro documental del Palacio de Marivent, sin que haya obtenido ninguna respuesta ni de la jefa del Ejecutivo autonómico ni de su Conselleria de Presidencia.

Así, las referencias a la sentencia inicial que certificó el incumplimiento de las condiciones de donación son indirectas, gracias a las resoluciones de instancias superiores que la citan. elDiario.es ha accedido a las de la Audiencia Provincial como en el Supremo, tumbaron los recursos interpuestos por el Govern contra la resolución inicial, que ya determinaba la devolución de las obras a los herederos de Saridakis.

Pero la sentencia del juzgado de Primera Instancia de Palma, dictada en 1986, es inaccesible. elDiario.es lo ha intentado por diferentes vías, sin éxito. También diputados del grupo parlamentario de Unidas Podemos la han solicitado a diferentes instancias, sin lograr que una documentación supuestamente pública, y custodiada por administraciones también públicas, pueda ver la luz.

Y es ese expediente judicial el que puede resolver algunas de las cuestiones que están pendientes de resolver. ¿Qué objetos culturales legó Saridakis al “pueblo de Baleares”? ¿Qué quedaba cuando los herederos optaron por reclamar los bienes que su antecesor había legado? ¿Realmente el valor de todo era de 40 millones de pesetas (240.000 euros), como dijo entonces el Gobierno de Cañellas? ¿Cuándo se dejó de cumplir la voluntad del donante? ¿Estuvo abierto el museo? ¿Cuándo se cerró?

Buena parte de estas preguntas las podría responder la Fundación Museo de Arte Saridakis, el vehículo legal que armó el franquismo para atesorar los bienes legados por el filántropo griego. Entre ellos, el Palacio de Marivent.

Pero de esta institución no queda ni rastro. Ni siquiera hay constancia de su disolución, pese a que con el final del franquismo debió ser transferida bien al Consell de Mallorca, bien a la comunidad autónoma. 

El oscurantismo llega a tal nivel que la fundación ni siquiera se presentó al proceso judicial iniciado por los herederos de Saridakis. El juzgado de Palma intentó comunicarle el procedimiento, y finalmente la condenó “en rebeldía”. Es decir, una fundación pública obvió el requerimiento de la Justicia para presentarse a un juicio. Y no cualquier fundación: la que gestiona la residencia de los reyes de España en Baleares.

En los documentos que ha logrado recopilar elDiario.es hay una referencia a una reunión del Patronato de la fundación en 1983. Pero ni rastro documental. Tampoco el Gobierno de Baleares ha dado con la pista para indicar a este medio qué ha sido de la Fundación Museo de Arte Saridakis. El manto de silencio sobre todo lo que rodea al Palacio de Marivent se sigue extendiendo.

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