Las encuestas al alza no frenan la desbandada de Vox: doce años de purgas y constantes dimisiones

Carmen Moraga

Madrid —
16 de febrero de 2025 22:31 h

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El malestar interno en Vox arrecia a pesar del auge electoral que le auguran las encuestas al calor del crecimiento de la extrema derecha en Europa y de las victorias de Donald Trump en EEUU y de otros ultraderechistas como Javier Milei, en Argentina. Los detonantes que han colmado el vaso de la paciencia de los críticos han sido las últimas expulsiones de dos procuradores de Castilla y León, Ana Rosa Hernando (Burgos) y Javier Bernardo Teira (Salamanca), a las que se sumó después la de la portavoz del grupo municipal de Vox en Palencia, Sonia Lalanda, junto a la dimisión de todos sus cargos del exvicepresidente de la Junta castellana y leonesa, Juan García-Gallardo. Y como en los últimos doce años de vida del partido, todos se marcharon acusando a Abascal y al núcleo duro de la dirección de Vox de “autoritarismo”, “ausencia de democracia interna” y de crear un “clima cercano al terror”.

El malestar interno no es nuevo, aunque esta vez podría traducirse en una corriente organizada para plantar cara a los 'talibanes' del partido, como de hecho están planteándose impulsar un grupo de críticos que se han dado cita en Madrid a finales de este mes.

La realidad es que Vox ha ido sufriendo numerosas crisis prácticamente desde su fundación, a finales de 2013, cuando la formación de extrema derecha fue impulsada por Santiago Abascal y otro grupo de exdirigentes del PP, como Alejo Vidal-Quadras. El político catalán no tardó mucho en marcharse tras fracasar en su intento de sentar por primera vez a Vox en el Parlamento Europeo, y cuya campaña se financió con dinero de la resistencia iraní.

Vidal-Quadras fue de hecho el primero de un lento goteo de dimisiones y bajas que se han ido alternando con expulsiones y purgas de todo aquel que se ha atrevido a cuestionar las decisiones tomadas por el todopoderoso líder y el núcleo duro del que se ha rodeado, dominado por el sector más ultraconservador del partido, del que forman parte Kiko Méndez Monasterio, Gabriel Ariza, Ignacio Garriga, Jorge Buxadé, Enrique Cabanas y Montserrat Lluis, fundamentalmente.

También al poco de nacer el partido se marchó otra de las fundadoras de Vox, la dirigente valenciana y agitadora ultra Cristina Seguí, tras denunciar un caso interno de corrupción. Eran años en los que formación de extrema derecha peleaba con escaso éxito por lograr representación en las principales comunidades autónomas mientras paradójicamente abogaba por la desaparición de las mismas. 

Los críticos se organizan para plantar cara a Abascal

Aunque desde la dirección de Vox están intentando minimizar la más reciente implosión, fuentes del grupo de críticos aseguran a esta redacción que las recientes expulsiones de Teira, Hernando y Lalanda, a los que la dirección nacional acusa de “socavar” al partido por exigir mayor “democracia interna”, no son más que la punta de iceberg de un creciente movimiento telúrico dentro de la formación de extrema derecha, que tras sus doce años largos de existencia está emergiendo cada vez con más fuerza.

Son numerosos los cargos y exdirigentes del partido que se están organizando para, entre otras cosas, forzar la vuelta a las primarias que Abascal eliminó del nuevo documento político para poder poner en las listas electorales y en los cargos orgánicos peones a su antojo. “Hay un gran cabreo interno y algún día tenía que explotar. Habrá más dimisiones”, vaticina una de las voces críticas que proliferan cada vez más en Vox. Una de las que más se está moviendo es la concejala palentina expulsada Soia Lalanda, que está organizando una cumbre en Madrid a la que están invitados todos los descontentos que quieran aportar sus ideas para el futuro de Vox.

Algunos de estos críticos no descartan que al final ese gran malestar se traduzca en el impulso de un nuevo proyecto si “los que manejan los hilos no se dan cuentan del su error”. No obstante, aspiran a que antes de que eso ocurra Abascal y los que en realidad manejan con mano férrea los hilos del partido rectifiquen y devuelvan a Vox sus “principios fundacionales”.

