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Y Feijóo no se atrevió a hablar de violencia machista

Sánchez y Feijóo posan en el plató antes del inicio del debate.
11 de julio de 2023 00:08 h

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El comienzo del debate de Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo confirmó la impresión previa de que el candidato socialista se lo jugaba todo. No le valía con hacer un buen papel, sino que debía derrotar con claridad a su rival. Salió como un tren e interrumpió con frecuencia a Feijóo, lo que le permitió a este quejarse: “No esté usted tan nervioso”.

De inmediato, el candidato del PP se puso a hacer lo mismo en el primer tramo del debate, dedicado a la economía. Le tocaba a Sánchez quejarse: “¿Me deja hablar?”. La sucesión de cortes permitió un debate vivo, que es algo que gusta a mucha gente, hasta que te das cuenta de que no te estás enterando de nada.

Feijóo contaba con que tantas interrupciones ponían muy difícil controlar los tiempos que consumía cada candidato. Quienes estaban con el cronómetro eran de la Liga ACB y no iban a tener claro quién estaba hablando en cada momento. En el baloncesto, el balón no lo pueden tener los dos equipos al mismo tiempo.

“Hemos creado empleo como nunca. Tenemos 21 millones de personas empleadas”, dijo Sánchez, que también recordó que el salario mínimo ha subido un 47% y la temporalidad se ha reducido al 14%. Feijóo respondió que es el “tercer presidente que menos empleo ha creado”. “Falso”, dijo el socialista. El candidato del PP se quejó de que con Sánchez la deuda sube ocho millones y medio al día. Sánchez respondió que en España “nos endeudamos para la compra de vacunas y comprar mascarillas” y para todas las medidas de apoyo a las empresas durante la pandemia.

El debate económico fue negativo para Sánchez porque no pudo dejar claro y cristalino un mensaje sobre los logros conseguidos por su Gobierno. Todo fue ruido, cifras que el espectador no podía asimilar a una velocidad de vértigo y ataques personales directos.

También era complicado estar al tanto de mentiras y bulos reciclados. Feijóo destacó la responsabilidad de Sánchez en el hundimiento de Caja Madrid. El entonces concejal socialista formaba parte de la Asamblea de Caja Madrid junto a decenas de cargos electos. Quien fue el mayor culpable de esa crisis fue su presidente, que había sido elegido personalmente para el cargo por su amigo, José María Aznar.

De repente, Feijóo dio un inesperado ejemplo de cobardía política. No forzado por las circunstancias, sino por una decisión previa y casi seguro acordada con sus asesores. Ana Pastor introdujo la violencia machista y recordó la imagen de la presidenta de las Cortes valencianas negándose a participar en un minuto de silencio por una mujer asesinada. ¿Qué tenía que decir Feijóo ante la actitud de una política de Vox elegida con los votos del PP? Se lo preguntó directamente y Feijóo no se atrevió a hablar sobre violencia de género, ni a mencionar esas palabras, que son anatema para Vox.

A veces hay que tirar balones fuera en un debate. Hay que saber hacerlo bien. Que no parezca que te aterroriza hablar de eso.

En la respuesta a una pregunta clara, el candidato empezó recordando que el PSOE y Vox habían votado el lunes contra la investidura de Fernando López Miras, del PP. Y luego se vio que no tenía ninguna intención de hablar de violencia machista. “El principal problema es la ley de sólo sí es sí”, dijo. Recordó el millar de delincuentes sexuales a los que se ha reducido la pena por esa ley o el centenar que ha podido salir de prisión tras esa revisión.

Sánchez vio que se abría una ventana y saltó por ella. “Ustedes están pactando con un partido machista”, dijo subiendo mucho el tono de voz. En esos momentos, Feijóo se quedó callado y Sánchez pisó a fondo. “Eso es una claudicación ante el machismo”. El líder del PP intentó hacer un chiste que no funcionó –“este no es el programa de 'El hormiguero'”– y luego volvió al único tema del que quería hablar. “El problema que le perseguirá siempre es el de los 117 violadores en la calle”. Salió del brete sin incomodar a la extrema derecha, que habrá tomado nota.

Vicente Vallés preguntó directamente a Feijóo si haría vicepresidente a Santiago Abascal en caso de ganar en las urnas. El del PP lo tenía fácil: “Si consigo los votos necesarios, desde luego que no será vicepresidente”. Es lo que está repitiendo en la campaña una y otra vez pidiendo el voto para que el PP pueda formar un Gobierno monocolor. Reiteró que se ofrece a votar a Sánchez si el PSOE es el partido más votado (la mayoría de los sondeos dice que lo será el PP). Y acto seguido se decidió a hacer algo que le estaban pidiendo los sectores más radicalizados de su partido.

Feijóo comentó que se cumplían 26 años del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco. Era difícil creer que quisiera rentabilizar en su favor el asesinato del joven concejal de su partido en Ermua y es lo que hizo. Poco antes, Sánchez había recordado las mentiras del Gobierno de Aznar tras el 11M. El candidato del PSOE puso sobre la mesa el grito de “que te vote Txapote”, rechazado como infame por Consuelo Ordóñez, hermana del concejal asesinado por ETA, y recibido con risas por María San Gil, que fue la secretaria personal de Gregorio Ordóñez y años después líder del PP vasco.

Sánchez intentó presionarle para que condenara convertir a un asesino múltiple de ETA –condenado por los crímenes que acabaron con la vida de Blanco y Ordóñez– en un recurso frívolo e ingenioso con el que atacar al Gobierno. Feijóo no quiso hacerlo. Si lo hubiera hecho, estaría señalando a Isabel Díaz Ayuso, que dio carta de naturaleza en el PP al uso de esa expresión en la Asamblea de Madrid.

Desde Twitter, Consuelo Ordóñez tomó nota de la actitud de Feijóo: “Qué oportunidad ha perdido, señor Núñez Feijóo, queda claro lo que le importamos las víctimas. Perdón, le importa una víctima: Miguel Ángel Blanco”.

Durante mucho tiempo los periodistas se han quejado de los debates demasiado constreñidos por las normas y tiempos de intervención. Esta vez tuvieron todo lo contrario. Caos, confusión, un debate imposible de seguir y de entender para los espectadores. Un digno desenlace para una legislatura repleta de drama y carente de respeto por las ideas del adversario.

Sánchez no consiguió la victoria clara que necesitaba y que le permitiera continuar la remontada. Feijóo se ocupó muy pronto de negarle cada centímetro que pudiera utilizar en su favor y sólo huyó despavorido del debate cuando le preguntaron por la violencia machista. Fue en general el tipo de duelo en que cada votante cree que su candidato favorito ha sido el mejor. Que es lo que suele pasar en la mayoría de los debates.

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