Con este fin, otra de las recientemente expulsadas, la procuradora burgalesa Ana Rosa Hernando, ha lanzado la plataforma https://recuperatuvox.org en la que se anima a todos los descontentos del partido a participar y exponer sus quejas e ideas para mejorar el funcionamiento de la formación de extrema derecha. Los componentes de este foro exigen “garantizar las elecciones primarias en aquellas provincias que cuenten con más de 500 afiliados” y “erradicar las purgas internas y las represalias contra voces críticas”.

“La falta de diálogo y escucha en Vox son la base de todos los problemas que han derivado en la toma de decisiones como rupturas de gobierno, cambios en el grupo político europeo, cambios de organización interna y un largo etcétera”, argumentan. Además, piden “la salida del partido Patriotas por Europa, controlado por Le Pen (Francia) y Orbán (Hungría), aliado de China y Rusia” y la “vuelta al Partido de los Conservadores y Reformistas (ECR) en la Unión Europea” de la italiana Giorgia Meloni. Precisamente el pasado fin de semana Abascal citaba en Madrid a los líderes de Patriotas, que se han conjurado tras la victoria en Estados Unidos de Donald Trump para iniciar una nueva “reconquista” contra la diversidad.

La reaparición de Espinosa de los Monteros

Todo ello ha coincidido con la reaparición del exportavoz parlamentario de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, que fue quien protagonizó uno de los portazos más mediáticos y dolorosos para el partido junto con el que dio posteriormente Macarena Olona. Espinosa abandonó la política en agosto de 2023 para volver a la actividad privada tras ser ninguneado por el ala más conservadora del partido.

El escaño por Madrid que dejó libre le tocaba ocuparlo a Juan Luis Steegmann, el médico provacunas, muy criticado por los talibanes de Vox. Pero se negó a regresar al Congreso y poco después se dio de baja como afiliado denunciando la deriva “antiliberal” y “anticientífica” del partido y su acercamiento al “neofalangismo”. En su lugar entró en el grupo parlamentario Carla Toscano quien poco tiempo después también renunció a él con la excusa de que quería dedicarse de lleno a su puesto de portavoz adjunta de Vox en el Ayuntamiento de Madrid junto a Javier Ortega Smith. 

Espinosa ha decidido ahora romper su silencio, justo antes de que se desencadenara la crisis en Castilla y León. En las numerosas entrevistas que ha concedido ha pedido que PP y Vox entierren el hacha de guerra y alcancen un entendimiento para hacer frente al Gobierno de Pedro Sánchez, pero ha descartado tajantemente su regreso a la política con el lanzamiento de un nuevo partido. A lo más que ha llegado ha sido a reconocer que hace falta un “espacio” para dar “la batalla cultural y de las ideas”, un nuevo think tank en el que a él le gustaría participar e incluso estaría dispuesto a impulsar.

Su reaparición ha supuesto todo un revulsivo para los críticos que ven en él un referente de las esencias fundacionales de la formación de extrema derecha. Incluso el agitador ultra Alvise Pérez le ha propuesto encabezar la lista de su nuevo partido, SALF, en las próximas elecciones generales, comprometiéndose a echarse él “a un lado”. Pero el exdirigente de Vox, en un largo hilo publicado en X, declinaba educadamente la oferta mientras agradecía “la ola de cariño e interés” recibido.

El respaldo que recibió de Javier Ortega Smith y sus misteriosas maniobras –luego desmentidas por él– hicieron sospechar a algunos que el portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid estaba armando una candidatura alternativa a Abascal, quien para neutralizarle le incluyó de nuevo en su Ejecutiva, aunque esta vez solo como vocal.

Antes que Espinosa ya se había marchado la que fue su 'número dos', la diputada por Granada y excandidata a la Junta de Andalucía, Macarena Olona, quien tras renunciar a su acta en el Parlamento andaluz abandonó Vox en agosto de 2022 alegando como excusa “motivos de salud” para montar después su propio proyecto, Caminando Juntos, con el que fracasó. Pronto se destapó que Olona se iba muy dolida por el trato que le dispensaron. De hecho, no ahorró acusaciones contra la cúpula de entonces, a la que acusó de financiación irregular y de desviar millones de euros del partido a la Fundación Disenso, que preside Abascal, como certificó después elDiario.es.

La exdirigente de Vox se despachó a gusto en el programa de Jordi Évole, tildó a Abascal de “macho alfa” y desveló que había sufrido graves ataques de personas “que hacían loas a Hitler y que estaban en el entorno de Vox”. “Conmigo se han equivocado de cojones”, afirmó.  

En Andalucía también fue muy sonada la marcha de Francisco Serrano, el juez en excedencia y excandidato a la presidencia de la Junta conocido por sus excesos verbales. Serrano se vio forzado a dimitir en julio de 2020 tras conocerse que la Fiscalía Superior de Andalucía había presentado una querella contra él por un presunto fraude de subvenciones por una ayuda pública de 2,5 millones percibida en 2016.

Una de las dimisiones que el partido intentó acallar fue la del gerente y cerebro económico de Vox, Juan José Aizcorbe, materializada en octubre de 2023. Según publicó El País, el exdiputado por Barcelona había presentado su dimisión justo en la misma semana en la que elDiario.es había desvelado ese desvío millonario a Disenso.  

La lista de bajas y dimisiones de todos estos años es bastante numerosa. También de purgas, como las que sufrieron en las listas electorales de las últimas generales los diputados nacionales Rubén Mansó (Málaga) y Víctor Sánchez del Real (Badajoz), entre otros dirigentes cercanos a Espinosa. O la de la eurodiputada Mazaly Aguilar, vicepresidenta de la Comisión de Agricultura en la Eurocámara, pero enfrentada a Buxadé y excluida de la lista a las europeas. Aguilar terminó rompiendo su carné de Vox en agosto del año pasado.

Con todo, una de las bajas que dio mucho qué hablar fue la de Carmelo González, el líder canario de la corriente crítica VoxHabla, que osó rivalizar con Abascal por la presidencia del partido. Evidentemente, no lo logró y se dio de baja en Vox a finales de 2020 con una carta dirigida a Abascal, en la que mostraba su desacuerdo con “la dictadura intramuros de Vox”, algo que, añade, “algunos han organizado” bajo la presidencia del líder supremo. “Creo, presidente, que con tu conocimiento o sin él, has construido uno de los monstruos más abominables de la libertad: una dictadura intramuros, una apariencia de democracia y libertad, que en realidad es el tan patrio 'palo y tente tieso'”.

Esa medida ya la han saboreado en comunidades como en Baleares, donde Vox sufrió una fuerte crisis que se saldó también con expedientes disciplinarios y dimisiones. O en Murcia, donde a la dirección no le tembló el pulso para expulsar de sus filas a diputados como Juan José Liarte, Francisco José Carrera y Mabel Campuzano, que acusaron a los coordinadores parlamentarios de funcionar como “un cuerpo de comisarios políticos”. El partido los expulsó por decidir unilateralmente el despido de cuatro trabajadores del grupo parlamentario y quitar como titulares de las cuentas de este grupo a dirigentes nacionales.

En Vox tampoco se olvida otro de los portazos más recientes y sonoros, el de Rocío Monasterio, esposa de Iván Espinosa de los Monteros. La exportavoz en la Asamblea de Madrid dejó este cargo tras ser destituida fulminantemente por Abascal como dirigente del partido en Madrid, cargo en el que colocó “a dedo” a José Antonio Fúster, hoy portavoz nacional de la formación ultraderechista. En su comparecencia sin preguntas ante la prensa Monasterio lanzó varias pullas por la falta de democracia interna de Vox recordando que “el de Madrid era el único Comité Ejecutivo Provincial que quedaba en España votado y dirigido por todos sus afiliados”, y enfatizando que “estos afiliados componen el grupo más numeroso de todo Vox”. “El secretario general y el presidente tienen ahora la potestad de nombrar a dedo al siguiente comité ejecutivo de Vox Madrid, gracias a las sucesivas enmiendas que se han ido presentando de nuestro estatuto”, lamentó, en referencia a la eliminación de las primarias. Desde la dirección, como se suele hacer cada vez que alguien se va, se le deseó suerte y se pasó página.

El propio Abascal lo ha dejado claro en las últimas semanas, asegurando que nadie es “imprescindible en Vox” y pidiendo a sus dirigentes que “dejen de mirarse el ombligo”. El líder de Vox ha preferido obviar la enésima crisis de su partido para centrarse en catapultarlo a nivel internacional junto a lo más granado de la ultraderecha europea que acudió a la primera cumbre de Patriots, convocada por Abascal en Madrid.

Sin embargo, hasta el propio exvicepresidente de la Junta de Castilla y León, Juan García Gallardo, que hasta su marcha ha sido cómplice de toda esta situación, ha alertado de la descomposición de Vox: “Algo pasa en Vox cuando no se cuida el capital humano”.